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Periodismo al azar

Escrito en junio de 2000 para el Boletín de Periodismo.com Nº 28

«Para ser periodista, agarrá una silla, sentate al lado del Obelisco y mirá qué le pasa a la gente». La frase pertence a Mario Bernaldo de Quirós y es citada en el libro «Crónicas Ejemplares», una recopilación de los artículos publicados por el periodista argentino Enrique Raab entre 1965 y 1975.

Una recorrida por los trabajos de Raab (uno de los cien periodistas desaparecidos durante el Proceso) lo muestra erudito y divertido, profundo y frívolo, narrador y obsesivo con los datos, siempre con un estilo impecable. Capaz de atrapar al lector tanto con un reportaje a Bertrand Russell como al describir una conversación de dos señoras en la rambla de Mar del Plata, Raab nos demuestra en cada artículo que no alcanza con sentarse en el Obelisco a mirar a la gente pasar para ser un buen periodista, que no basta con poner en una frutera una banana, una manzana y un racimo de uvas para transformarse en pintor de naturalezas muertas. Es en la mirada del pintor -y no en la frutera- donde está el cuadro.

Cualquiera puede atrapar al lector con la crónica de un asesinato, pero pocos pueden cautivarlo con «los tomadores de sol en el Botánico», como alguna vez lo demostró Roberto Arlt.

Un ejemplo de constancia en este sentido es el del periodista David Johnson, que hace 16 años hace honor a este concepto desde su columna semanal en el «Morning Tribune», un diario de Idaho. Cada viernes, desde el 6 de enero de 1984, publica su columna «Everyone Has A Story», que consiste en seleccionar de la guía telefónica local a una persona al azar y realizarle una entrevista. Ya lleva publicadas más de 800 y su espacio es un verdadero suceso que fue imitado por diarios locales de todo el país.

«Frecuentemente la gente me dice ‘mi vida no es interesante para publicar en un periódico’, pero yo no acepto un ‘no’ tan fácilmente», explica Johnson, «no pienso que la gente sea aburrida, si la historia no funciona, me culpo a mí mismo, soy yo quien no está haciendo bien las preguntas».

La técnica de las entrevistas al azar fue llevada mas lejos por la televisión nacional. El periodista Steve Hartman recurre a un mapa, un dardo y una guía para producir su segmento dentro del programa de CBS «The Early Show»: arroja el dardo al mapa, luego viaja al pueblo más cercano a la zona donde el dardo aterrizó y, como Johnson, marca un número al azar de la guía telefónica local. Usualmente debe hacer cuatro o cinco llamados hasta encontrar a alguien que acepte ser entrevistado. Hartman es un esclavo del azar, nunca cuestiona los resultados, aunque pueda pensar que el entrevistado no sirve, «empecé creyendo a medias en la idea, pero con casi cincuenta entrevistas realizadas puedo asegurar que la gente es más interesante y ‘noticiable’ de lo que siempre pensé», dice.

Entre los reporteados encontró a un niño de cinco años que suelta globos para que los reciba su abuela que está en el Paraíso, o una señora de 87 años que todavía sigue lavando la ropa de su hijo.

Jay Schadler es otro periodista de la misma corriente que, a través de su ciclo «Talelights», hace dedo en las rutas del país y entrevista a quienes lo levantan con sus vehículos.

«Es un nuevo género de noticias», arriesga Hartman, «es nuestra culpa como reporteros haber impuesto la idea de que se considere como noticia lo violento, lo loco o lo inusual. Hemos condicionado a la gente a pensar que ellos no son importantes, y creo que una de las cosas que más me gustan de mi segmento es que hacemos que la gente se sienta importante».

Hartman admite que Johnson fue su fuente de inspiración y, como él, cree que la guía telefónica está llena de historias sorprendentes que todavía no fueron contadas «y yo estoy corriendo lo mas rápido que puedo para contar la mayor cantidad posible».