«En 2004 la prensa empezó a apostar por la tendencia, y la llamó justamente así: ‘La revolución de los blogs’. Pero en 2006 las cosas cambiaron un poco para bien, y entonces la palabra ya no era revolución, sino fenómeno. Se corrigió el primer error y se llamó a la cosa ‘El fenómeno de los blogs’. En ese año empecé a sentirme un poco mejor, porque entendí que el asunto había empezado, lentamente, a pasar de moda.
Muy pocos se dieron cuenta de la diferencia entre esas dos palabras. Pero yo lo noté enseguida, porque estaba esperando que ocurriese la debacle. Supe que era un muy buen síntoma que algo pasara de ser una Revolución a ser un Fenómeno. Era como si, de repente, el Che Guevara, a punto de libertar Cuba del yugo capitalista, decidiera unirse a un circo ambulante y disfrazarse de payaso. [..]
Desde hace un año, o un poco más, toda la gente que se autodenominaba bloguero, o blogger (es decir, aquellos que no habían tenido la suerte de conseguir un oficio dentro de Internet) se pasaron alegremente a las nuevas tendencias en boga.
Se está produciendo ahora mismo esa desbandada. Gracias a dios, la gente que no tiene nada para decir ahora lo dice en Twitter y en Facebook. ¡Ah, qué tranquilidad, qué descanso! Ya no son blogueros, sino twiteros o algo parecido.» (Hernán Casciari)