«Dudo mucho que Internet o alguna otra maravilla tecnológica puedan detener la caída en el aburrimiento y el conformismo. (..) A nuestra pasividad se suma que estamos ingresando en una etapa profundamente masoquista. Todo el mundo es una víctima, ya sea de los padres, de los médicos, de los laboratorios farmacéuticos, hasta del amor. ¡Y cómo lo disfrutamos!» (J. G. Ballard)
¿Se acuerdan del epidodio del gobernador de New York y la prostituta? Parece que fue hace un siglo, pero pasó hace un mes. El saldo fue un cadáver político y una celebreve. En el medio, centenares de artículos, entre ellos uno de «The New York Times» con testimonios de prostitutas de lujo. El primero de ellos, de Ava Xi’an cuenta que su tarifa es de 45.000 dólares por una cita de una semana. Pero hay otro dato más llamativo que éste: empezó en el negocio «formándose» con libros comprados en Amazon. ¿Queeeé?¿Existe algo así? No hablamos de biografías ni de libros de educación sexual, sino de manuales tipo «Prostitución para dummies». Parece que sí, que existe. Intérnense en el pedagógico mundo del oficio más viejo del mundo:
«The Internet Escort’s Handbook Book 1: The Foundation», de Amanda Brooks
Amanda Brooks, ex stripper y escort independiente, enseña a dar los primeros pasos (o gateos) en el mundo de la prostitución de alta gama. Está dividido en cuatro partes: «Mitos y definiciones», «Consideraciones personales y físicas», «Su salud y límites personales» y «Cómo probar el trabajo de escort». Aquí pueden leerse fragmentos de la obra. Brooks anuncia tres volúmenes más, el próximo, listo para aparecer en junio de este año: «Publicidad y marketing».
«The Business Side of Escorting», de J. D. Roberts
Dos libros que revelan la cruel realidad de la prostitución: no lo hacen por amor, lo hacen por dinero. Tarifas, impuestos, en qué invertir las ganancias… Especialmente el segundo volumen asusta: la cantidad de información económica que da el autor deja la impresión de que para ser trola hay que tener al menos un master en Finanzas.
«In Good Company», de Kay Good
La autora dirige la agencia de escorts Goodgrrls y en 2004 ganó el premio Erotic a la mejor trabajadora de sexo (¿sabían que existía ese premio? yo no), así que está calificada para la tarea formativa. Aparte escribió un libro de sadomasoquismo para principiantes. Según la solapa, «In good company» se ocupa de todos «los desafíos, preocupaciones y beneficios» que involucran elegir una carrera en este oficio, pero también de las presiones psicológicas de mantener un trabajo en secreto de los amigos y la familia.
«Turning Pro», de Magdalene Meretrix
Doña Meretrix amplía la temática en este libro algo viejo (es de 2001). No se limita a las acompañantes, sino a todo el rango del trabajador sexual: operadora de sexo telefónico, stripper, actriz porno. Un manual para los que todavía no tienen definida su vocación que presenta los pros y las contras de cada ocupación. Algo que da para desconfiar es que después de tener todos esos empleos presuntamente bien remunerados, la autora del libro se haya dedicado a escribir y a diseñar sitios web…
El kiosco del universo paralelo
¿Cómo serían las revistas norteamericanas más conocidas en un mundo bizarro? Something Awful tomó los títulos de las publicaciones más representativas, los invirtió e imaginó las notas de tapa de cada una de ellas:
Bad Housekeeping x Good Housekeeping
Las revista del ama de cada inútil. En esta edición: «Su sillón: ¿cuánto puede esconder ahí?» y «¡Apílelos! 20 excusas clásicas para dejar los platos en la pileta»
Wireless x Wired
La revista de la revolución 1.0. Notas destacadas: «Compre productos y servicios usando su receptor telefónico» y «Grabe sus propias melodías en un disco de pasta».
Iliterate’s Digest x Reader’s Digest
Una revista para iletrados. Solo con dibujitos.
OldScientist x NewScientist
Las viejas creencias estaban acertadas: «Indisputables evidencias de que la Tierra es plana» y «¿La luna está hecha de queso? Los científicos dicen que sí», entre sus notas centrales.
seventy-one x seventeen
La revista para las señoras de las siete décadas. «¿Computadoras? ¿Nintendos? Aprenda la diferencia» y «Tips para el Bingo».
Newton tenía razón
El nivel de los entrevistados del programa de Chiche Gelblung en canal 26 no para de caer: arrancó con una excelente entrevista a Clara Rojas, ex-rehén de las FARC, contando sus meses de cautiverio. Anteayer estuvo Ximena Capristo revelando que tiene un labio hinchado por un golpe y ayer una tal Vanesa Carbone explicando por qué se hizo un test de embarazo en tv. ¿Todavía se puede ir más abajo?
Imaginemos que en un foro de cine alguien quiere conseguir la película «El nombre del juego». Busca en los listados, pero la única que ve con Travolta y Danny de Vito es «Cómo conquistar Hollywood». ¿Cómo sabe si es el título que está buscando o una secuela?
El brete lo resuelve akas.imdb.com un subdominio especial de Internet Movie Database. Basta con ingresar el título que queremos consultar y en los resultados obtendremos cómo se llamó la película en todos los países en los que se estrenó, el título original y el título que tuvo antes de su estreno. En el caso del ejemplo, confirmaremos que los dos títulos son de la misma película, «Get Shorty», uno de Argentina y el otro de España.
Ah, y «Noivo Neurótico, Noiva Nervosa» es el título para Brasil de una película que mientras se producía iba a llamarse «A Roller Coaster Named Desire», «It Had to Be Jew» y «Anhedonia» y que en Argentina y Venezuela se llamó «Dos extraños amantes», pero que Woody Allen terminó bautizando «Annie Hall».
Lapsos momentáneos de incerteza
«Entre el buscar y el encontrar reside la tensión de la vida humana» (Martín Buber)
«¿Quién inventó las escaleras mecánicas? Escalones que se mueven. La gente sube y baja por escaleras mecánicas o en ascensores, conduce coches, tiene garajes con puertas que se abren tocando un botón. Luego van al gimnasio a quitarse la grasa. Dentro de cuatro mil años, no tendremos piernas, nos menearemos hacia adelante o quizá simplemente rodemos como rastrojos que lleva el viento. Cada especie se destruye a sí misma.» (Charles Bukowski)
Un recurso de muchos periodistas políticos, Lanata incluido, es comparar la plataforma electoral o la campaña publicitaria de un candidato con sus resultados luego de asumido. A un mes de la aparición del diario de Jorge Lanata, ¿por qué no contraponer la pieza publicitaria del lanzamiento con los resultados de los primeros 30 días de Crítica? ¿Cumplió el candidato Lanata con lo que prometía?
El nombre: en todas las entrevistas previas al 2 de marzo, Lanata daba a este nuevo diario un aire fundacional dentro del periodismo. Pero tozudamente se aferró a un nombre que remitía a un proyecto creado hace casi un siglo (el mítico «Crítica» de Botana), que para peor, ya estaba registrado, con lo que consiguió la situación inédita de dos medios con el mismo nombre en los kioscos. ¿Por qué este capricho inicial en lugar de ponerle un nombre nuevo, acorde con un proyecto que hace de la originalidad una bandera?
Las letritas cortadas: el poco feliz aviso de más arriba opera a modo de declaración de principios, pero no se entiende si Crítica iba a ser la suma de lo mejor de cada diario o si, por el contrario, iba a tener lo que al resto le faltaba. En cualquiera de los dos casos, presentarse a sus lectores potenciales a partir de las fortalezas o debilidades del resto, habla mucho del resto pero poco de uno. Y, de nuevo, tampoco es un punto de partida ideal para un proyecto que se pretende renovador.
Los videos de la soberbia: además de este aviso, antes del lanzamiento, desde Lanata hasta el que limpiaba los baños se presentaron con un video. De nuevo este original recurso sirvió para inflar las expectativas sobre Crítica («nunca los inodoros estuvieron tan limpitos en una redacción»). Pero estas promesas electorales se pincharon en el discurso de asunción, cuando Lanata en la fiesta de lanzamiento en la Facultad de Derecho dijo que por ahora Crítica «será malo. Prometemos un buen diario dentro de dos años, mejor en cinco tal vez». OK, en cinco años lo compro.
La letra C: el acróstico empieza con la C del logo de Clarín y, al lado, la leyenda «llega un diario que no solo informa». Esto está implicando que Clarín solo informa, lo que de entrada no es cierto: sabemos que Clarín a veces informa, muchas veces omite informar y cada tanto desinforma. Y también nos dice que Crítica va a informar y algo más. Pero como no se dice cuál sería la otra función además de informar, no podemos reprocharle no haber cumplido.
Pero sí podemos analizar si informa o no, viendo si está a la par o se adelanta a sus competidores con la agenda informativa. Claro que alguien podría objetar que informar primero no necesariamente es la vara que mide informar bien (García Márquez dijo «La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor»). No es lo que piensa Crítica:
Con este criterio, a un mes de su aparición, podemos decir que cumplió más que dignamente en política y defraudó en espectáculos, donde a veces las notas que salían en el resto de los diarios se leían en Crítica uno o dos días después. No sé si es una buena estrategia pelear en el mercado desde el lugar de los que llegan primero, sobre todo porque es gráfica, que frecuentemente llega después que la tele, la radio e Internet. Además, Clarín muchas veces le va a ganar en primicias por estructura y por interés de las fuentes.
La letra R: el palo a La Razón es «llega un diario que no se regala». Juegos de palabras aparte, es cierto que La Razón se distribuye sin costo, pero Crítica también. Todos los días ofrece sin cargo la edición completa para descargar en formato PDF, es decir tal y como se vende en los kioscos. Es decir: se vende y se regala.
La decisión de ofrecer estos PDFs fue muy elogiada en varios blogs. No estoy muy seguro de que sea un acierto: el formato de PDF para el archivo no indexa al diario en los buscadores, esconde las páginas en HTML de los números viejos (no pude encontrar varios artículos antiguos usando el buscador del sitio ni los buscadores convencionales), los blogs no pueden linkear a contenido anterior, hay que tener el plugin instalado para poder leerlo, y para leer sólo una nota hay que bajarse el PDF completo que pesa alrededor de 4 MB.
La letra I: en la letra correspondiente a Crónica se lee en el aviso «un diario que no fabula». Tomándome la libertad de equiparar fabular a narrar (la RAE dice en su segunda acepción que fabular es «inventar, imaginar tramas o argumentos»), sirva este punto para analizar otra de las grandes promesas de Crítica: el periodismo narrativo. El renunciado Caparrós había anunciado que intentarían hacer de la crónica una constante del diario. Salvo su presencia en la revista dominical y en algunas notas específicas (pero en las mismas proporciones que Clarín, Perfil o Página/12), el llamado «nuevo periodismo» sigue siendo una promesa de campaña.
La letra T: Usan la T del Cronista para decir que es un diario que «no segmenta». ¿Por qué está mal segmentar? Salvo Clarín, todos los otros diarios se dirigen a un público acotado. No estaría mal que con el tiempo Crítica fuera ajustando un poco mejor al lector al que se quiere dirigir. Todos es igual a ninguno.
La segunda I: es del logo de Perfil y comunica que con Crítica «llega un diario que no se hace esperar al fin de semana». Esta idea se refuerza con la campaña que vienen haciendo casi desde el primer día:
¿Rarísimo? Tan raro no es: Perfil es el único diario que no sale todos los días, en todo caso lo raro es lo de Perfil. Pero esto sirve para preguntarse otra cosa: ¿tan equivocado está Perfil? ¿no sería una buena idea para un diario de este tipo salir sólo los fines de semana? La primera época de Perfil (con muchos paralelismos con el actual Crítica) era diaria y terminó cerrando. Ahora sale solo los fines de semana y se mantiene. No conozco las cifras de venta, pero descuento que Crítica vende mucho más durante sábado y domingo que el resto de los días. Imaginen las mejores notas de Crítica de toda la semana concentradas en dos días: ¿no sería un producto mucho más sólido?
La segunda C: dice «llega un diario que no le habla solo a la gente como uno». Esto es verdad, Crítica está en las antípodas del lector conservador de La Nación. Por ejemplo, en sus páginas se leen notas sobre sexo y drogas sin eufemismos, prejuicios ni tabúes. También es cierto que este tratamiento tal vez espante a la mayoría de los anunciantes y que un lector joven es más permeable a este tipo de contenido: justo el lector que no lee diarios y que, de hacerlo, los consulta gratis en Internet.
La A: al final le toca a Página/12 con «llega un diario que no cambia de opinión». Aunque la «opinión del diario» es difícil de fijar por carecer ambos de editoriales, es evaluar la coherencia de un mes contra los 20 años del otro diario fundado por Lanata. En todo caso, Página/12 ha sido bastante coherente en estos últimos cinco años…
Terminó la primera temporada de «Californication» en el cable. No me gustó. La historia de Hank Moody, un escritor interpretado por el troncazo de David Duchovny, está lejos del nivel de las mejores series de los últimos tiempos. Los personajes son unidimensionales, poco creíbles. La elección de la pareja central es desacertada. Las frases de este escritor son soltadas como si fueran una gran genialidad y no dejan de ser lugares comunes un poquito mejor formulados y más escandalosos. Los argentinos ya habíamos leído la trama del escritor/periodista sexópata y solitario, pero menos plástico y más querible, en el Loco Chávez en la contratapa de Clarín de los ’70.
Los medios la ensalzaron y me decidí a verla por una recomendación de Casciari. Aunque gracias a Espoiler descubrí grandes series como «Damages» o «Dirty Sexy Money», también me ensarté con bodrios como «Carpoolers».
Además de Californication, hay otras tres series que están, a mi criterio, infladas por la prensa. Y, a la vez, otras cuatro que rara vez son comentadas y que vale la pena seguirlas:
Las sobrevaloradas
Casciari la llamó «una obra de calidad excepcional». Para Rodrigo Fresán son «los mejores 22 capítulos sobre la televisión en muchísimos años». A mí esta historia que cuenta los entretelones de un programa de humor me pareció pretenciosa, snob, sensiblera y con un argumento que empieza sólido pero se desmorona capítulo a capítulo hasta terminar, en los últimos cuatro, convertida en un teleteatro patriotero y de baja estofa.
Ingeniosa para ver un par de veces, después termina cansando. Después de Los Soprano las series que pretendan superar el umbral de mediocridad ya no pueden darse el lujo de tener protagonistas tan chatos y que no evolucionan. Eso sí, el capítulo dirigido por Tarantino está a la altura de sus mejores películas.
Esta comedia de un detective obsesivo compulsivo tiene un gran problema: su protagonista Tony Shalhoub no es gracioso. Y, lo peor, nadie le avisó.
Las subvaloradas
Excelente. Logra lo que «Californication» y «Studio 60» no consiguieron: el equilibrio perfecto entre comedia y drama. Logra lo que «Desperate Housewives» prometía pero no cumplió: narrar el estilo de vida de los barrios residenciales yanquis desde una mirada crítica pero a la vez sin moralina. Hace reír sin chistes, hace llorar sin golpes bajos. Cuanto peores son sus personajes, más queribles se vuelven.
2) It’s always sunny in Philadelphia:
También excelente. A tal punto es ignorada, que ni siquiera tiene página en español en Wikipedia. Pero junto con «Curb your enthusiasm», son las únicas dos sitcoms dignas herederas de «Seinfeld». No hay tabúes para este programa, todo es digno de burla para ellos. Danny de Vito está metido en el medio, lo que es garantía de calidad. Este lunes FX empieza a emitir la nueva temporada, no se la pierdan.
En esta serie sobre la vida de Vincent Chase, una estrellita de Hollywood, y sus amigos sí coincido a pleno con Casciari cuando dice «Entourage tiene toda la estética de las series que no me gustan demasiado. Intro juvenil con coche descapotable incluido, demasiada gente joven y guapa, mansiones despampanantes, lujo y glamour. Sin embargo me he tragado casi cincuenta episodios en dos años y jamás me aburrí. Todo lo contrario.». Lo mejor: Jeremy Piven como Ari Gold, el agente de Vincent. Un programa ideal para lavarse el cerebro después de un mal día sin tener que recurrir para eso a la chatarra de la tv abierta.
Otra ninguneada por Wikipedia en español. Es una sitcom tradicional sobre dos matrimonios: uno de recién casados y otro que ya lleva varios años soportándose. Una especie de «Married with children» aggiornado. Lo imperdible de este programa son Brad Garrett y Joely Fisher, dos comediantes de por sí buenos, pero que juntos son dinamita. Además de la catarsis lógica para toda pareja con mucho tiempo compartiendo el mismo techo. La pasa Sony.
Street View es una funcionalidad de Google Maps que acerca el nivel de zoom a tal punto que pueden verse en 360º fotos de calles con este nivel de detalle:
La foto de arriba se puede navegar con el mouse sobre ella como si estuviéramos caminando por South Beach y acercase o alejarse con el zoom, por ejemplo para ver más de cerca los rostros de esos cuatro muchachos que conversan tan animadamente.
Si la llegada de las vistas satelitales de Google Maps preocupa a algunos gobiernos, previsiblemente este servicio aterra a los individuos. Vean sino a este ciudadano escrachado a la salida de un cabarute gracias a Street View:
O a un marido que confía ciegamente en su esposa, hasta que ve en Street View una foto del balcón de su casa en la que un desconocido se escapa:
Ahora Gawker descubrió lo que parecería ser una operación de venta de droga en Chicago capturada desde todos los ángulos:
A las pocas horas, Google removió las imágenes de Google Maps como se comprueba en este link. ¿Por qué habrá sido?
Y ya saben, si van a vender droga, no se olviden de la gorrita.