Por Lauren A. E. Schuker
Cuando el director Adam McKay trató de conseguir luz verde para filmar la secuela de su éxito de taquilla de 2004 Anchorman, pensó que sería pan comido.
La comedia que costó US$20 millones, protagonizada por los humoristas Will Ferrell y Steve Carrell, recaudó más de US$90 millones. Pero sólo US$5 millones de ese total provinieron de las entradas vendidas fuera de Estados Unidos. Paramount Pictures, el estudio de Viacom Inc., se negó a financiar una segunda parte ante el temor de que el humor típicamente estadounidense no tendría una buena acogida en el resto del mundo.
«Al fin de cuentas, el aspecto económico de este negocio ha cambiado. Ahora la presión para que una película funcione en el mercado global es mucho mayor, y no pudimos luchar contra eso», explica McKay.
El peso creciente de las audiencias internacionales representa un cambio radical para Hollywood. Hace unas décadas, el desempeño de una cinta fuera de EE.UU. ni siquiera era una consideración secundaria para los ejecutivos de Hollywood. Ahora, las ventas de entradas fuera de Estados Unidos representan casi 68% de un mercado cinematográfico global de US$32.000 millones, en comparación con el 58% de hace 10 años, según la firma de investigación Screen Digest Cinema Intelligence Service.
El resultado es que uno de los productos más estadounidenses se está adaptando para complacer los gustos de otros países. Los estudios han empezado a seleccionar a actores extranjeros para las grandes producciones de temática estadounidense como G.I. Joe. Los guiones se modifican para atraer a audiencias de todo el mundo y los estudios han reducido la oferta de clásicos de Hollywood, como las comedias románticas, debido a que las audiencias internacionales no le encuentran la misma gracia a los chistes. Varios estudios han llegado al extremo de financiar, producir y promocionar películas originales para mercados como Corea del Sur y Brasil.
«Tenemos que producir películas que puedan triunfar internacionalmente», reconoce Rob Moore, vicepresidente de Paramount Pictures. «Es la única manera de hacer que el rompecabezas económico de la producción cinematográfica funcione hoy en día».
El auge de la taquilla internacional tiene tanto que ver con los cambios de la economía global como con la evolución del negocio del cine.
Durante años, las arcas hollywoodenses se llenaron gracias al crecimiento de más de 10% de las ventas de películas en DVD. Entre 2000 y 2005, por ejemplo, las ventas de video para consumo en casa saltaron 91% en EE.UU. Pero durante el bajón de la economía en los dos últimos años, estas ventas se precipitaron más de 20%, según Screen Digest U.S. Video Intelligence Service. Las decrecientes audiencias en las salas de cine en EE.UU. y Canadá también contribuyeron al cambio de tendencia.
Otro factor que explica la internacionalización de Hollywood es que otras partes del mundo experimentaron un auge de construcción que edificó centros comerciales que, a menudo, incluían grandes multicines.
Se espera que el gobierno chino, por ejemplo, subsidie la apertura de más de 35.000 salas de cine en los próximos cinco años, frente a las actuales 5.000. Beijing anunció recientemente que la venta de entradas registró un alza de 86% en el primer semestre de 2010, después de que varias importaciones de EE.UU., como Avatar y Alicia en el país de las maravillas, resultaron ser tremendamente populares entre el público chino.
En los últimos tres años, IMAX Corp. inauguró 66 teatros con pantallas grandes fuera de EE.UU., incluyendo 25 en Asia. La compañía presentó la semana pasada su primera película en un idioma diferente al inglés: Aftershock (algo así como Réplica), una producción china con la que los ejecutivos de IMAX esperan aumentar el reconocimiento de su marca en Asia.
Sin embargo, satisfacer a las audiencias internacionales no ha sido una tarea fácil para Hollywood. Hace años, los espectadores en Japón o Corea del Sur acudían incondicionalmente al cine a ver películas escritas, producidas y protagonizadas por Hollywood. Ahora, una ola de sofisticados títulos locales le hacen competencia a la meca del cine.
En 2008, Sanford Panitch, un veterano del sector, quedó asombrado cuando una película de Twentieth Century Fox en la que había trabajado, Jumper, se vio casi eclipsada en Corea del Sur por un thriller local llamado The Chaser (algo así como El perseguidor). «Mientras veía las cifras de la taquilla de ese fin de semana me di cuenta del poderío del contenido local», señala.
Unos meses después, Panitch fue ascendido a director de Fox International Productions, una nueva división del estudio. (Fox es propiedad de News Corp., que también controla The Wall Street Journal). Esta nueva filial se dedica a desarrollar, producir y distribuir películas en idioma local fuera de EE.UU. «No se trata de llevar las tácticas de Hollywood a los mercados internacionales», subraya Panitch. «Se trata de participar de una cultura local en un grado que permita crear un producto que esas audiencias quieran ver».
El estudio está produciendo unas 15 películas en versión original al año, casi el doble que el año pasado. Su primera película china Hot Summer Days (algo así como Días calurosos de verano) encabezó la lista de éxitos durante el fin de semana de Año Nuevo, uno de los más competitivos.
Donna Langley, codirectora de Universal Studios, de General Electric Co., estaba trabajando hace poco en el guión de una película de gran presupuesto basada en el juego de Hasbro, «Batalla naval». La trama era puro Hollywood: alienígenas malvados llegan a la Tierra y viven bajo el mar. Una de las primeras personas en Universal en leer el guión fue David Kosse, el presidente del estudio. En seguida, detectó un problema: los extraterrestres sólo amenazaban a EE.UU. Universal pidió a los guionistas que alteraran el libreto. En la nueva versión, los alienígenas amenazan a todo el mundo.
Como Anchorman 2 fue archivada, McKay, el director, ha tratado de ampliar el atractivo internacional de su próximo proyecto, Policías de repuesto. La comedia con un presupuesto de US$100 millones, protagonizada por Samuel L. Jackson, Will Ferrell y Mark Wahlberg, se estrenará en EE.UU. en unos días y se planea que llegue a las pantallas de América Latina en septiembre.
En una escena clave, Whalberg comparte pantalla con el jugador de béisbol de los Yankees, Derek Jeter. A los ejecutivos de Sony les preocupaba que Jeter, y el chiste que lo involucra, fueran considerados demasiado estadounidenses. Encontraron una solución: el estudio le pidió a McKay que volviera a filmar las tomas con futbolistas internacionales como el inglés David Beckham y el portugués Cristiano Ronaldo. Sony quería lanzar una versión para el mercado internacional con esas estrellas en lugar de Jeter. Ninguno de los jugadores estuvo disponible, pero el estudio planea utilizar la estrategia en el futuro. «En vez de tratar de atraer a una audiencia hacia la película, podemos adaptar la película al público», dice McKay.