Los analistas políticos coincidieron en sus balances de las elecciones: el voto de las grandes ciudades, que no apoyó al oficialismo el domingo, sería un voto más reflexivo e informado, al que sí le importa (y disgusta) el modo de hacer política de los Kirchner. Si hasta el Jefe de Gabinete acusó de soberbios y de votar como una isla a los sufragantes porteños…
Ahora, ¿de qué le sirvió al Gobierno todo el dinero invertido arbitrariamente en publicidad oficial (como bien detalla el libro «Propaganda K») en revistas adictas como Debate, veintitrés o Newsweek si no lograron persuadir al único destinatario al que debían persuadir?