En el boletín de Periodismo.com de este mes escribí «Réquiem para la tv por cable», donde opongo a la tv por cable con las nuevas tendencias televisivas que propone la web. El análisis es global, pero el cable local también da motivos para quejarse.
Las tandas encabezan la lista. Que por un servicio pago haya que tolerar segmentos publicitarios comparables a los de la tv abierta irrita. Y está prohibido. Ni que hablar de los bombardeos comerciales en los canales infantiles: ¿a nadie le preocupa esta andanada de avisos directo a la cabeza de chicos de tres años? Lo paradójico es que expuestos a la batalla por el rating, los canales de aire casi están eliminando las tandas para evitar la fuga de espectadores.
La revista con la programación es otro motivo. Multicanal/Cablevisión la cobran o sino «regalan» una guía inútil. Telecentro, en cambio, solo ofrece la guía inútil. Las películas se limitan al título, género e intérpretes, con lo que hay que ser un cinéfilo para conocer de qué hablan o acudir a la web. Las series directamente desaparecieron de la programación, con lo que solo queda ir a los sitios de los canales para enterarse a qué hora pasan determinado programa.
Y aquí llega la tercera queja: los sitios oficiales de las señales. Estas webs tienen dos estados posibles: desactualizado o innavegable. Muestran programas viejos o con husos horarios de otro país o están diseñados en Flash y hay que hacer un curso para llegar al horario que necesitamos. Mucha musiquita, mucho wallpaper, pero díganme a qué hora repiten «The Office».
Y esto nos lleva a la cuarta molestia: la falta de respeto por los horarios. Hace varios años que ternamos como bochorno del año en el Premio Don Segundo Sombra a «Los cambios de días y horas de los programas» y siempre gana o sale segundo. Este vicio de los canales de aire ahora empieza a verse en el cable. Ejemplos: Sony reemplazaba «30 Rock» y «‘Til deadth» con «Fusion A2» sin avisar o cuando Warner pasó el último capítulo de «Six Feet Under» media hora más tarde. Muchos televidentes graban sus programas favoritos y estos cambios atentan contra los que pretenden seguir una serie.
Por último, la degeneración del punto anterior: modificaciones caprichosas de los contenidos. Ya nos malacostrumbramos a que cuando en la tv abierta un programa que ya está grabado no mide, se lo cambia de horario o se lo acelera cortándolo, pero nunca había pasado algo así en el cable. Ahora pasó. Warner decidió quemar a la prestigiosa serie «Studio 60» a razón de dos capítulos por semana sin previo aviso. El problema fue que en su repetición de los domingos pasaban uno solo de esos dos capítulos, con lo que los que la grababan ese día (mi caso) ¡veían un capítulo sí y uno no! Un desaguisado que, en la tierra de nadie que es el cable, pasó como si nada.