Lo que sigue parece escrito en la prehistoria, pero lo redacté hace poco más de ocho años para el Boletín de Periodismo.com número 3, de mayo de 1998. Con el escándalo Clinton-Lewinsky todavía fresco, detallo el movimiento informativo que se generó a partir de la web.
Ante la ausencia de un relevamiento serio, es interesante y hasta divertido cotejar la cantidad de usuarios argentinos de Internet según los distintos medios locales. Para los artículos, la cifra oscila en un rango que va de los 60.000 hasta los 250.000. Prácticamente ninguno de esos textos cita una fuente para ese número, por lo que no sería alocado pensar en que el instrumento de medición fuera el conocido «ojómetro».
Y aunque fuera de un cuarto de millón de navegantes, la cantidad sigue siendo pobre. Internet Argentina está en construcción y a nadie se le ocurriría equiparar la penetración de la gráfica, la radio o la TV con la de este medio de comunicación que, al menos en nuestro país, sigue en pañales. Hay que pensar que estamos hablando de poco más de dos puntos de rating para la televisión: sólo un programa de ATC resistiría esa audiencia.
En Estados Unidos, en cambio, Michael Kinsley, editor de la revista electrónica «Slate» dice sin sonrojarse que el escándalo Clinton-Lewinsky fue «a la Internet lo que el asesinato de Kennedy fue a los noticieros televisivos».
Aunque la afirmación puede ser excesiva, con 62 millones de personas on-line (Intelliqest) la Internet (y no sólo la World Wide Web) ha comenzado a influir en la agenda informativa norteamericana. En un reciente informe de la «Yahoo Internet Life» los principales libretistas de los shows nocturnos estadounidenses (Letterman, Leno, etc.) reconocen que acuden a las noticias de la web para estar al tanto no solamente de lo último, sino de los extraño y lo original.
Las primeras tres semanas del «Monicagate» se disparó la audiencia (medida en visitantes) de los principales sitios web. Así, el servidor del «Drudge Report», la página sensacionalista que lanzó el rumor, colapsó, mientras que FOX Online y MSNBC duplicaron su tráfico. Lo curioso es que la red no se limitó a ser eco y análisis del resto de los medios, sino que originó la noticia y fue protagonista principal durante varios días.
Como consecuencia de la divulgación del escándalo en el «Drudge Report» (17/1), al día siguiente aparece un mensaje sobre el tema en el grupo de discusión alt.current-events.clinton.whitewater. El miércoles 21 «ABC News», «The Washington Post» y «Associated Press» difunden la noticia. Simultáneamente, se reserva el nombre de dominio monicalewinsky.com.
Y aquí el papel de Internet podría haber terminado. Pero no. Cronistas de diarios, revistas y tv acuden a la página del «Lewis & Clark College» para contactar -via e-mail- a los compañeros de clase de Mónica. La página es levantada.
El 22 aparece una falsa página de Mónica Lewinsky en la web, que es levantada, no sin antes ser reportada por «The Detroit News» como una página verdadera.
A partir del lunes 26 de enero varios medios «de papel» comienzan a usar a sus sitios web como testeo. Así, en su sitio «The Dallas Morning News» informa que un agente del servicio secreto testificará diciendo que vio a Clinton y a Lewinsky en un acto sexual en la Casa Blanca. La historia es rectificada y nunca publicada en la version de papel. El 29 Time informa que el presidente Clinton admite un encuentro sexual con Jennifer Flowers. Esta exclusiva no aparece en la edición impresa de la revista.
Finalmente, el 4 de febrero «The Wall Street Journal» relata que hay testigos que vieron a Clinton y a Lewinsky en la oficina que está al lado de la Oficina Oval. La historia no aparece en la edicion impresa, sin embargo es reproducida por muchos diarios regionales.
El «Mónicagate» es un símbolo (no importa si el primero o el mayor) de que en Estados Unidos los «mass-media» miran a Internet y comienzan a respetarla como un medio de información más, tratando de aprovechar sus virtudes (inmediatez, economía, red, ensayo y error) y marcar sus excesos (noticias falsas o poco verificables). Y aunque en Argentina los sitios web de los diarios prácticamente no generan contenido propio, es un buen momento para comenzar un debate sobre el futuro informativo del periodismo digital.