«Me acuerdo de un libro de Tzvetan Todorov, ‘Deberes y delicias’, donde él habla del discurso intelectual cuando se usa como herramienta de poder que excluye al otro. Ahí el discurso se hace sofisticado, retorcido; en cambio el discurso es democrático cuando incluye al otro y lo trata como un par y le da además herramientas de intercambio. El usa una palabra que me gusta mucho: la legibilidad, y dice que es ‘una cuestión de higiene’. » (Luis María Pescetti)
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