Finalmente «La Nación» decidió ocuparse del premio «Don Segundo Sombra». Para criticarlo, a través de una carta del prócer Mario O’Donnell:
El otrora integrante de la patota cultural nos acusa de supinos ignorantes por ponerle el nombre de «un texto literario mayor, una magnífica novela de la literatura gauchesca argentina» a un premio que consagra lo peor de la tv.
Aunque reconozco que la elección del nombre está muy lejos de ser genial, en ningún momento fue nuestra idea plantear un paralelismo entre el buen libro de Ricardo Güiraldes y el premio, como supongo que a Cacho Rubio y Guillermo Blanc no se les ocurriría jamás relacionar los versos de José Hernández con Nazarena Vélez o Carla Conte. Y, que yo sepa, hasta ahora nadie se quejó porque degradaron al «Martín Fierro» a la categoría de premio grasa.
Y está bien que así sea porque son nombres. Que con el tiempo van adquiriendo independencia de su origen. ¿Qué significa ahora el nombre de la revista «Veintitrés»? ¿Por qué O’Donnell no escribe una carta a «Página/12» para protestar porque tiene más de doce páginas? ¿Por qué este ex secretario de cultura de la ciudad no propuso cambiar el nombre de la Avenida San Martín porque a veces los perros hacen caca en la vereda, degradando así la memoria del Padre de la Patria?
Si ahora empezáramos con la idea de cero, probablemente le pondríamos otro nombre. Pero, para bien o para mal, el nombre ya está impuesto. Aunque, pensándolo bien, cambiarlo por «Premio Pacho» no sería una mala idea…