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Pero ¿es esto periodismo? (Maldita sea) – 233grados.com

Jeff Jarvis | BuzzMachine

Cuatro recientes eventos ponen en cuestión el concepto mismo del periodismo. Michael Arrington, Henry Blodget, Wikileaks y la cobertura televisiva del huracán Irene, cada uno a su modo, plantean la cuestión: ¿Qué es periodismo? y ¿acaso importa?

Cuando Michael Arrington anunció que iba a empezar un fondo de inversiones en AOL con dinero de otras sociedades de capital de riesgo, Kara Swisher le acusó de violar los cánones del periodismo. Tan sólo un detalle: Arrington rechaza el término periodista. Durante una de las conferencias de Disrupt intenté que tomase el toro por los cuernos y plantease un cambio. Pero no le interesa.

En el caso de Swisher, uno tiene que admitir (tal y como hace ella) la ironía de estar pontificando sobre periodismo desde dentro de News Corp, que se está convirtiendo velozmente en el Valle de la Muerte. Le pregunté por Twitter qué había escrito sobre el escándalo de las escuchas, y me respondió ampliamente con numerosos enlaces en este hilo. Ha escrito sobre ello y ha sido, tal y como asegura, más explícita que otros periodistas del Journal. Eso es lo que me  preocupa. Esperaba que los reporteros del WSJ y sus jefes hablasen en público como grupo no sólo en contra del escándalo, sino también sobre la anémica cobertura que le ha dado su periódico y la humillante justificación editorial de sus propietarios. ¿En dónde están sus estándares?

¿Cuáles son los estándares? Arrington, recordadlo, comenzó TechCrunch no como un proyecto periodístico, sino para recopilar y compartir información sobre startups y para promocionarse a si mismo como inversor. Está regresando a sus raíces. A lo largo del camino ha creado un medio con valor. He dicho en Google+ que The New York Times Company invierte en startups (incluida una en la que soy socio, Daylife) y las pone en marcha y aún así escribe sobre ellas. Dicen que mantienen un muro de separación. Arrington, no tanto. No intenta ser un periodista. Intenta conseguir información. Lo hace bien. Ha cubierto a las startups mejor que cualquier otro gran periódico, por eso el WashingtonPost.com publica los posts de TechCrunch. Dadas sus vinculaciones a startups y a inversiones, ¿podemos fiarnos de él? Esa es la pregunta que Swisher intenta que nos hagamos.

Veamos ahora a Henry Bodget, otro hombre de negocios que ha creado una empresa de comunicación en torno a reunir y compartir información, lo que nosotros los periodistas definimos como periodismo… si se hace siguiendo nuestros estándares. En este hilo Jay Rosen cuestiona a Blodget por utilizar fuentes confidenciales: “Odio el modo en que @BusinessInsider utiliza el anonimato”. Pero Blodget tiene una respuesta: “Lo siento, Jay. Algunas veces (a menudo) es la única manera de conseguir información de verdad… En los negocios, cualquiera que habla ‘on the record’ tiene una agenda”. Félix Salmon le replica: “Cualquiera que habla ‘off the record’ tiene una agenda. Y es más probable que esa gente mienta. Me fío más del ‘on the record’”. Blodget: “Entonces está claro que nunca has trabajado en el mundo de los negocios. El ‘on record’ es sólo propaganda”.

Adviértase el choche de culturas. La tribu periodística dice que las fuentes confidenciales y los periodistas que las utilizan no son de fiar. Coincido en que los periodistas abusan de ellas. Eso no es informar según nuestros estándares. Pero los empresarios no están de acuerdo. Blodget dice “mi objetivo es obtener la verdad”. ¿Y no es ese el mismo objetivo del periodismo también? ¿Cómo podemos llegar hasta allí a través de un camino distinto? ¿Es eso periodismo? ¿Quién lo decide? ¿Los periodistas? Quizás no.

Veamos ahora la cobertura televisiva de Irene. Los críticos dicen erróneamente que se “sobredimensionó”  la tormenta. La tormenta fue severa. Para mí el problema es más bien la sobreexplotación y el infrareporterismo que se hizo. Las cadenas tenían “reporteros” y equipos metidos hasta la rodilla en las olas e incluso cubiertos de aguas residuales, pero no para ofrecer información, no para llegar hasta la verdad, sino para entretener. Cuánto mejor hubiese sido si a unos cuantos de ellos los hubieran enviado al norte del epicentro de su universo (Nueva York) para informar sobre la devastación que se iba a producir allí. Mi problema con la cobertura es que todo lo que se hizo fue tomar información a la que ya teníamos acceso todos y la repitieron infinitamente y de modo teatral, sin añadir valor alguno.

Wikileaks vio, durante un rato, la capacidad del periodismo para añadir valor al flujo de información. Julian Assange contactó con The Guardian, The Times, Der Spiegel y El País para que le ayudasen a redactar las filtraciones y hacer una difusión (según sostienen los participantes) responsable de los cables; para añadir contexto, y datos; para dar promoción a esas filtraciones y que no pasaran desapercibidas. Ahora esas entidades periodísticas desautorizan a Assange porque está difundiendo cables sin redactar, y Assange desautoriza a The Guardian por publicar lo que suponía que era una clave de acceso desactivada para acceder a los archivos (aunque quién es responsable de la disponibilidad de todo el archivo es otra cuestión). Assange se ha autocalificado periodista; ahora los periodistas le repudian. Dicen que está violando sus estándares, aunque que yo sepa no hay una regla que cubra estas situaciones, a no ser quizás el Juramento Hipocrático: No hagas daño.

¿Qué es pues el periodismo? Yo lo defino ampliamente (algunos dirán que demasiado ampliamente, pero siempre temo que mi paraguas no sea lo suficientemente grande). Yo digo que el periodismo ayuda a una comunidad a organizar su conocimiento, de modo que le ayude a organizarse mejor. Y digo que una comunidad puede ahora compartir su información sin nosotros, por lo que los periodistas debemos preguntarnos cómo añadir valor a ese intercambio. Utilizo a Andy Carvin como un ejemplo que añade valor a través de la investigación, las preguntas, los desafíos, y que aporta contexto y atención a la corriente de testimonios que ya fluye alrededor del mundo sin él. Pero durante ese proceso viola numerosas reglas, pasando información antes de saber si es cierta, para acercarnos más a lo que es verdad.

De verdad, ¿qué es periodismo? ¿Importa? Llevo mucho tiempo diciendo (desde que me niego a usar el término “periodismo ciudadano”) que es un error definir el periodismo en función de quién lo desempeña, ya que cualquiera puede cometer un acto de periodismo. Cualquiera puede compartir información. Siguiendo este planteamiento, Arrington y ciertamente Blodget están cometiendo actos de periodismo, ya que recopilan y comparten información de manera bastante efectiva. Las noticias en televisión son menos efectivas. Wikileaks es quizás demasiado efectivo.

Entonces ¿qué demonios es periodismo? Dave Winer dice que no importa. Sostiene con solidez que “el periodismo en si mismo se ha vuelto obsoleto”. Mathew Ingram replantea lo que dice Winer, preguntándose si no será que el periodismo está obsoleto porque nadie lo puede hacer.

En un maravilloso intercambio de correos electrónicos entre miembros del comité asesor del Journal Register (del que tengo el honor de ser miembro) debatimos sobre las nuevas reglas sociales de The Washingon Post. Jay Rosen dijo, en la típica abstracción básica  que intento aprender de él, que “el trasfondo de todas estas reglas es: ‘Nosotros estamos al frente. De verdad… ¡lo estamos!’”. ¿Es eso lo que los periodistas están haciendo cuando establecen reglas sociales o dicen que Arrington o Blodget o Wikileaks violan los cánones periodísticos (o cuando yo digo que lo hacen los informativos de televisión)? Los que establecen las reglas dirán que las reglas definen su trabajo. Las reglas intentan proteger de las consecuencias de un criterio erróneo. Quienes están sometidos a reglas (o aquéllos a los que nosotros los periodistas querríamos someter a ellas) dirían que las reglas son una forma de ejercer el poder y a veces de excluir. En el hilo de e-mails recordé lo mejor y lo peor de mi época en Time Inc., cuando me salvé no gracias a las reglas, sino a la integridad de una directora, por los principios que tenía.

A medida que voy pensando al escribir este post (un proceso que obviamente no ha terminado) publiqué un tuit: “La información, cada vez más, llega de no-periodistas que no han firmado el compromiso”. A lo que Chris Tolles, de Topix, respondió: “Esto es clave. El periodismo ya no es el guardián. Las protestas de los periodistas sobre esto es proteccionismo gremial”. Ahí está el peligro de establecer reglas: son, en un amplio sentido de la palabra, limitadoras.

El periodismo no viene definido por quien lo hace; y quien lo hace no define el periodismo.

Así que maldita sea ¿qué es periodismo?

No lo sé.

Sé que la gente puede intercambiar información y conocimientos más fácilmente que nunca. Creo que se necesita a alguien que añada valor a ese intercambio. Y espero que ese “alguien” puedan ser periodistas, que utilizarán  recursos escasos sólo para añadir valor. Espero que sus esfuerzos puedan ser sostenibles (es decir, que puedan comer; esa es la razón por la que hago lo que hago sobre periodismo emprendedor). Pero creo que necesitamos preguntar (no rechazar, sino reconsiderar) todo lo que se da por hecho: qué es el periodismo, quién lo hace, cómo añaden valor, cómo generan y mantienen la confianza, sus modelos de negocio. Me estoy planteando si deberíamos incluso reconsiderar la palabra periodismo, ya que lleva más carga encima que un Dreamliner. Estas no son preguntas que vea que se plantean Arrington, Blodget y demás. ¿Les importa? Vosotros me diréis.

:ADEMÁS: Jay Rosen, tal y como esperaba, resumió la discusión añadiendo su abstracción. En sus comentarios escribe: “A los usuarios no les preocupa tanto el ‘periodismo’. Eso es el nombre que le dan quienes lo producen. Noticias, información, ‘qué está pasando’, la exigencia de responsabilidades, estar en contacto, alertas, ‘dime simplemente lo que necesito saber…’. Sí. A los usuarios les preocupan esas cosas. ¿Periodismo? No tanto”.

De acuerdo. La pregunta sobre qué es y no es periodismo se la hacen los periodistas. No tiene nada que ver con las preguntas que se hace el público. Y el trabajo del periodista, supuestamente, es responder a las preguntas del público. ¿Desconectado, eh?

: Y en la también animada discusión en este post de Google+ Davis Saas muestra una perspectiva interesante:

Sostengo que el periodismo nunca fue más que un concepto académico (como la Teoría de las Formas de Platón), que nunca existió realmente excepto como un concepto vago en libros de ciencias políticas. La realidad es que yo recibo información de muchas fuentes: por observación directa, de amigos, en actividades de entretenimiento, de políticos, del gobierno, de los medios, de expertos/propagandistas. Periodismo es la ingenua creencia de que debo confiar en cualquiera de esas fuentes más o menos que en otras… No se debe de confiar en la información de NINGUNA fuente. Creer lo contrario es abdicar de nuestra responsabilidad individual de buscar la verdad.