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La era del entretenimiento – plazademayo.com

Por Adriana Amado

En esta entrevista con plazademayo.com, Omar Rincón aporta algunas claves de lectura para entender el panorama mediático y cultural latinoamericano: “La cultura política latinoamericana está hecha más de religión, de telenovela y de fútbol que de ideologías y de partidos políticos”

 

 

Omar Rincón es un intelectual de los mejores de estos días. Pero es un intelectual a contrapelo. Contrariamente a los que hacen sus colegas prefiere definirse como un comentarista de actualidades más que un analista, un ensayista más que un investigador. Así reniega de títulos pomposos, de la apariencia reconcentrada y de la mirada amargada con que los intelectuales suelen analizar los medios de comunicación y la sociedad, y en esa reinvención trae un saludable aire fresco para pensar un campo que se ha puesto un poco denso en Latinoamérica. Inspirado en la telenovela explica la política; escuchando Calle 13 propone una explicación de la protesta social; intrigado por el éxito de El Chavo del 8 busca preguntas para describir nuestras sociedades. Eso sí, no lo busquen en las redes sociales, porque por ahora prefiere dedicar su tiempo y energía a observarnos más que a expresarse él mismo. Justo él que nos explica desde esta nueva “sociedad expresiva de masas” a la que pertenecemos. Conocí a Omar hace un par de años a raíz de una actividad académica que organizaba (es profesor en la prestigiosa Universidad de los Andes, en Bogotá) y luego comprobé su intenso compromiso con las problemáticas latinoamericanas desde su gestión en el Centro de Competencia en Comunicación de la Fundación Friedrich Ebert. Después, las periódicas convocatorias a cursos y asesorías en Argentina me permitieron constatar su generosidad para compartir ideas y su predisposición a ayudarnos a entender mejor esto que pasa con los medios, especialmente la televisión, y la sociedad. Como se ve en esta entrevista.

 

 

AA: Me quedé con una frase que mencionaste en una charla que tuvimos otra vez que me encantó: vos decís que, en un momento, se subvirtió el orden y a la escuela se le pidió ser entretenida y a la televisión, que se dedicara a educar ¿Cuándo pasó eso?

 

OR: Pues yo no sé cuándo exactamente paso. Pero lo que sí paso es que el entretenimiento se convirtió en el macro discurso contemporáneo. Ahora todos tenemos que ser divertidos: uno tiene que ser papá divertido, amante divertido, político divertido, o sea, como que el entretenimiento es el principio de buen gusto. Entonces, cuando comienza a pasar eso, vamos a buscar donde están las claves del entretenimiento para ver cómo es que uno es divertido. Cuando vamos a buscar las claves del entretenimiento encontramos que el gran aparato que pone en énfasis el entretenimiento es la televisión y aparte de la televisión, el mundo del espectáculo y el mundo, digamos, construido en Estados Unidos, es decir, sería como una versión norteamericana del mundo. A partir de eso comienzan a aparecer los feligreses de ambos bandos. Los que defienden el entretenimiento y los que lo atacan por imperialista o por mal gusto o por baja pasión. Hasta ahí, todo era normal, porque la televisión ya había fracasado como medio educativo, estaba medio fracasando como medio informativo, porque nos había demostrado que no servía para informar.

En ese momento también hay una crisis en la escuela. La escuela no estaba sirviendo básicamente porque la escuela no estaba formando a la gente en los saberes básicos para ser competente en la vida cotidiana. A los niños y a nosotros nos gusta ir a la escuela, al colegio o la universidad, pero lo que no nos gusta es entrar a clase. La hora del recreo es buenísima porque uno conoce amigos, tiene rituales de iniciación maravillosos, de drogas, de amistad, de política, de sexo, de una cantidad de cosas. Eso es lo que hace agradable a la escuela. Pero entonces, los teóricos dijeron que no, que lo que pasaba era que los maestros eran aburridos y entonces comenzaron a tratar de que se volvieran maestros divertidos. Tanto que ahora en Ecuador, escuché una idea que me pareció maravillosa, que una profesora dueña de una universidad dijo que ella escogía maestros integradores. Y entonces le dije: “¿Qué es un maestro integrador?” “Que prefiero que sea divertido a que sepa”. Entonces yo dije: “¡ya estamos mal!”. Estamos re mal porque se trata de lo contrario. Y creo que el problema fue exactamente eso. Porque los grandes maestros no son los que hacen reír sino los que hacen pensar y el pensar también es afectivo y emocional y el contar historias, que es lo que hacía la escuela tradicionalmente y que es lo que saben hacer los maestros buenos, también es entretenido. Creo que el problema es que nos casamos con un concepto de entretenimiento, y no hay una sola forma, sino que hay múltiples formas de entretenimiento, así como hay diferentes gustos. Yo creo que esa es la parte que hay que reivindicar.

 

AA: Pero ocurre, a veces, que en la investigación académica hay una visión culposa de la televisión, especialmente para con los productos más populares que no entran en el canon aceptado por la intelectualidad. Entonces pasa que no se entiende aquello que más se consume y se le impone a la televisión una función solemne que nunca tuvo ni hay posibilidades que vaya a tener.

 

OR: Hay dos cosas claras. Una es que los que hablan de televisión en la academia, nunca ven televisión, entonces no saben de qué están hablando. Creo que es un irrespeto, me parece hay que decirlo fuertemente, porque si nosotros vamos a estudiar a una comunidad indígena, nosotros no llegamos a la comunidad indígena y somos capaces de decirle: “Ustedes son unos machistas, asquerosos, borrachos”. ¡No!, nosotros llegamos muy cuidadosamente, los miramos, les preguntamos por qué se emborrachan tanto y después decimos que es una ceremonia cultural que ellos hacen para encontrarse con sus ancestros, tradiciones, y sacamos una conclusión interesante con lo cual pueden ser borrachos dignos. O sea, primero lo entendemos, para luego decir algo sobre eso, para criticarlos o aprender algo de ellos.

Frente a los medios de comunicación en general, pero sobre todo frente a la televisión, nadie se pregunta de qué está hecho ese aparato y cuál es su forma de pensar y su forma de actuar y su forma de producir conocimiento y de narrar. Si llega cualquier persona desde afuera y le dice “Ustedes tiene que comportarse así” es un irrespeto con ese otro. Hay, por ejemplo, un señor que se llama Pierre Bourdieu, que es muy inteligente, realmente un sociólogo brillante. El fue a la televisión y dijo la televisión se comporta de acuerdo a estas características. Todo lo que dijo es verdad: que es pensamiento rápido, es decir, como estamos hablando acá, tratando de pensar con velocidad. Pero después que él hace un diagnóstico del campo de la televisión periodística y dice: “eso no es pensamiento, eso no es saber, eso no sirve para nada, eso es una porquería”. Entonces uno dice: “no es pensamiento, no es saber”… pero para la academia. Pero para la vida social de la televisión, sí es pensamiento, sí es relato que hay que construir. El primer error es que no le aplicamos a los aparatos y a los medios de comunicación la misma lógica que aplicamos a cualquier otro de estudio.

Y el segundo punto de lo que preguntabas es que hay una cosa que yo creo que tiene que ver con la religión católica, o con alguna cosa psicoanalítica, y es que la palabra entretenimiento parece pecado. Pareciera que la izquierda, los intelectuales y los pensadores no se entretienen, que son seres que siempre están profundamente pensando la realidad y que algo rarísimo pasa cuando se entretienen. Cuando ellos bailan, ellos no están bailando: están pensando a través del cuerpo. Cuando ellos fuman drogas, no están ejercitando con la mente nuevas experiencias sino que ellos están investigando las experiencias sensoriales a través de las drogas. O sea, ¡todo el tiempo parece como si el entretenimiento fuera pecado! A mí, que hablo mucho de este tema, me dicen por ejemplo, “Pero cambiemos el nombre, digamos que es divertimento, digamos que es amenidad, digamos que son otros placeres”. No, ¡es entretenimiento! ¿Por qué es pecaminosa la palabra entretenimiento? Ahí pasa la tercera cosa que me parece que es gravísima. Un ejemplo concreto, aquí en Argentina se reivindica lo popular. Aquí todo es popular. El gobierno popular, la comunicación popular, la religión popular, la revolución popular, todo es popular. Pero cuando hablan de lo popular, hablan de lo no comercial de los medios, o sea, lo popular es lo anti Tinelli, lo popular es lo anti Telefé, lo popular es lo anti comercial. ¡Y resulta que lo popular, lo comercial está hecho de lo popular! Si Tinelli es exitoso es porque recupera matrices, gustos y formas de disfrute de lo popular. Pero queremos pasar del otro lado, y queremos educar lo popular, el pueblo, a través de lo ilustrado porque, lo reivindicamos como concepto y le desdeñamos como realidad. Es como una cosa bipolar: por un lado, nos gusta el pueblo, nos gusta lo popular, pero no nos gusta ni cómo piensa, ni cómo actúa, ni cómo siente, ni sus gustos.

 

AA: Es como si cierto grupo ilustrado dijera “No puede ser: le vamos a explicar cómo tienen que pensar”…

 

OR: …Y le vamos a explicar cómo es que tienen que tener buen gusto para que sea mediático. Pero eso solamente pasa con lo mediático, porque en lo político nadie hace problemas. El político va y se viste como el pueblo, y nos parece bien. El político ya no habla como los teóricos ni como los politólogos ni como los demócratas sino que habla como la telenovela, y nos parece bien. En todas partes nos parece bien retomar las estéticas narrativas y éticas populares menos en la comunicación. Esto es una cosa muy rara porque parece que la comunicación es como el gran espejo en el que cuando nos vamos a mirar no nos gusta lo que nos miramos ahí. Y ese es un problema.

 

AA: Quizás sea porque los medios, más que un espejo, son como una especie de mimo. Viste lo que pasa cuando te agarra un mimo en un parque y empieza a hacer monerías, a imitarte, ¡es muy molesto! Pareciera que el reflejo de la televisión es más una caricatura, que en el fondo se nos parece bastante.

 

OR: Sí, es una caricatura, y como toda caricatura tiene verdad y yo creo que es una caricatura tan bonita que nos saca nuestros peores rasgos o nuestros rasgos más sobresalientes. Y cuando nos vemos, lo que todos decimos es “yo no soy ese”. Pero esto es lo que pasa a los ilustrados. En cambio, los sectores populares, dicen: “Sí, no somos eso, pero es lo que queremos ser”. O sea, uno niega y el otro desea. Entonces entramos en una confrontación con el aparato que es complicadísima de resolver. Mientras no podamos hacer televisión pública, educativa, cultural, pero buena, donde la gente desee estar en esa pantalla y desee vincularse e identificarse con esa pantalla, no tendremos televisión para transformar a nadie, porque hacemos televisión que ni siquiera nosotros vemos.

La otra cosa clarísima es que los intelectuales que hacen televisión y medios de comunicación ni los leen, ni los ven, ni los oyen. Entonces ellos ya cumplieron con su función expresiva para que otra gente los oiga, con lo que estamos en una función evangelizadora o educativa que no se cumple.

Pero hay otra cosa que es interesante en el caso de Ecuador. Como ahora estamos en la lucha por el relato, en todos los países de América latina luchamos por re inventarnos la historia, lo cual es buenísimo porque estamos preguntando de dónde venimos y para dónde vamos. En Ecuador hay un héroe que se llama Alfaro que fue un político realmente brillante, avanzadísimo. En ese país dió el voto femenino a comienzos de siglo y realmente creó un espíritu socialista progresista muy bueno. Pero después vino otro héroe, que se llamaba García Moreno, católico, conservador, aristócrata, burgués que acabó con todo lo de Alfaro. Entonces, el presidente actual de Ecuador, Rafael Correa, reivindica que es seguidor de Alfaro, o sea de Alfaro sigue Rafael Correa. Pero salió una caricatura que es muy buena que cuando el presidente Correa se ve en el espejo, el que aparece es García Moreno. O sea, Correa cree que es Alfaro, pero cuando se ve en el espejo aparece García Moreno, que era católico, cristiano, apostólico, creía en unos valores a ultranza, como Correa. En el fondo, uno quisiera verse al espejo y verse como está pensando, pero en su actuación termina por ser otra cosa.

Cuando Bourdieu hace el libro “Sobre la televisión” dice a raíz de una participación en un programa: “Yo intelectual, controlo el discurso de la televisión, o sea, yo sí no voy a hablar en slogans, no voy a hablar con preconceptos, yo le impuse que la cámara no se moviera, le impuse no tener tiempos de modo que voy a hablar lo que yo quiera, yo impongo los temas…” O sea, dijo: “Yo controlé la televisión”. Cuando uno mira el libro, la experiencia es maravillosa porque, como él sabía que estaba en televisión, habló todo supercoherente, entendible para todo el mundo. El que lee ese libro y entiende todo lo que dice Bourdieu, con lo que es maravilloso porque resultó que la televisión lo dominó porque lo obligó a hablar simple. Al final del libro, con las dos transcripciones de las dos conferencias, anexa el ensayo académico que escribió sobre lo que él habló en televisión. Ese ensayo académico no lo entiende nadie. Parece de otro asunto.

Entonces, la conclusión que uno saca es la televisión le ganó, lo dominó porque lo obligó a ponerse en otro discurso, a hablar de otra forma y esa es la fuerza de estos aparatos. La fuerza de la Internet, de lo que estamos haciendo, la maravilla de estar, por ejemplo, aquí frente a una cámara que obliga a que nos preguntemos cosas pero que tengamos que intentar un ejercicio de comunicabilidad, lo mejor que podamos. O sea que toca pensar qué cosa vamos a decir, no en función del pensamiento sino de la comunicabilidad.

 

AA: Bueno, pero entonces pasó que todas esas teorías acerca de la manipulación de las masas que todavía tienen cierto eco en mucha clase intelectual habría que reformularlas. ¡Porque quien terminó siendo manipulado fue la propia elite! Como vos bien decís, hasta la política juega a la telenovela, o sea, termina comprando ese modelo de comunicación que en la teoría detracta…

 

OR: Claro, lo que pasa es que no se han dado cuenta que siempre estamos obsesionados con los contenidos, el otro problema intelectual. Los intelectuales pensamos que todo es un asunto de contenidos y de valores, o sea, todo el tiempo miramos cualquier cosa y por eso la obsesión con analizar la prensa. Por eso sacamos la frase y la analizamos y la ponemos un Power Point gigante para decir: “Mire este tarado mental, mire cómo hizo esta construcción tan mal hecha”. O sea, analizamos los contenidos, cuántas veces me nombró, cuántas veces nombró al otro, qué quiso decir Cristina cuando dijo tal frases en cientos de miles de ensayos, como si hubiera hablado Dios. Entonces hay una sobreinterpretación de los contenidos.

No se han dado cuenta de que el problema de la comunicación mediática no son los contenidos sino, sobre todo, es el cómo se cuenta el cuento. Y ahí es donde domina: entonces los presidentes hoy hablan como la televisión, asumen las formas del relato televisivo como forma de gobierno. Automáticamente nosotros, los de la academia estamos enfocados en el análisis de contenido cuando tendríamos que estar más enfocados en análisis retorico narrativo, argumentativo, de los medios de comunicación, que es donde los medios tienen una fuerza mucho más potente para ese asunto. Creo que la academia se ha quedado estudiando contenidos, como estudiamos todavía los libros, como estudiamos las ideologías, pero no nos damos cuenta de que en las formas está la potencia comunicativa y el gran impacto de los medios. El impacto de los medios no está tanto en qué pensamos, sino cómo pensamos de las cosas. El impacto de los medios no está en que nosotros hablamos de lo de los medios hablan sino que hablamos como hablan los medios.

Umberto Eco ya lo demostró en el año 1967, cuando hizo un articulito que se llamaba ¿Perjudica el público a la televisión?. Ahí demostró que la televisión afecta no en contenido sino en formas de pensar las cosas. En el fondo lo importante para pensar, lo que a mí me preocupa hoy, es qué ritual propone cada uno de estos medios. Cuál es el ritual del Twitter, cuál es el ritual que propone el Facebook, cuál es el ritual de la televisión, porque si tenemos claro esto, sabemos cómo actuar. Si esta entrevista fuera en televisión, o sea, Televisión 1.0, el pobre televidente ya hubiera cambiado de canal hace rato, porque estaríamos hablando muy largo…

 

AA: O a esta altura ya tendríamos que haber ido a un corte o haber anunciado el patrocinador…

 

OR: O haber hecho como Tinelli: gritar y brincar y hacer alguna cosa para que no se me vayan los espectadores. Porque el ritual básico de la televisión es relajamiento. El televidente comienza viendo un programa y termina cayéndose, quedando como a mitad de sueño. Cuando está uno en Internet, uno sabe que esos aparatos vienen con un ritual rarísimo, que uno no puede estarse quieto. La gente puede estar viendo esta entrevista, al tiempo está chateando, buscando una página, contestando un email. Internet es como un aparato que viniera con un motorcito que obliga a uno a abrir pantallas y oprimir links ¡No sé por qué! O sea, es como que el ritual obliga. Si estás en Twitter, le sale el pensamiento aforístico que uno tiene. En Twitter uno siempre quiere mandar una frase brillante y nunca le sale pero uno lo intenta y trata de contestar de la manera más brillante que se lo ocurra en el momento. Si estoy en Facebook, lo que busco es amistad: qué amigo voy a encontrar, a quién poner la manito y decir: “Ese tipo me gusta”. Otro manda ¡Péinese!

La pregunta es qué rituales propone cada aparato con su mediación para ver cómo comunicamos dentro de ese ritual. Lo que al mundo contemporáneo le está pasando es que está urgido de ritualizaciones, para no llamarlo de religionalizaciones. Ir a un concierto tiene un ritual que lo gozamos maravillosamente. Aquí en Argentina ir a fútbol, ir al rock, ir a las marchas políticas, es un ritual impresionante que se repite en todas las partes.

El gran éxito de las iglesias evangélicas es que ritualizaron de nuevo la religión y eso es una maravilla. Y el grave problema de la universidad y de la educación, es que desritualizamos el acto educativo. Pasa con las conferencias que las desritualizamos. Nos quejamos de que la televisión no jodió el mundo y las conferencias de los intelectuales, parecen canales de televisión. Porque uno va a una conferencia y son quinces mesas en quince salas distintas, como si fueran quince canales. En cada canal, están pasando un tema: aquí, ciudadanía y comunicación; en este: políticas del nuevo milenio…

 

AA: ¡Y los asistentes hacen zapping porque van pasando de una sala a la otra!

 

OR: Uno va pasando, entra y mira, y si está aburrido, pasa al siguiente canal. Además en una mesa de una hora, ponen seis ponencias en la cual un académico tiene que contar en cinco minutos la tesis de su investigación, los resultados que concluyó y además divertir al auditorio. ¡Tendríamos más tiempo en televisión! Esta charla es mejor que estar en un congreso porque aquí por lo menos podemos hablar. ¿Para qué vamos a un congreso académico si no nos dejan hablar? ¡Acabemos esta vaina y volvamos a la lógica clásica! Vayamos a un congreso donde dos intelectuales que admiremos nos den una superconferencia y hablemos entre todos acerca de la conferencia y conversemos y hagamos relaciones públicas ¡pero escuchemos una idea a fondo! Pero no estamos repitiendo en la academia lo mismo que criticamos en la televisión.

 

 

AA: Vos que viajás y tenés una suerte de mirada pancontinental, ¿los procesos se parecen bastante en cada país, o cada uno tiene una idiosincrasia en relación a esta construcción de lo público y los medios?

 

OR: Yo creo que hay tendencias comunes y tendencias divergentes. Es común en el continente, por ejemplo, que la lucha por el relato, por la historia y por el proyecto político, está pasando directa y exclusivamente por los medios de comunicación. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo para que al mismo tiempo hubieran aparecido Chávez, Correa, Evo, Lula, Kirchner, Bachelet, Mujica… ¿Por qué todos al tiempo?

No entiendo porque no era una cosa previsible: estábamos en el desencanto de la política, de la dilución de los partidos, en la despolitización de la sociedad. Estábamos en ese momento en el mundo entero y de pronto dijimos “se acabó esta vaina”. Estábamos realmente desencantados con estas cosas y de pronto aparecen estos líderes carismáticos al tiempo.

Pero ninguno se comporta de la misma manera, cada uno es un héroe local. Chávez no podría gobernar en ninguna otra parte, pero el modo de gobernar de Chávez y el modo de comunicar es igual al del resto. Se juntan en el modo de comunicar, pero son tan locales que solamente pueden ser comprendidos desde su lugar. Todos pelean con los medios, a todos los medios les dicen “nosotros tenemos la verdad”, todos saben que pelear con los medios da rating político. Todos saben que no por darles mayor lugar a los partidos políticos hacen que ellos triunfen más en su movimientismo. En ese tipo de cosas nos parecemos.

Y en todos estos ha habido un revival de los medios públicos, todos quieren medios públicos, o sean de derecha o de izquierda. Inclusive Sebastián Piñera que tiene medios, o Alan García, se dan cuenta que cuando están en el poder están muy solos y quisieran tener medios para comunicar, necesitan medios públicos para eso. Pero ven los medios públicos como un objeto de propaganda política, entonces no los han visto como algo público para construir ciudadanía. Los medios públicos de todos los países de América Latina, siguen siendo medios sin rating, sin conexión con la sociedad, sin conexión con las sensibilidades populares, siendo que sus presidentes o presidentas están superconectadas con lo popular y con el pueblo. Es una pregunta de comunicación ¿por qué si los gobernantes se conectan tan bien, los medios públicos, que deberían estar conectados con el proyecto político de cada sociedad, no se conectan adecuadamente? Y es por esta denigración de lo popular, de lo narrativo y del entretenimiento.

El otro tema que está por todo el continente es la ley de medios. Necesitamos leyes de medios en todos los países de América Latina y básicamente porque pasaron tres o cuatro cosas que no estaban previstas en ninguna ley de medios. Uno es lo tecnológico. Esto que estamos haciendo ahora en el año 2000 ni lo imaginábamos: esto de tener un medio como plazademayo.com en el que estamos hablando, que convoca más que el sitio real, la Plaza de Mayo. Eso tiene que decir algo a la sociedad. Antes esas tecnologías no estaban y hay que legislar sobre eso porque es un bien público. Lo segundo que pasó es que apareció el derecho a la comunicación y todo ciudadano tiene el derecho de fundar su propio medio. Y la tercera es que yo creo que la ciudadanía está aburrida con ser solamente audiencia. Hemos vivido unas épocas de ser una sociedad de masas, de audiencias, donde todos nos considerábamos asistentes al espectáculo. Pero estamos aburridos de ser asistentes: nosotros también queremos salir en televisión, también queremos estar en una pantalla de Internet, también queremos estar en Twitter. ¡Queremos estar!

Vamos a la sociedad expresiva de masas, donde todos nos expresamos, no importa que nadie nos vea o que nadie nos lea. Hay gente que yo conozco que tienen blogs y les pregunto cuánta gente los sigue y me dicen “dos o tres”. ¡Es muy poquito! Entonces les digo “Entre por Facebook y mándeselo a sus amigos para que por lo menos ellos lo vean”. Y me dicen “No, pero es que ni siquiera mis amigos me quieren ver”. Pero es que eso no importa: él es feliz expresándose y eso es lo que está pasando: que cada vez hay más sociedad expresándose y menos de audiencia. Pero hoy la importancia está en poder expresarnos y si eso evita que no matemos a alguien, que la rabia que tenemos no nos salga desde adentro, pues creo que está bueno. Creo que estamos trabajando la sociedad expresiva de masas. Y tenemos que hacer que esa sociedad expresiva comience a construir comunidades, como las que están saliendo a través de Facebook, de Twitter. Como que vamos armando nuestras propias comunidades y ahí ya vamos teniendo sentido del asunto.

 

AA: Ahora que mencionás lo de expresarse para canalizar algo, recordaba el último de los libros de la colección que dirigen en el Centro de la Competencia de la Comunicación [http://www.c3fes.net/publicaciones.htm]. Que justamente se llama “Vamos a portarnos mal” y tiene que ver con este ejercicio del derecho de la comunicación pero no ya a través de los medios, sino a través de la protesta, que eventualmente puede estar en los medios.

 

OR: Claro, es que yo creo que somos sociedades mudas en América Latina. Yo cuando analizo el éxito de “El Chavo del 8” ¡por qué más de 30 años! Nadie puede decir de ese programa ¡qué cámaras!, ¡qué actuaciones!, ¡qué dramaturgia tan impresionante! Ahí se acaban todas las teorías de por qué ha sido exitoso. Lo que me parece una clave de “El Chavo del 8” es que se toman en serio el lenguaje, cosa que en América Latina sabemos que no lo tomamos en serio: nosotros nunca decimos lo que queremos decir, sino que es un subtexto el que cuenta, por eso lo más importante es el tonito, la forma en que lo decimos. En el programa, al Chavo le dicen “Vete para allá”, y él se va y todos nos reímos de que él hace exactamente lo que dice la palabra, de que el lenguaje hace cosas.

Yo creo que con la protesta estamos buscando es salir de esa mudez crónica que teníamos en América Latina y en el mundo: éramos mudos socialmente. Si queremos salir de la mudez, lo que me parece buenísimo, al comienzo vamos a salir mal y vamos a salir feos, pero si practicamos, cada vez vamos a hablar mejor. Esto tenemos que pensarlo en el proyecto educativo porque resulta que hoy estamos educando a las comunidades populares para que hablen como hablamos nosotros. Les decimos que queremos que hagan radio, como nosotros hacemos radio; que hagan televisión como nosotros hacemos televisión; que hagan Internet, como nosotros hacemos Internet ¿por qué nos los dejamos a ver si ellos pueden buscar su estilo? En este sentido es que recupero lo de la protesta social.

La protesta social es un hecho de libertad de información: salir a la calle, protestar en Internet, hacer un flashmob, o sea, cualquier tipo de protesta, es un ejercicio de libertad activa. Pero el gobierno, los intelectuales, la academia, los empresarios dicen “Si se portan bien, pondremos ciudado a su queja”. Si usted va a hacer una manifestación, le dicen “No haga la manifestación y venga y hablamos porque se portó bien”. Todo lo que sea expresivo por fuera de los márgenes establecidos de expresión de la sociedad es portarse mal. Pues ¡vamos a portarnos mal todos! porque es la única forma en que nos oyen.

La idea sería que la sociedad entera se porte mal pero no se mate, por ejemplo. Eso sería una ganancia maravillosa y creo que en ese sentido la protesta social sí enseña mucho porque cuando uno ve el mapa de América Latina de cómo se protesta, es impresionante. Protestas más fuertes como las que han habido en Perú por la causa minera con Alan García, es imposible pensar: hubo cantidades de muertos y a pesar de que Alan García negoció siempre con la gente, al final nunca cumplió ninguna propuesta. Esto es como la negación de la democracia, por eso el rating de Alan García es bajo porque es un engañador de causas sociales. En Chile, Sebastián Piñera tiene el mejor equipo de Twitter y de Facebook contratado, la gente que más sabe cómo funciona. A pesar de eso, Piñera va en caída porque la sociedad decidió que no le gusta cómo están pasando las cosas y están protestando desesperadamente ¿Y quiénes son los que protestan? Los jóvenes. ¿Y por qué no se pueden controlar? Porque están usando todas las herramientas tecnológicas para organizarse. La democracia tiene que reconocer que el portarse mal no es antidemocrático, ni es un problema policial: es un problema de expresión.

En Costa Rica pasó una manifestación muy grande y se enteraron en un periódico que el Ministro de Seguridad dijo que no tenían bombas de gases lacrimógenos para controlar la manifestación. El periódico lo iba a publicar en las noticias pero el Ministro pidió que no avisaran que no iban a salir. ¿Qué pasó? Hubo una manifestación el domingo y no salió ningún policía a controlar. ¡Y fue la manifestación más festiva, más brillante! Nadie rompió una vidriera, no pintaron nada porque si uno no ve al opresor enfrente uno no tiene contra qué. El acto de expresión social es un acto de libertad. Si uno va a una cancha de fútbol y tiene siete cordones de seguridad de policías, al entrar uno ya está tan bravo que le va a pegar a alguien. Creo que la protesta tiene que ser recuperada como ámbito de la expresión y no como un problema antidemocrático, de seguridad ciudadana, un problema antiterrorista. Yo creo que hay que cambiarla y por eso a ese libro le pusimos el título “Vamos a portarnos mal”, que es de Calle 13 y es la nueva forma de protesta social en América Latina: se puede protestar siendo buena onda también.

Calle 13 protesta contra el problema de las balas, dice “hay muchas balas, pero hay poca comida, con lo que compramos balas, pudiéramos darle a la gente con que comer”. Es una ideología buenista, no es profunda. Me pueden decir que eso no es una revolución, pero crea ideas. Dice una canción “Calma pueblo que yo siento lo que ustedes sienten, yo estoy aquí para interpretarlo para hacer campaña política”. Dice “Adidas no me usa, yo estoy usando Adidas”, y algo así como la Sony me tiene a mí, pero yo también los uso a ellos: este disco es de la Sony pero lo pueden reproducir piratamente [NE: dice la letra “Mi disquera no es Sony, mi disquera es la gente”]. Hay cosas que se nos habían olvidado y es que queremos estar dentro. Los hiphoperos de las favelas de Brasil están aburridos de tocar en las favelas, “Nosotros queremos estar en MTV, no tenemos que estar en la favela para ser buenos”. En cambio, en la sociedad ilustrada hay una cosa de pensar que tan pronto entraste en los medios perdiste tu virginidad política y te volviste parte del Imperio. ¡Pero si la gente lo que quiere es estar en la televisión!, ¿por qué no va estar en la televisión? ¿Por qué la televisión pública es únicamente para los que sabemos hablar? Solamente para los que tenemos ideas, solamente para los que estamos legitimados en la sociedad. Yo estoy legitimado por la Universidad, luego voy a la TV; estoy legitimado por la cultura, luego voy a la televisión; estoy legitimado por la política, luego voy a la TV. Entonces, ¿qué tiene que hacer el pobre para legitimarse?, ¿tiene matar a alguien para que lo lleven a la TV? Cuando tendría que ir por derecho propio. “Porque yo quiero saludar a mi novia” es un derecho legítimo para ir.

 

AA: Posiblemente en esa necesidad esté la clave del éxito de otro de los géneros que más aterra a la intelectualidad, que es el reality show. Ahí el señor común va a contar sus penas en el talk show o a verse un rato jugando un juego.

 

OR: Claro, pero es ahí donde la cosa se vuelve perversa porque el mercado abusa de la necesidad de la gente de tener pantalla para ponerlo a hacer las ridiculeces más grandes del mundo. Hay un concurso aquí en Argentina que se llama “Minuto para ganar”. ¿Por qué ese concurso es tan exitoso? Porque es un concurso en el que la mayoría de la gente perderíamos, porque hace bobadas como querer llenar un balde de agua en minuto con una cuchara. Una estupidez. Pero ¿qué pasa?: que todo señor que ve ese programa de TV dice “Yo puedo hacer eso”. Son soluciones de vida tontas pero que funcionan. En cambio si hago un concurso de “Yo sé quién sabe lo que usted no sabe” pues el pobre señor televidente dice “Cómo soy yo de bruto. No sé nada”. Estoy humillándolo públicamente.

Esos concursos están recuperando esa necesidad de estar en la TV pero están poniendo en ridículo a la gente. Lo que tendríamos que buscar es mecanismos para que la gente esté en pantalla pero haciendo las cosas que los hacen dignos. Entonces, si un señor prepara las mejores empanadas sanjuaninas, hagamos el concurso de quién prepara las mejores empanadas. La TV pública podría comenzar a recuperar otras formas de estar en pantalla. El problema es inventar los formatos para estar en la pantalla sin pensar tanto en los contenidos, sino en cómo hacemos para que la gente esté en la pantalla más dignamente. Eso no se nos ocurre a nosotros porque estamos viendo los contenidos, hablando de programas para empoderamiento ciudadano… ¡Empoderamiento ciudadano es que todo el mundo pueda salir en televisión! Por ejemplo, ¿por qué solamente lo ricos y los famosos tienen derecho a ser de la farándula?, ¿por qué si mi hija cumplió 15 años y quiero que las fotos salgan en la televisión, no pueden salir? Tengo derecho a la celebración de mi ego también y eso no lo hemos entendido.

 

AA: En Argentina ahora estamos sacando un canal público de TV para niños, pero lo que yo veo es que es puro títere, que es un lenguaje que era propio de nuestra infancia pero no de la infancia actual. Y veo que cuando aparecen personajes reales, los guionan, entonces están los niñitos de Jujuy o de Santiago del Estero pero no hablando espontáneamente sino desde un guión. ¿Por qué esta incomprensión del lenguaje que se están demandando los televidentes?

 

OR: Hay una cosa con Paka Paka, el canal del que tú hablas, que a mí me parece que por ahora van bien porque en la Argentina no había experiencia televisiva en TV para niños, entonces no sabían cómo hacerlo. Están experimentando, entonces arrancan con los macrodiscursos impuestos por la BBC y los gringos de Discovery Kids sobre cómo se hace televisión infantil, entonces se compran o se imitan los formatos que necesitan para hacer la televisión de acá. Eso hay que hacerlo porque es como aprender a pintar el Da Vinci. Lo que habría que esperar es que, una vez que cojan el calentamiento, comiencen a hacer otra cosa. Por ejemplo, hicieron un animado sobre San Martín, que era la historia argentina en dibujitos animados y ahí el héroe era un mesticito. Ahí ya hubo una innovación porque era volver héroes a gente anónima dentro de la Revolución que hizo San Martín.

Pero parte del problema es que suponen que los formatos no piensan. Telesur intenta ser CNN pero con Chávez. Es como si el formato no pensara. La presentadora sigue saliendo seria, peinadita, y dice “Estas son las noticias” y todos sabemos que no. El formato piensa, si miramos la televisión de América Latina, la TV tiene que cambiar ¿cuáles han sido los formatos en Argentina brillantes que todo el mundo recuerda? Lo de Fabián Polosecki, ¿qué fue lo que hizo? Nadie puede decir que ese haya sido un periodismo para divertirse solamente sino que el tipo creó un formato nuevo de hacer periodismo televisivo y después todo el mundo lo copió. Lo que hizo en un comienzo el flash de Mario Pergollini, lo que creo “Fútbol de primera” con Fox Sports, lo que crea hoy “678”, es un formato. Eso es lo que hay que buscar y ahí es donde está la creatividad. El fondo del contenido lo podemos mutar, pero es construir otras formas, la forma de contar, de empaquetar, de narrar es lo que piensa. Entonces no compremos más modelos Discovery Chanel, BBC de Londres, CNN -porque además CNN quebró, estamos imitando a un muerto, esto es ridículo-. CNN Plus en España cierra, CNN en inglés fracasó. Les tocó sacar a los presentadores, reemplazar a todo el mundo, cambió toda su parrilla en la programación. El análisis de CNN es que la gente en América Latina no quiere estar informada, entonces hay que hacer más de espectáculos, de farándula, de deportes, programas de mujeres. Pero lo hacen con el mismo formato como si hicieran una noticia seria. Pero es ridículo ver a un señor entrevistando a Gloria Trevi como si fuera el pensador número uno: “Gloria, ¿tú qué pensaste cuando hiciste el concierto?” Ella no pensó nada: brincó y se cayó, no pensó. A ella hay que entrevistarla como una reina de la farándula, pero no como a una política. Ellos no cambian el formato y es ridículo ver a unos señores tomándose en serio lo que no es serio. Lo que habría que hacer es que un programa de farándula implica. Los argentinos lo entienden muy bien, con toda una pose, una actuación, un grotesco. Hay que hacerlo así, no tomárselo seriamente. Tinelli no va a preguntarle al jurado: “Dime tu opinión acerca del grotesco que acabamos de ver”. ¡No! Dice, “De lo que acabamos de ver, ¿te gustó la teta que salió?” ¡Es eso! Creo que estos medios que estamos haciendo nosotros acá son una buena posibilidad porque nos están abriendo la cancha para explorar otro tipo de cosas. Por ejemplo esto que estamos haciendo acá es un formato nuevo, esto de que hablemos tan largo. Eso en televisión no se puede: uno está dando una idea buenísima y le dicen “El tiempo es oro y se acabó”, ¡pero gastó media hora presentando al invitado! Pero esa media hora que se gastó, ¿por qué no lo ha dejado hablar? Entonces creo que es una forma de encontrar dónde está la posibilidad.

 

AA: Vos habías planteado que la política latinoamericana se explicaba por las telenovelas, por esto de que “hombre bueno viene a salvar a mujer en problemas”. Quería, para cerrar, que nos cuentes cuál es el próximo capítulo de la telenovela.

 

OR: Estamos a las puertas, por primera vez en la historia, de ver una telenovela hecha, libreteada por Televisa, pero convertida en vida real. Lo máximo que va a pasar en 2012 es que ya viene la novela perfecta. Hay un señor que se llama Enrique Peña Nieto, que es el gobernador del Estado de México actualmente, y que lleva ocho años en Televisa hablando cantidades. Es el candidato del PRI y ha sido llevado de la mano de Televisa para llegar a ser Presidente de la República Federal de México. Entonces el muchacho es un actor de telenovela: es bonito dentro de los cánones de galán, funciona como galán, en medio de todos los políticos mexicanos es bien hablado. Pero para que sea telenovela y llegue al poder como fin de la telenovela, al muchacho se le muere su mujer, lo cual es una tragedia. Y una vez se le muere su mujer, él se enamora de la actriz principal de Televisa en las telenovelas, que se llama Gaviota (Angélica Rivera), que es la que actuaba en la versión mexicana de “Café con aroma de mujer”, que fue “Destilando amor”. Se casan, arman la pareja perfecta, la boda es transmitida por Televisa, él ya va por la candidatura presidencial y ahí en la mitad -para que sea telenovela- sale un secreto, y es que parece que él no actúa adecuadamente frente la muerte de su mujer. Su mujer murió cuando él estaba en la casa y parece ser que no la auxilió a tiempo, aunque otra gente se imagina otras cosas porque todo secreto es posible. Entonces esta pareja presidencial en el año 2012 va a ser elegida presidente y la posición presidencial va a ser el fin de la telenovela. Digamos que ya el libreto está construido en la vida real.

La idea general es que si entendemos a cada presidente de América Latina desde el ritual que más conocemos los latinoamericanos, que es la telenovela, pareciera que la política tiene más sentido que si la explicamos desde las teorías de la política seria, de la democracia seria, de lo argumentativo y retórico. Ahí uno puede ver en el caso chileno que por ejemplo Piñera no es un buen galán y que no enamora a ese pueblo y por eso cuando quiere subir el rating saca a la mujer a la calle, porque la mujer es mucho más cercana al pueblo. Alan García, ni enamora, es más, ni cabe en la pantalla de lo poco galán que es.

 

AA: En esa lógica entraría el impacto por la viudez de Cristina Fernández, la enfermedad de Chávez…

 

OR: Chávez, por ejemplo, en este momento ya es imbatible. El televidente está conmovido con el héroe. Chávez, Evo, Uribe no tienen mujer pública porque ellos se bastan para poder enamorar al pueblo. Tú ves una manada de hombres que van solos. Y las mujeres también son solitarias: Bachelet es una mujer divorciada que va por el mundo. A Laura Chinchilla en Costa Rica no se le conoce el marido aunque está casada. Con Cristina la metáfora es muy linda: ella renació el día que murió su marido y la dejó ser libre. La teoría melodramática es interesante pero es por una razón buena: una sociedad interpreta, hace sentido desde los rituales que mejor conoce y en América Latina los rituales que mejor conocemos son el fútbol, la telenovela y algunas cosas de la música y la religión. Por eso la cultura política latinoamericana está hecha más de religión, de telenovela y de fútbol que de ideologías y de partidos políticos, y de programas que queremos ver de la politología.

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Periodismo de periodistas

Ahora parece lo más normal, pero hace no muchos años, que los medios de comunicación hablaran de sí mismos era una rareza en Argentina. La secciones «Nada se pierde» y «Miseria de la prensa del Proceso» de la revista Humor y el programa y la revista «Medios & Comunicación» son las pocas excepciones que recuerdo al retorno de la democracia. Ahora, el diario de mayor circulación responde desde sus tapas cada vez que se lo cuestiona y el canal estatal dedica su horario central a criticar el tratamiento de las noticias que hacen los medios opositores. Ya todos los diarios tienen una sección fija dedicada a los medios. El discurso sobre el análisis de la comunicación invadió muchas sobremesas como lo hizo en su tiempo el discurso psicoanalítico. Que el tema del día para Clarín haya sido hoy el escándalo de News of the World habla de ese velo descorrido en el que se convirtió el periodismo.

Pero este debate no se vive del mismo modo en otros países, donde el periodismo de periodistas no está bien visto, salvo en el espacio del ombudsman. Por eso, no deja de sorprender que los principales medios de comunicación de todo el mundo se estén ocupando con tanto detalle de la caída del imperio Murdoch. El episodio demuestra ser más que una mera violación deontológica y se entronca en las relaciones políticas del empresario australiano. Pero, igual, verlo en las portadas de los semanarios políticos más emblemáticos es un hito que vale la pena destacar.

Estas son algunas de las tapas de los newsmagazines de esta semana que abordaron el asunto:








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Reino Unido: las polémicas prácticas de la prensa sensacionalista – BBC Mundo

Los escándalos políticos, la vida privada de los famosos y los sucesos truculentos son la materia prima de la que se nutren los tabloides, un tipo de periodismo amarillista que millones de británicos consumen con devoción cada día.

Pero este martes, los excesos de este tipo de periodismo se convirtieron, ellos mismos, en noticia: en 2002, la publicación sensacionalista semanal News of the World presuntamente «hackeó» el teléfono de la adolescente desaparecida Milly Dowler, quien posteriormente aparecería asesinada.

«Se alega que un investigador privado llegó a borrar mensajes de voz del teléfono de la chica para hacer espacio en la memoria y poder escuchar otros. La familia de la joven asegura que eso les dio falsas esperanzas porque pensaron que su hija todavía estaba viva y borraba ella misma los mensajes», señala la reportera de la BBC Naomi Grimley.

Esta información, publicada por el diario británico The Guardian, da un giro inesperado al caso de las escuchas ilegales («hacking saga» en inglés), que viene de largo.

Un caso de larga data

En los últimos años, News of the World –parte del grupo mediático News Corp., propiedad del magnate Rupert Murdoch- fue acusada de numerosos casos de escuchas ilegales.

En 2007, el detective privado Glenn Mulcaire, presuntamente contratado por el semanal, fue condenado a prisión por interceptar mensajes de voz a la familia real británica.

Desde entonces, la trama se ha ido desgranando y se han ido sacando a la luz escuchas a políticos y famosos.

Pero hasta la fecha, este asunto había sido visto por muchos como algo casi «profesional».

Giro radical

«Estas acusaciones han cambiado el carácter, si no la naturaleza, de la ‘hacking saga’ y ha conmovido a muchos en Westminster (la sede del gobierno británico) que hasta ahora lo veían como una cuestión de interés sólo para aquellos interesados por la ética mediática y la privacidad de los famosos«

Nick Robinson, editor de política de la BBC

Ahora, de confirmarse las últimas acusaciones, el caso trascendería los límites del debate en torno al ejercicio del periodismo y plantearía cuestiones legales y éticas de fondo.

«Estas acusaciones han cambiado el carácter, si no la naturaleza, de la ‘hacking saga’ y ha conmovido a muchos en Westminster (la sede del gobierno británico) que hasta ahora lo veían como una cuestión de interés sólo para aquellos interesados por la ética mediática y la privacidad de los famosos», señala Nick Robinson, editor de política de la BBC.

Como consecuencia de las últimas acusaciones, el caso está tomando nuevos derroteros. Este martes, la policía se reunió con ejecutivos de News of the World como parte de la investigación.

Para muchos, en este momento, una de las preguntas clave del caso es quién autorizaba las escuchas y hasta qué punto los editores y directores del periódico eran conscientes de estas prácticas.

«La presión está aumentando sobre Rebecca Brooks, directora ejecutiva de News Corp. en el Reino Unido, quien fuera editora de News of the World en el momento en que sucedió el incidente. Brooks también es amiga del primer ministro, David Cameron», indicó Grimley.

Cadena de responsabilidades

«Tengo que decir que me produce repugnancia que estos hechos presuntamente hayan sucedido. No porque yo fuera editora de News of the World en aquel momento, sino por el efecto devastador sobre la familia de Milly Dowler si las acusaciones son ciertas«

Rebecca Brooks, directora ejecutiva de News Corp. para el Reino Unido

El grupo mediático se mostró «muy preocupado» por estas acusaciones y aseguró estar colaborando plenamente con la policía.

«Tengo que decir que me produce repugnancia que estos hechos presuntamente hayan sucedido. No porque yo fuera editora de News of the World en aquel momento, sino por el efecto devastador sobre la familia de Milly Dowler si las acusaciones son ciertas», dijo Rebecca Brooks.

David Cameron también manifestó su rechazo a este tipo de acciones.

«Si esto es cierto, es un acto espantoso y una situación espantosa», aseguró el primer ministro, quien se encuentra de visita oficial a Afganistán.

Desde la oposición, Ed Milliband, el líder laborista, exigió una investigación completa y pidió a los directivos de de News of the World que «examinen su conciencia».

Momento delicado

El resurgimiento del escándalo de las escuchas ilegales llega en un momento delicado para News Corp.

Esta semana se cierra el plazo para que las autoridades británicas decidan si permiten que la empresa de Rupert Murdoch tome el control de la cadena de televisión BSkyB.

«Los asesores de la Secretaría de Cultura aseguran que la única consideración que se tendrá en cuenta en la decisión es el impacto que esa operación pueda tener sobre la pluralidad mediática’, en otras palabras, sobre el número de voces diferentes en los medios», apunta Robinson.

Sin embargo, algunos sugieren que, tras las revelaciones realizadas por The Guardian, el caso de las escuchas ilegales podría llegar a tener consecuencias en diversos ámbitos, no sólo el mediático, sino también el económico y el político.

«Durante mucho tiempo esta historia unió a quienes eran hostiles al imperio de Murdoch y a quienes estaban enfadados porque dejó de apoyar a los laboristas y respaldó a los conservadores (…). Ahora, Murdoch, Brooks y Cameron se dan cuenta de que las escuchas ilegales pueden despertar el interés de lectores horrorizados, de espectadores y de votantes», indica Robinson.

 

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Cualquier boludo hace la tapa de un diario

La Nación comenzó hoy una interesante experiencia. Convocar a alguien para que elabore la tapa del diario según sus propios criterios. El primer convidado fue el candidato a jefe de gobierno para la ciudad de Buenos Aires Daniel Filmus. Esta fue la primera plana que armó (click en la imagen para ampliarla):

El ejercicio tiene sus antecedentes: Bono, Giorgio Armani, J. J. Abrams dirigieron por una vez medios como Liberation, Vogue o Wired. Es, más bien, algo similar a una sección que tenía el desaparecido Crítica de Jorge Lanata: en lugar del medio, la incursión se limita a la tapa y no a la definitiva, sino a una alternativa.

Visto desde una óptica más crítica, ceder la tapa atenta contra dos principios que La Nación defiende desde siempre. Que alguien, y no precisamente de la misma ideología que la del periódico pueda seleccionar y jerarquizar la agenda, desmiente la idea del periodismo objetivo e impoluto tan cara a diarios como este. Si hay dos tapas posibles, entonces la agenda infomativa no sería algo dado, sino que obedece a una lectura ideológica de la realidad.

El otro mito que se cae llamando a un político a elaborar una tapa es el del saber específico de la profesión. Si «cualquier boludo hace la tapa de un diario», para parafrasear a José Pablo Feinmann, entonces no hace falta capacitarse ni tener experiencia en medios. Twitteros, periodistas ciudadanos, políticos y mediáticos están a la par de los periodistas profesionales, argumento que desde los medios tradicionales siempre se busca refutar.

Por suerte, para los que hacen La Nación, la obra de Filmus desmiente los dos argumentos. El ideológico porque, si se revisa el diario de hoy, difiere poco en su interior del contenido que seleccionó Filmus, las notas son las mismas, apenas jerarquizadas o adjetivadas distinto. Una tapa verdaderamente transgresora en La Nación, hubiera incluido, por ejemplo que fraguaron un expediente de la Causa Papel Prensa para beneficiar a Clarín y La Nación.

Y el argumento del profesionalismo puede refutarse también: una tapa como la que hizo Filmus no solo es un embole atómico, sino que ignora noticias que un diario generalista no puede darse el lujo de omitir: lo de River no puede ir tan chico y hay una sobreabundancia de información política. Reglas ambas que un periodista profesional no hubiera dejado pasar.

Aplaudimos el gesto de animarse y esperemos que la próxima se jueguen y, la tapa armada por el invitado, sea la que quede en la página 1…

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Las 25 reglas de la desinformación (manual político para ocultar la verdad) – Pijamasurf

Bienvenidos a la Era de la Desinformación… Una serie de reglas que siguen los políticos o las agencias de inteligencia para subvertir la opinión pública y ocultar la verdad

En la medida en que Internet y demás medios aumentan el acceso a la información, las técnicas de manipulación de la opinión pública y ocultamiento de la verdad se van modificando. Estamos en la Era de la Desinformación, donde las prácticas maquiavélicas operan más a través de la inundación, la saturación y la tergiversación que del mero encubrimiento de información.

A continuación les presentamos una traducción de las 25 Reglas de Desinformación del desinformador H. Michael Sweeney. Estas reglas pueden usarse tanto para manipular a los demás como para descubrir la manipulación de la que somos objeto. Como todas las cosas, este manual está vacío, es decir, no es bueno ni malo, es solamente potencia y puede ser lo que quieras.

Actualmente en Internet existen varias técnicas como crear perfiles falsos en redes sociales, inventar expertos en temas científicos, generar sitios de conspiración (y autogenerar teorías de la conspiración), sembrar comentarios en los sitios de noticias o sembrar rumores en las redes sociales para que se viralizen de manera supuestamente orgánica. Si bien estas 25 reglas de desinformación se encuentran redactadas como un manual a seguir para un siniestro político, se pueden aplicar para el establecimiento de una agenda política o para influir en la opinión pública según una estrategia velada.

1. No obstante lo que sepas, no lo discutas, especialmente si eres una figura pública o un conductor de noticias, etc. Si no se reporta, no sucedió, y así no tienes que lidiar con los posibles problemas (esto es: en nuestra era sólo lo que sucede en los medios es real, lo demás es como una manzana que cae en un bosque vacío).

2. Conviértete en incrédulo e indignado. Evita discutir temas importantes y enfócate en temas periféricos que pueden ser usados para criticar a otro grupo considerado como “sagrado” por algún sector de la población.

3. Evita discutir temas inconvenientes describiendo toda acusación, independientemente de dónde venga, como meros rumores y especulaciones. Si puedes asocia las acusaciones con rumores de “Internet” y dí que se trata sólo de “teorías de la conspiración”.

4. Utiliza la técnica de “la falacia del espantapájaros”. Encuentra un argumento en tu oponente que puedes fácilmente rebatir para hacerte ver bien a su costa.  Inventa un tema que en consideración de tu oponente pueda ser fácilmente argumentado en su contra (sin poder probarse) o explota las debilidades de tu oponente llevando la discusión a sus puntos más endebles. Amplifica su importancia de tal forma que las acusaciones que se te hacen parezcan refutarse y los temas de fondo no lleguen a discutirse.

5. Distrae a tus oponentes etiquetándolos y ridiculizándolos con títulos como “conservadores”, “radicales”, “terroristas”, “conspiranoicos”, “racistas”, “fanáticos”, “liberales” “pervertidos sexuales”, “ateos”, “fundamentalistas”, “homofóbicos”, etc.

6. Pega y corre.  En cualquier foro público haz un ataque a tu oponente (puede ser una persona o un tema)  o a su posición en cierto asunto de forma que puedas retirarte sin que el oponente pueda contestar la acusación. Esto puede hacerse en programas de televisión antes de un corte o en Internet ignorando los comentarios (o editando) de los usuarios y de tu oponente.

7. Cuestiona motivos. Tergiversa o amplifica todo hecho que pueda sugerir que tu oponente opera bajo una agenda personal oculta.

8. Invoca autoridad. Conserva tu autoridad o allégate algún tipo de autoridad o experto para presentar tu argumento con suficientes tecnicismos y jerga minuciosa para ilustrar que eres “alguien que sabe”. (Esto es lo que en México se conoce como “un choro mareador”).

9. En casos extremos: hazte el tonto. No obstante la evidencia o la lógica de un argumento, evita discutir ciertos temas deslegitimándolos, invalidando toda discusión.

10. Asocia a tus oponentes con noticias viejas o acusaciones pasadas. Esto es especialmente útil antes de una discusión o un evento en el que podrías ser cuestionado. Haz que tu equipo prepare una acusación y fíltrala a los medios poco antes.

11. Haz falsas confesiones. Confiesa un mal menor de manera candorosa para ganarte la simpatía de los demás como alguien que se responsabiliza de sus actos. Esto sirve como un distractor de los verdaderos temas que quieres evitar. (Un ejemplo de esto a gran escala podría ser WikiLeaks, donde es posible que el mismo sistema corrupto que WikiLeaks expone haga una especie de confesión de sus “pecados menores” haciendo creer a las personas que lo que se filtra son todos sus pecados o conductas corruptas y no hay nada más grave, descalificando, por ejemplo, los ataques del 9/11).

12. Los enigmas no tienen soluciones. Llena de giros, contradicciones y detalles complejos una situación para que parezca demasiado difícil  de resolver. Esto hará que la verdad se pierda entre el arsenal de desinformación o que el público pierda interés.

13. Utiliza regresiones y digresiones para evitar llegar al punto de un tema que te es inconveniente.

14. Exige soluciones completas. Evita los asuntos nodales requiriendo que tus oponentes solucione el crimen (o el asunto en cuestión) completamente. Argumenta que antes de solucionarse este asunto (el cual es demasiado complejo) todo lo que se discuta son suposiciones.

15. Llega a conclusiones alternas moldeando los hechos. Esto requiere cierta creatividad y es básicamente una forma de alterar las piezas de un rompecabezas para que formen la figura que necesitas.

16. Desaparece la evidencia o los testigos. Esta es una de las técnicas más usadas por la élite más poderosa:  cuando detectan que alguien está por hablar o cobrar importancia (y tiene un discurso inconveniente) simplemente se desaparece (por ejemplo, en el caso de John F. Kennedy).

17. Utiliza comparsas o colegas a través de los cuales puedas cambiar el tema (estos sujetos pueden o no saber que son parte de esta estratagema). Esta es una variación de la típica técnica del chivo expiatorio, sólo que prefabricada.

18. Emocionaliza y antagoniza. Si estás por ser atacado lleva la discusión a temas emocionales o antagónicos que cautiven la atención de los demás. De igual forma toca puntos sensibles en tus oponentes que puedan generar respuestas emocionales que los haga perder el control. Esto también puede ser usado para distraer argumentando que tus oponentes son ”demasiado sensibles a la crítica”.

19. Pide pruebas imposibles. Lleva la discusión hacia el requerimiento de pruebas como exigencia para seguir discutiendo un tema y pide pruebas que son demasiado difíciles de obtener pero que tienen una cuota de relevancia sobre el tema que se discute.

20. Evidencia falsa. Introduce nueva información o pistas diseñadas para entrar en conflicto con lo que presenta tu oponente. Esto es útil para neutralizar temas sensibles e impedir su resolución.

21. Llama a una investigación legal o de algún cuerpo de poder que pueda investigar los hechos. Seguramente al ser parte del sistema podrás influenciar lo que se dice en el caso y lo que se filtra a los medios, así como obtener una resolución benéfica. Esto te dará mayor legitimidad. Esto puede usarse también como un movimiento ofensivo al llevar a alguien inocente a un proceso judicial (este persona puede ser un enemigo o simplemente alguien mediático que acapare la atención del público).

22. Elabora una nueva verdad. Crea tu propio panel de expertos, autores, líderes etc., o coopta a los existentes para forjar a través de una investigación científica o académica una nueva versión de los hechos  o un tema que pueda distraer a la opinión pública. Esto te permitirá, si es que llegas  al punto de tener que discutir el tema que quieres evitar, conseguir autoridad.

23. Crea eventos de distracción masiva. Similar a los anteriores —sólo que explícitamente—, crear historias en las noticias que acaparen la atención pública como una novela de suspenso es una de las tácticas de desinformación más usadas (por ejemplo: El Chupacabras, los mineros chilenos, etc.).

24. Silencia a tus críticos. Utiliza tu poder para sobornar o chantajear a las personas que tienen información negativa sobre ti o que se interponen en tu camino. (Esto es también una práctica común de las empresas en el caso de la competencia para bloquear innovación científica que va en contra de sus intréses económicos).

25. Desaparece. En caso de que las cosas se pongan demasiado calientes en la cocina, simplemente date a la fuga. Tus conexiones te mantendrán escudado y podrás vivir en un paraíso fiscal, gastándote el dinero del erario tranquilamente.  Y, ¿quién sabe? Tal vez en unos años, con la memoria de corto plazo de la sociedad y tu capacidad de ingeniería de la opinión pública, puedas regresar como si nada hubiera ocurrido.

[Vigilant Citizen]

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Los medios digitales argentinos más leídos

Snap_2011

Fuente: comScore, mayo 2011

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Is there a new geek anti-intellectualism? – Larry Sanger Blog

Is there a new anti-intellectualism?  I mean one that is advocated by Internet geeks and some of the digerati.  I think so: more and more mavens of the Internet are coming out firmly against academic knowledge in all its forms.  This might sound outrageous to say, but it is sadly true.

Let’s review the evidence.

1. The evidence

Programmers have been saying for years that it’s unnecessary to get a college degree in order to be a great coder–and this has always been easy to concede.  I never would have accused them of being anti-intellectual, or even of being opposed to education, just for saying that.  It is just an interesting feature of programming as a profession–not evidence of anti-intellectualism.

In 2001, along came Wikipedia, which gave everyone equal rights to record knowledge.  This was only half of the project’s original vision, as I explain in this memoir.  Originally, we were going to have some method of letting experts approve articles.  But the Slashdot geeks who came to dominate Wikipedia’s early years, supported by Jimmy Wales, nixed this notion repeatedly.  The digerati cheered and said, implausibly, that experts were no longer needed, and that “crowds” were wiser than people who had devoted their lives to knowledge.  This ultimately led to a debate, now old hat, about experts versus amateurs in the mid-2000s.  There were certainly notes of anti-intellectualism in that debate.

Around the same time, some people began to criticize books as such, as an outmoded medium, and not merely because they are traditionally paper and not digital.  The Institute for the Future of the Book has been one locus of this criticism.

But nascent geek anti-intellectualism really began to come into focus around three years ago with the rise of Facebook and Twitter, when Nicholas Carr asked, “Is Google making us stupid?” in The Atlantic. More than by Carr’s essay itself, I was struck by the reaction to it.  Altogether too many geeks seemed to be assume that if information glut is sapping our ability to focus, this is largely out of our control and not necessarily a bad thing.  But of course it is a bad thing, and it is in our control, as I pointed out. Moreover, focus is absolutely necessary if we are to gain knowledge.  We will be ignoramuses indeed, if we merely flow along with the digital current and do not take the time to read extended, difficult texts.

Worse still was Clay Shirky’s reaction in the Britannica Blog, where he opined, “no one reads War and Peace. It’s too long, and not so interesting,” and borrows a phrase from Richard Foreman in claiming, “the ‘complex, dense and “cathedral-like” structure of the highly educated and articulate personality’ is at risk.”  As I observed at the time, Shirky’s views entailed that Twitter-sized discourse was our historically determined fate, and that, if he were right, the Great Books and civilization itself would be at risk.  But he was not right–I hope.

At the end of 2008, Don Tapscott, author of Wikinomics, got into the act, claiming that Google makes memorization passe.  ”It is enough that they know about the Battle of Hastings,” Tapscott boldly claimed, “without having to memorise that it was in 1066.  [Students] can look that up and position it in history with a click on Google.”

In 2010, Edge took up the question, “Is the Internet changing the way you think?” and the answers were very sobering.  Here were some extremely prominent scientists, thinkers, and writers, and all too many of them were saying again, more boldly, that the Internet was making it hard to read long pieces of writing, that books were passe, and that the Internet was essentially becoming a mental prosthesis.  We were, as one writer put it, uploading our brains to the Internet.

As usual, I did not buy the boosterism.  I was opposed both to the implicit techno-determinism as well as the notion that the Internet makes learning unnecessary.  Anyone who claims that we do not need to read and memorize some facts is saying that we do not need to learn those facts.  Reading and indeed memorizing are the first, necessary steps in learning anything.

This brings us to today.  Recently, Sir Ken Robinson has got a lot of attention by speaking out–inspiringly to some, outrageously to others–saying that K-12 education needs a sea change away from “boring” academics and toward collaborative methods that foster “creativity.”  At the same time, PayPal co-founder Peter Thiel sparked much discussion by claiming that there is a “higher education bubble,” that is, the cost of higher education greatly exceeds its value.  This claim by itself is somewhat plausible.  But Thiel much less plausibly implies that college per se is now not recommendable for many, because it is “elitist.”  With his Thiel Fellowship program he hopes to demonstrate that a college degree is not necessary for success in the field of technology.  Leave it to a 19-year-old recipient of one of these fellowships to shout boldly that “College is a waste of time.”  Unsurprisingly, I disagree.

2. Geek anti-intellectualism

In the above, I have barely scratched the surface.  I haven’t mentioned many other commentators, blogs, and books that have written on such subjects.  But this is enough to clarify what I mean by “geek anti-intellectualism.”  Let me step back and sum up the views mentioned above:

1. Experts do not deserve any special role in declaring what is known.  Knowledge is now democratically determined, as it should be.  (Cf. this essay of mine.)

2. Books are an outmoded medium because they involve a single person speaking from authority.  In the future, information will be developed and propagated collaboratively, something like what we already do with the combination of Twitter, Facebook, blogs, Wikipedia, and various other websites.

3. The classics, being books, are also outmoded.  They are outmoded because they are often long and hard to read, so those of us raised around the distractions of technology can’t be bothered to follow them; and besides, they concern foreign worlds, dominated by dead white guys with totally antiquated ideas and attitudes.  In short, they are boring and irrelevant.

4. The digitization of information means that we don’t have to memorize nearly as much.  We can upload our memories to our devices and to Internet communities.  We can answer most general questions with a quick search.

5. The paragon of success is a popular website or well-used software, and for that, you just have to be a bright, creative geek.  You don’t have to go to college, which is overpriced and so reserved to the elite anyway.

If you are the sort of geek who loves all things Internet uncritically, then you’re probably nodding your head to these.  If so, I submit this as a new epistemological manifesto that might well sum up your views:

You don’t really care about knowledge; it’s not a priority.  For you, the books containing knowledge, the classics and old-fashioned scholarship summing up the best of our knowledge, the people and institutions whose purpose is to pass on knowledge–all are hopelessly antiquated.  Even your own knowledge, the contents of your mind, can be outsourced to databases built by collaborative digital communities, and the more the better.  After all, academics are boring.  A new world is coming, and you are in the vanguard.  In this world, the people who have and who value individual knowledge, especially theoretical and factual knowledge, are objects of your derision.  You have contempt for the sort of people who read books and talk about them–especially classics, the long and difficult works that were created alone by people who, once upon a time, were hailed as brilliant.  You have no special respect for anyone who is supposed to be “brilliant” or even “knowledgeable.”  What you respect are those who have created stuff that many people find useful today.  Nobody cares about some Luddite scholar’s ability to write a book or get an article past review by one of his peers.  This is why no decent school requires reading many classics, or books generally, anymore–books are all tl;dr for today’s students.  In our new world, insofar as we individually need to know anything at all, our knowledge is practical, and best gained through projects and experience.  Practical knowledge does not come from books or hard study or any traditional school or college.  People who spend years of their lives filling up their individual minds with theoretical or factual knowledge are chumps who will probably end up working for those who skipped college to focus on more important things.

Do you find your views misrepresented?  I’m being a bit provocative, sure, but haven’t I merely repeated some remarks and made a few simple extrapolations?  Of course, most geeks, even most Internet boosters, will not admit to believing all of this manifesto.  But I submit that geekdom is on a slippery slope to the anti-intellectualism it represents.

So there is no mistake, let me describe the bottom of this slippery slope more forthrightly.  You are opposed to knowledge as such. You contemptuously dismiss experts who have it; you claim that books are outmoded, including classics, which contain the most significant knowledge generated by humankind thus far; you want to memorize as little as possible, and you want to upload what you have memorized to the net as soon as possible; you don’t want schools to make students memorize anything; and you discourage most people from going to college.

In short, at the bottom of the slippery slope, you seem to be opposed to knowledge wherever it occurs, in books, in experts, in institutions, even in your own mind.

But, you might say, what about Internet communities?  Isn’t that a significant exception?  You might think so.  After all, how can people who love Wikipedia so much be “opposed to knowledge as such”?  Well, there is an answer to that.

It’s because there is a very big difference between a statement occurring in a database and someone having, or learning, a piece of knowledge.  If all human beings died out, there would be no knowledge left even if all libraries and the whole Internet survived.  Knowledge exists only inside people’s heads.  It is propagated not by being accessed in a database search, but by being learned and mastered.  A collection of Wikipedia articles about physics contains text; the mind of a physicist contains knowledge.

3. How big of a problem is geek anti-intellectualism?

Once upon a time, anti-intellectualism was said to be the mark of knuckle-dragging conservatives, and especially American Protestants.  Remarkably, that seems to be changing.

How serious am I in the above analysis?  And is this really a problem, or merely a quirk of geek life in the 21st century?

It’s important to bear in mind what I do and do not mean when I say that some Internet geeks are anti-intellectuals.  I do not mean that they would admit that they hate knowledge or are somehow opposed to knowledge.  Almost no one can admit such a thing to himself, let alone to others.  And, of course, I  doubt I could find many geeks who would say that students should not graduate from high school without learning a significant amount of math, science, and some other subjects as well.  Moreover, however they might posture when at work on Wikipedia articles, most geeks have significant respect for the knowledge of people like Stephen Hawking or Richard Dawkins, of course.  Many geeks, too, are planning on college, are in college, or have been to college.  And so forth–for the various claims (1)-(5), while many geeks would endorse them, they could also be found contradicting them regularly as well.  So is there really anything to worry about here?

Well, yes, there is.  Attitudes are rarely all or nothing.  The more that people have these various attitudes, the more bad stuff is going to result, I think.  The more that a person really takes seriously that there is no point in reading the classics, the less likely he’ll actually take a class in Greek history or early modern philosophy.  Repeat that on a mass scale, and the world becomes–no doubt already has become–a significantly poorer place, as a result of the widespread lack of analytical tools and conceptual understanding.  We can imagine a world in which the humanities are studied by only a small handful of people, because we already live in that world; just imagine the number of people getting smaller.

But isn’t this just a problem just for geekdom?  Does it really matter that much if geeks are anti-intellectuals?

Well, the question is whether the trend will move on to the population at large.  One does not speak of “geek chic” these days for nothing.  The digital world is now on the cutting edge of societal evolution, and attitudes and behaviors that were once found mostly among geeks back in the 1980s and 1990s are now mainstream.  Geek anti-intellectualism can already be seen as another example.  Most of the people I’ve mentioned in this essay are not geeks per se, but the digerati, who are frequently non-geeks or ex-geeks who have their finger on the pulse of social movements online.  Via these digerati, we can find evidence of geek attitudes making their way into mainstream culture.  One now regularly encounters geek-inspired sentiments from business writers like Don Tapscott and education theorists like Ken Robinson–and even from the likes of Barack Obama (but not anti-intellectualism, of course).

Let’s just put it this way.  If, in the next five years, some prominent person comes out with a book or high-profile essay openly attacking education or expertise or individual knowledge as such, because the Internet makes such things outmoded, and if it receives a positive reception not just from writers at CNET and Wired and the usual suspects in the blogosphere, but also serious, thoughtful consideration from Establishment sources like The New York Review of Books or Time, I’ll say that geek anti-intellectualism is in full flower.

UPDATE: I’ve posted a very long set of replies.

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How To Steal Like An Artist (And 9 Other Things Nobody Told Me) – Austin Kleon

how to steal like an artist and 9 other things nobody told me

I’m turning Steal Like An Artist into a book.

If you want to hear how it’s going, you should join my mailing list or follow me on Twitter.

Note: This is a slightly edited version of a talk I gave yesterday at Broome Community College in Binghamton, New York. It’s a simple list of 10 things I wish I’d heard when I was in college.

 

all advice is autobiographical ymmv

All advice is autobiographical.

It’s one of my theories that when people give you advice, they’re really just talking to themselves in the past. This list is me talking to a previous version of myself.

Your mileage may vary.

Steal like an artist

1. Steal like an artist.

Every artist gets asked the question, “Where do you get your ideas?”

The honest artist answers, “I steal them.”

Figure out what's worth stealing. Move on to the next thing.

I drew this cartoon a few years ago. There are two panels. Figure out what’s worth stealing. Move on to the next thing.

That’s about all there is to it.

Here’s what artists understand. It’s a three-word sentence that fills me with hope every time I read it:

Nothing is original.

It says it right there in the Bible. Ecclesiastes:

That which has been is what will be, That which is done is what will be done, And there is nothing new under the sun.

Every new idea is just a mashup or a remix of previous ideas.

1 + 1 = 3

Here’s a trick they teach you in art school. Draw two parallel lines on a piece of paper:

parallel lines

How many lines are there? There’s the first line, the second line, but then there’s a line of negative space that runs between them. See it?

1 + 1 = 3.

genealogy

Speaking of lines, here’s a good example of what I’m talking about: genetics. You have a mother and you have a father. You possess features from both of them, but the sum of you is bigger than their parts. You’re a remix of your mom and dad and all of your ancestors.

The genealogy of ideas

You don’t get to pick your family, but you can pick your teachers and you can pick your friends and you can pick the music you listen to and you can pick the books you read and you can pick the movies you see.

Jay-Z Decoded

Jay-Z talks about this in his book, Decoded:

We were kids without fathers…so we found our fathers on wax and on the streets and in history, and in a way, that was a gift. We got to pick and choose the ancestors who would inspire the world we were going to make for ourselves…Our fathers were gone, usually because they just bounced, but we took their old records and used them to build something fresh.

You are, in fact, a mashup of what you choose to let into your life. You are the sum of your influences. The German writer Goethe said, “We are shaped and fashioned by what we love.”

artist is a collector

An artist is a collector. Not a hoarder, mind you, there’s a difference: hoarders collect indiscriminately, the artist collects selectively. They only collect things that they really love.

There’s an economic theory out there that if you take the incomes of your five closest friends and average them, the resulting number will be pretty close to your own income.

I think the same thing is true of our idea incomes. You’re only going to be as good as the stuff you surround yourself with.

garbage in and garbage out

My mom used to say to me, “Garbage in, garbage out.”

It used to drive me nuts. But now I know what she means.

Your job is to collect ideas. The best way to collect ideas is to read. Read, read, read, read, read. Read the newspaper. Read the weather. Read the signs on the road. Read the faces of strangers. The more you read, the more you can choose to be influenced by.

family tree of writers

Identify one writer you really love. Find everything they’ve ever written. Then find out what they read. And read all of that. Climb up your own family tree of writers.

Steal things and save them for later. Carry around a sketchpad. Write in your books. Tear things out of magazines and collage them in your scrapbook.

Steal like an artist.

Don’t wait until you know who you are to start making things

2. Don’t wait until you know who you are to start making things.

There was a video going around the internet last year of Rainn Wilson, the guy who plays Dwight on The Office. He was talking about creative block, and he said this thing that drove me nuts, because I feel like it’s a license for so many people to put off making things: “If you don’t know who you are or what you’re about or what you believe in it’s really pretty impossible to be creative.”

If I waited to know “who I was” or “what I was about” before I started “being creative”, well, I’d still be sitting around trying to figure myself out instead of making things. In my experience, it’s in the act of making things that we figure out who we are.

Make things: know thyself

You’re ready. Start making stuff.

You might be scared. That’s natural.

There’s this very real thing that runs rampant in educated people. It’s called imposter syndrome. The clinical definition is a “psychological phenomenon in which people are unable to internalize their accomplishments.” It means that you feel like a phony, like you’re just winging it, that you really don’t have any idea what you’re doing.

Guess what?

None of us do. I had no idea what I was doing when I started blacking out newspaper columns. All I knew was that it felt good. It didn’t feel like work. It felt like play.

Ask any real artist, and they’ll tell you the truth: they don’t know where the good stuff comes from. They just show up to do their thing. Every day.

Have you ever heard of dramaturgy? It’s a fancy sociological term for something this guy in England said about 400 years ago:

All the world’s a stage,
And all the men and women merely players:
They have their exits and their entrances;
And one man in his time plays many parts…

Another way to say this:

fake it til you make it

I love this phrase. There’s two ways to read it: Fake it ‘til you make it, as in, fake it until you’re successful, until everybody sees you the way you want, etc. Or, fake it til’ you make it, as in, pretend to be making something until you actually make something. I love that idea.

Just Kids

I also love the book Just Kids by Patti Smith. I love it because it’s a story about how two friends moved to New York and learned to be artists. You know how they learned to be artists? They pretended to be artists. I’ll spoil the book for you and describe my favorite scene, the turning scene in the book: Patti Smith and her friend Robert Maplethorpe dress up in all their gypsy gear and they go to Washington Square, where everybody’s hanging out, and this old couple kind of gawks at them, and the woman says to her husband, “Oh, take their picture. I think they’re artists.” “Oh, go on,” he shrugged. “They’re just kids.”

The point is: all the world’s a stage. You need a stage and you need a costume and you need a script. The stage is your workspace. It can be a studio, a desk, or a sketchbook. The costume is your outfit, your painting pants, or your writing slippers, or your funny hat that gives you ideas. The script is just plain old time. An hour here, or an hour there. A script for a play is just time measured out for things to happen.

Fake it ’til you make it.

write the book you want to read

3. Write the book you want to read.

Quick story:

Jurassic Park came out on my 10th birthday. I loved it. I was kind of obsessed with it. I mean, what 10-year-old wasn’t obsessed with that movie? The minute I left my little small-town theater, I was dying for a sequel.

I sat down the next day at our old green-screen PC and typed out a sequel. In my treatment, the son of the game warden eaten by velociraptors goes back to the island with the granddaughter of the guy who built the park. See, one wants to destroy the rest of the park, the other wants to save it. Of course, they fall in love and adventures ensue.

I didn’t know it at the time, but I was writing what we now call fan fiction—fictional stories based on characters that already exist.

10-year-old me saved the story to the hard drive.

Then, a few years later, Jurassic Park 2 came out.

And it sucked.

The sequel *always* sucks compared to the sequel in our heads.

write what you like

The question every young writer asks is: “What should I write?”

And the cliched answer is, “Write what you know.”

This advice always leads to terrible stories in which nothing interesting happens.

The best advice is not to write what you know, it’s write what you *like*.

Write the kind of story you like best.

We make art because we like art.

All fiction, in fact, is fan fiction.

The best way to find the work you should be doing is to think about the work you want to see done that isn’t being done, and then go do it.

Draw the art you want to see, make the music you want to hear, write the books you want to read.

Use your hands

4. Use your hands.

My favorite cartoonist, Lynda Barry, she has this saying: “In the digital age, don’t forget to use your digits! Your hands are the original digital devices.”

When I was in creative writing workshops in college, all manuscripts had to be in double-spaced, Times New Roman font. And my stuff was just terrible. It wasn’t until I started making writing with my hands that writing became fun and my work started to improve.

The more I stay away from the computer, the better my ideas get. Microsoft Word is my enemy. I use it all the time at work. I try to stay away from it the rest of my life.

I think the more that writing is made into a physical process, the better it is. You can feel the ink on paper. You can spread writing all over your desk and sort through it. You can lay it all out where you can look at it.

People ask me why I don’t develop an iPhone or iPad Newspaper Blackout app, and I tell them  because I think there is magic in feeling the newsprint in your hand and the words disappearing under that marker line. A lot of your senses are engaged–even the smell of the fumes add to the experience.

Elvis dancing

Art that only comes from the head isn’t any good. Watch any good musician and you’ll see what I mean.

When I’m making the poems, it doesn’t feel like work. It feels like play.

So my advice is to find a way to bring your body into your work. Draw on the walls. Stand up when you’re working. Spread things around the table.

Use your hands.

Side projects and hobbies are important

5. Side projects and hobbies are important.

Speaking of play — one thing I’ve learned in my brief tenure as an artist: it’s the side projects that blow up.

By side projects I mean the stuff that you thought was just messing around. Stuff that’s just play. That’s actually the good stuff. That’s when the magic happens.

The blackout poems were a side project. Had I been focused only on my goal of writing short fiction, had I not allowed myself the room to experiment, I’d never be where I am now.

Guitar Center

It’s also important to have a hobby. Something that’s just for you. Music is my hobby. (That’s me at Guitar Center.)

While my art is for the world to see, music is for me and my friends. We get together every Sunday and make noise for a couple of hours. It’s wonderful.

So the lesson is: take time to mess around. Have a hobby. It’s good for you, and you never know where it may lead you…

The secret: do good work and put it where people can see it

6. The secret: do good work and put it where people can see it.

I get a lot of e-mails from young artists who ask how they can find an audience. “How do I get discovered?”

I sympathize with them. There was a kind of fallout that happened when I left college. The classroom is a wonderful, if artificial place: your professor gets paid to pay attention to your ideas, and your classmates are paying to pay attention to your ideas.

Never in your life will you have such a captive audience.

Soon after, you learn that most of the world doesn’t necessarily care about what you think. It sounds harsh, but it’s true. As Steven Pressfield said, “It’s not that people are mean or cruel, they’re just busy.”

If there was a secret formula for getting an audience, or gaining a following, I would give it to you. But there’s only one not-so-secret formula that I know: “Do good work and put it where people can see it.”

It’s a two step process.

Step one, “do good work,” is incredibly hard. There are no shortcuts. Make stuff every day. Fail. Get better.

Step two, “put it where people can see it,” was really hard up until about 10 years ago. Now, it’s very simple: “put your stuff on the internet.”

I tell people this, and then they ask me, “What’s the secret of the internet?”

Wonder at something. Invite others to wonder with you.

Step 1: Wonder at something. Step 2: Invite others to wonder with you.

You should wonder at the things nobody else is wondering about. If everybody’s wondering about apples, go wonder about oranges.

One of the things I’ve learned as an artist is that the more open you are about sharing your passions, the more people love your art.

Artists aren’t magicians. There’s no penalty for revealing your secrets.

Bob Ross and Martha Stewart

Believe it or not, I get a lot of inspiration from people like Bob Ross and Martha Stewart. Bob Ross taught people how to paint. He gave his secrets away. Martha Stewart teaches you how to make your house and your life awesome. She gives her secrets away.

People love it when you give your secrets away, and sometimes, if you’re smart about it, they’ll reward you by buying the things you’re selling.

When you open up your process and invite people in, you learn. I’ve learned so much from the folks who submit poems to the Newspaper Blackout site. I find a lot of things to steal, too. It benefits me as much as it does them.

So my advice: learn to code. Figure out how to make a website. Figure out blogging. Figure out Twitter and all that other stuff. Find people on the internet who love the same things as you and connect with them. Share things with them.

Geography is no longer our master.

7. Geography is no longer our master.

I’m so glad I’m alive right now.

cornfield in souther ohio

I grew up in the middle of a cornfield in Southern Ohio. When I was a kid, all I wanted to do was hang out with artists. All I wanted to do was get the heck out of southern Ohio and get someplace where something was happening.

Now I live in Austin, Texas. A pretty hip place. Tons of artists and creative types everywhere.

And you know what? I’d say that 90% of my mentors and peers don’t live in Austin, Texas. They live on the internet.

Which is to say, most of my thinking and talking and art-related fellowship is online.

Instead of a geographical art scene, I have Twitter buddies and Google Reader.

Life is weird.

Be nice. The world is a small town.

8. Be nice. The world is a small town.

I’ll keep this short. There’s only one reason I’m here. I’m here to make friends.

Kurt Vonnegut said it best: “There’s only one rule I know of: goddamn it, you’ve got to be kind.”

The golden rule is even more golden in our hyper-connected world.

An important lesson to learn: if you talk about someone on the internet, they will find out. Everybody has a Google alert on their name.

The best way to vanquish your enemies on the internet? Ignore them.

The best way to make friends on the internet? Say nice things about them.

Be boring. It’s the only way to get work done

9. Be boring. It’s the only way to get work done.

As Flaubert said, “Be regular and orderly in your life, so that you may be violent and original in your work.”

I’m a boring guy with a 9-5 job who lives in a quiet neighborhood with his wife and his dog.

That whole romantic image of the bohemian artist doing drugs and running around and sleeping with everyone is played out. It’s for the superhuman and the people who want to die young.

The thing is: art takes a lot of energy to make. You don’t have that energy if you waste it on other stuff.

Some things that have worked for me:

Take care of yourself.

Eat breakfast, do some pushups, get some sleep. Remember what I said earlier about good art coming from the body?

Stay out of debt.

Live on the cheap. Pinch pennies. Freedom from monetary stress means freedom in your art.

Get a day job and keep it.

A day job gives you money, a connection to the world, and a routine. Parkinson’s law: work expands to fill the time allotted. I work a 9-5 and I get about as as much art done now as I did when I worked part-time.

Get yourself a calendar. (And a logbook.)

You need a chart of future events, and you need a chart of past events.

Art is all about the slow accumulation over time. Writing a page one day doesn’t seem like much. Do it for 365 days and you have a big novel.

A calendar helps you plan work. This is the calendar I used for my book:

calendar

A calendar gives you concrete goals, keeps you on track,  and the nice reward of crossing things off and watching the boxes fill up.

Any goal you want to accomplish: get yourself a calendar. Break the task down into little bits of time. Make it a game.

logbook

For past events, I suggest a logbook. It’s not a regular journal, it’s just a little book in which you list the things you do every day. You’d be amazed at how helpful having a daily record like this can be, especially over several years.

Marry well.

It’s the most important decision you’ll ever make.

And marry well doesn’t just mean your life partner — it also means who you do business with, who you befriend, who you choose to be around.

creativity is subtraction

10. Creativity is subtraction.

It’s often what an artist chooses to leave out that makes the art interesting. What isn’t shown vs. what is.

In this age of information overload and abundance, those who get ahead will be the folks who figure out what to leave out, so they can concentrate on what’s important to them.

Devoting yourself to something means shutting out other things.

What makes you interesting isn’t just what you’ve experienced, but also what you haven’t experienced.

The same is true when you make art: you must embrace your limitations and keep moving.

Creativity isn’t just the things we chose to put in, it’s also the things we chose to leave out. Or black out.

And that’s all I think I have.

Thanks, y’all.

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Noticias del milenio pasado

Dicen que no hay nada más viejo que el diario de ayer. Ni que hablar del de 30 años atrás. Pero para un diario «popular» esas reglas no son obstáculos. Si provoca, sirve, no importa si la noticia fue del día anterior o del siglo XX. Se disfraza de hallazgo algo sabido y va a tapa.

Hace unos días pasó, cuando recién la estafa de Schocklender salía a la luz. Libre, ante la ausencia de información concreta, eligió recordar, en la primera plana, el parricidio de los hermanos. Algo sucedido hace tres décadas, sin nada nuevo para aportar. Una efeméride, bah.

 

Unos días después, volvió al caso con una impactante tapa que tuvo mucha repercusión, sobre todo en las redes sociales: 

 

Una «buena tapa» desde la perspectiva sensacionalista, pero las fotos, presentadas como inéditas, ya habían sido publicadas en la revista Mu y no son precisamente actuales: fueron tomadas hace dos años y medio (en tapa dice que son de 2009, pero son de diciembre de 2008).

Hoy (via @matiask) otro diario recurre a las noticias de ultimo momento de hace 30 años:

Aunque el «Hace 27 años» está más chico que el resto, llevando a pensar al que ve de lejos el título que es algo actual, acá el enfoque es más justificable. La confesión fue hecha ayer por Cristina y el diario eligió un costado humano a la presentación de la Ley Antitabaco. Aun así, el dato tampoco es nuevo: ya figuraba en la biografía escrita por Olga Wornat en 2005.

Pero, ¿qué esperar de la prensa amarilla si todos los diarios serios nos informan hoy en sus tapas que murió Borges… hace un cuarto de siglo?

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Las cinco doblevés de periodismo militante

Hace un tiempo, para conmemorar el Día del periodista, escribí el post «Las cinco doblevés del periodista». En los cuatro años que van desde entonces hasta ahora, cambió mucho el país y el periodismo. La idea de «periodismo militante», que por entonces no existía o era muy menor, terminó siendo un concepto que parece abarcarlo todo. Ahora se es periodista militante por elección (se autodenominan así muchos referentes afines al gobierno) o por defecto (esos mismos referentes acusan al resto de militar para la «opo» y la «corpo»). A la vez, la idea de periodismo independiente sufrió una devaluación tal que ni sus defensores se atreven a enarbolarla.

Por eso, este Día de Periodista ofrezco cinco doblevés (que, como se sabe, son seis), pero del periodismo militante, formuladas como punto de partida para un debate entre los lectores sobre este nuevo modo de transmitir información.

¿Dónde ubican los periodistas militantes a medios como, por ejemplo, The New Yorker?

El periodismo militante aborrece al periodismo norteamericano, «que simula independencia». Fox, claramente, es militante antiObama, pero ¿en qué lugar poner a los medios más tradicionales de EE.UU. tipo Time, que practican periodismo a la vieja usanza o a los más innovadores, cercanos al periodismo narrativo o de crónica, como Vanity Fair? Todos ellos firman, en tiempos de elecciones, un editorial donde dicen a qué candidato apoyan, pero eso no tuerce su cobertura a favor del elegido ni en contra de su oponente.

¿Por qué los medios que adhieren a la idea de periodismo militante no ponen un disclaimer?

Como consecuencia de la pregunta anterior, ¿por qué los medios del «periodismo militante» no ponen un aviso en su tapa declarando a que candidato/ideología/partido apoyan? No debería avergonzarlos, sino todo lo contrario, y el lector sabría desde qué punto de vista se está informando.

¿Quién define por quién milita un medio?

Con el periodismo militante nunca terminé de entender si el militante es el medio o el periodista. Si es el periodista, probablemente tenga que trabajar en medios que no necesariamente coinciden con su militancia, ¿qué debe hacer en esos casos? Si es el medio, ¿todos sus periodistas deberían militar por la misma causa que abraza el dueño del diario/canal/emisora? ¿Está explícita la cláusula de conciencia en los medios de periodismo militante?

¿Cómo se traslada el periodismo militante a otras secciones?

¿Hay que aplicar la idea de periodismo militante a todas las temáticas de un medio? ¿Los periodistas deportivos deben decir de qué cuadro son y defender a sus equipos? ¿Cómo es un modelo de periodismo militante aplicado a las notas de Espectáculos?

¿Qué valor agregado pone un periodista militante?

Si el periodista militante transmite acríticamente lo que su fuente le pide que difunda, y no lo contrasta con fuentes alternativas, ¿qué suma? ¿en qué se diferencia un nota elaborada así de una mera gacetilla?

¿Cuándo informar?

¿En qué situaciones se debe dar a conocer una noticia que afecta a un sujeto vinculado con nuestra militancia? Página/12 no informaba, dentro de su acuerdo con Wikileaks, cables que implicaban al gobierno, ni tampoco se ocupó, al igual que Tiempo, del caso Schoklender durante los primeros días. ¿Se privilegia informar al lector o proteger al damnificado?