Si, como acierta Oscar Wilde, «la moda es una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses», ¿cuánto falta para llegar al medio año de las remeras en italiano?
Para aquellos que viven fuera de Argentina o en un raviol, son remeras con estampados al estilo de los que se hacían en los ’80 en las playas de la costa Atlántica para personalizarlas con el nombre de un niño y un dibujo de Tweety, pero sin personalización y sin el dibujo de Tweety.
Pero esta avalancha de leyendas escritas en la lengua del Dante (y de Berlusconi) también engendró otra moda: las críticas a las remeras italianas.
Por suerte llega el invierno y, a menos que lancen buzos, camperas o pulóveres, tendremos descanso hasta el próximo verano, donde probablemente nos sorprendan con una nueva colección, esta vez con leyendas en latín, esperanto o guaraní.
Ignoro si en Roma ya están usando remeras con la leyenda «Fulbito», «La pelota no se mancha» o «Me cortaron las piernas» (seguramente en Nápoles funcionarían las dos últimas), pero si quieren llevarse para allá las que sobraron de esta temporada, no me ofendo (además van a entender el idioma). De paso llévense las de «I love AR» y las que conmemoran el Mundial 78.
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