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Efemérides nimias: el jukebox cumple 118 años

Un día como hoy, pero de 1889, debutaba el primer jukebox.

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Como se ve en la foto de abajo, el primer modelo era más respetuoso del espacio social que los que lo sucedieron. Los que querían escuchar la música, se ponían los auriculares y el resto hacía sus cosas en silencio, sin tener que padecer el tema que le gusta al que puso la moneda en la máquina.

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Claro que con el sistema original no se podía bailar ni tomar algo en la mesa, pero también tenía la ventaja de ser un elemento de socialización para acercarse a desconocidos que compartían nuestros gustos musicales.

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La Real Academia Española traduce jukebox como gramola, pero no es una palabra que hayamos usado. Rockola (un tipo de jukebox) sí se conoció en español. Wikipedia ofrece también sinfonola, tragamonedas o el descriptivo «Máquina de discos».

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¿Me equivoco o vimos más jukeboxes en la tele y el cine que en la vida real? ¿Me equivoco o empezamos a ver jukeboxes con su retorno vintage más que los modelos originales, lo que nos hizo nostálgicos de algo que no vivimos?

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La miniaturización benefició a todos los dispositivos de reproducción de música, menos al jukebox. No puede ser mucho más pequeño porque su valor estético como artefacto es su sello a la par de su capacidad para reproducir música a pedido. Un hipotético ipod-jukebox duraría poco en un bar. Y el monitor de una computadora llena de mp3s acabaría con el aura de este aparato tan infame como querible, expendedor de golosinas auditivas programadas por prepotentes DJs de bricolaje.



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Todos los caminos (¡pero todos eh!) conducen a Gerardo Sofovich

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Ayer los programas de recauchutaje de segmentos de la tele se mofaron de Gerardo Sofovich a raíz de declaraciones en lo de Majul, lo de Susana y en su propio programa asegurando ser el creador de la mayoría de los famosos argentinos. Se atribuyó haber «inventado» a Celina Rucci, Miguel Angel Cerutti, Susana Giménez (en cine y en tv), «Cuestión de peso» y los programas de recauchutaje de segmentos de la tele, entre otros.

Aunque suena soberbio, no es extraño que tantos hayan comenzado con él tratándose de alguien que durante cuatro décadas fue responsable de proyectos de cine, tv, teatro y hasta gráfica y radio (condujo un programa con Lucho Avilés donde recuerdo haber escuchado a Charly García presentar Clics Modernos). Su talento para perdurar tiene que ir de la mano de su talento para descubrir figuras.

Es cierto que también hay verdades ajustadas. Se atribuye haber hecho debutar a Pergolini en tv y eso no fue así o el mérito por los programas de Polosecki, que es casi faltarle el respeto a Polosecki.

Pero no seamos tan estrictos, que por eso estamos escribiendo un blog mientras él está paseando en su yate. Lo cierto es que todos, pero todos, están vinculados a Sofovich. Hasta puede decirse que yo soy un invento de Sofovich, pero esa es una laaaaaaarga historia que dejo para otro día.

Pensemos: de los medios, el que no empezó con él, empezó trabajando para alguien que empezó con él (¿qué hubiera pasado si Gerardo no descubría a su jefe?). Pero también los espectadores de tv, ¿quién no debutó como televidente viendo «Operación Ja ja», «La Peluquería de Don Mateo» o «Polémica en el bar»?. Y aún más, ¿quién no debutó como onanista con Yuyito González, Noemí Alan o Jessica Cirio? Y su área de influencia no se limita a los seres humanos: ¡si hasta la jirafa que está ahora en el zoológico fue un invento suyo de cuando tuvo la concesión!

Redoblemos la apuesta y no nos limitemos a la Argentina. Con una herramienta especial podremos descubrir los lazos ocultos que unen a cualquier celebridad (cualquiera en serio: Kevin Bacon, Sophia Loren, John Travolta, Daniel Day-Lewis) con Gerardo.

Pongan el nombre en la ventana de acá abajo y presionen el botón «Inventar» y tendrán la explicación de cómo el cortador de manzanas más famoso se relaciona con cualquier estrella mundial.

¿Vieron que Sofovich no exageraba?

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Empezó la Primera Guerra Mundial Cultural

Con los que alguna vez fueron hippies en la cima del poder, está comenzando una guerra mundial donde suena lógico que las armas sean bienes culturales.

Con los grandes grupos transnacionales facturando más que el PBI de algunas naciones, que dos grandes corporaciones se enfrenten, merece atención.

La historia comenzó en noviembre de 2006 cuando Universal Music Group le hizo un juicio a la red social MySpace alegando violaciones al copyright al permitir que sus usuarios compartieran música y videos, entre otros, de este sello.

Pero además de la demandada MySpace, News Corp. es propietaria de Fox, una de las principales cadenas de tv. Y a partir del juicio, devolvió el golpe con una prohibición para que ningún programa o película de Twentieth Century Fox usara temas musicales de Universal.

Irónicamente, los más perjudicados con esta medida fueron los productores de Fox, que a la hora de elegir cómo musicalizar sus programas se vieron privados del mayor catálogo musical del mundo. «Fue como hacer mi trabajo con una mano atada», definió Billy Gottlieb, supervisor musical de «Journeyman» y «Bones». Otros programas como «American Dad» o «My name is Earl» también sufieron las limitaciones: «un show como ‘Earl’ se basa en el rock clásico y Universal tiene buena parte de esos temas», le dijo a Wall Street Journal Kevin Edelman, supervisor musical de la serie.

Ahora la veda fue levantada y Edelman dice sentirse «aliviado». Universal parece haber ganado esta batalla: no va a suspender el juicio contra MySpace y tampoco sus finanzas se vieron afectadas con la prohibición.

Pero la «guerra cultural» acaba de empezar. La semana pasada Warner Music, otra de las grandes compañías musicales, impuso un boicot a la tienda musical de Nokia: no venderá música allí mientras Nokia no tome medidas contra otro de sus sitios, Mosh, donde los usuarios intercambian música y videos sin respetar el copyright. Los otros sellos, más pragmáticos, decidieron «darle una oportunidad a la paz» y no desaprovechar ese codiciado punto de venta.

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Cinco vicios del cable

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En el boletín de Periodismo.com de este mes escribí «Réquiem para la tv por cable», donde opongo a la tv por cable con las nuevas tendencias televisivas que propone la web. El análisis es global, pero el cable local también da motivos para quejarse.

Las tandas encabezan la lista. Que por un servicio pago haya que tolerar segmentos publicitarios comparables a los de la tv abierta irrita. Y está prohibido. Ni que hablar de los bombardeos comerciales en los canales infantiles: ¿a nadie le preocupa esta andanada de avisos directo a la cabeza de chicos de tres años? Lo paradójico es que expuestos a la batalla por el rating, los canales de aire casi están eliminando las tandas para evitar la fuga de espectadores.

La revista con la programación es otro motivo. Multicanal/Cablevisión la cobran o sino «regalan» una guía inútil. Telecentro, en cambio, solo ofrece la guía inútil. Las películas se limitan al título, género e intérpretes, con lo que hay que ser un cinéfilo para conocer de qué hablan o acudir a la web. Las series directamente desaparecieron de la programación, con lo que solo queda ir a los sitios de los canales para enterarse a qué hora pasan determinado programa.

Y aquí llega la tercera queja: los sitios oficiales de las señales. Estas webs tienen dos estados posibles: desactualizado o innavegable. Muestran programas viejos o con husos horarios de otro país o están diseñados en Flash y hay que hacer un curso para llegar al horario que necesitamos. Mucha musiquita, mucho wallpaper, pero díganme a qué hora repiten «The Office».

Y esto nos lleva a la cuarta molestia: la falta de respeto por los horarios. Hace varios años que ternamos como bochorno del año en el Premio Don Segundo Sombra a «Los cambios de días y horas de los programas» y siempre gana o sale segundo. Este vicio de los canales de aire ahora empieza a verse en el cable. Ejemplos: Sony reemplazaba «30 Rock» y «‘Til deadth» con «Fusion A2» sin avisar o cuando Warner pasó el último capítulo de «Six Feet Under» media hora más tarde. Muchos televidentes graban sus programas favoritos y estos cambios atentan contra los que pretenden seguir una serie.

Por último, la degeneración del punto anterior: modificaciones caprichosas de los contenidos. Ya nos malacostrumbramos a que cuando en la tv abierta un programa que ya está grabado no mide, se lo cambia de horario o se lo acelera cortándolo, pero nunca había pasado algo así en el cable. Ahora pasó. Warner decidió quemar a la prestigiosa serie «Studio 60» a razón de dos capítulos por semana sin previo aviso. El problema fue que en su repetición de los domingos pasaban uno solo de esos dos capítulos, con lo que los que la grababan ese día (mi caso) ¡veían un capítulo sí y uno no! Un desaguisado que, en la tierra de nadie que es el cable, pasó como si nada.

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Un problema subestimado

Este es un pedido de auxilio. Me aqueja un problema y estoy seguro de que muchos de ustedes lo padecieron y podrán ayudarme a resolverlo. Los afortunados a los que todavía no les tocó, que no se desentiendan: recuerden el poema, «primero se llevaron a los comunistas…».

A los medios tampoco les preocupa: con la inseguridad en las calles, las reñidas elecciones de este domingo y la pelea de Celina Rucci con el jurado de «Bailando por un sueño» es hasta comprensible que no hablen del asunto.

Sufro un mal del que no conozco la cura. Al grano: se me pegó la canción «Grace Kelly», de Mika. Una y otra vez, vaya donde vaya, haga lo que haga (incluso cuando duermo) resuena en mi cabeza la percusioncita del principio, el falsete del estribillo y, lo que me crispa más, el «kaching» del final. Si se creen valientes e inmunes, prueben ustedes el pernicioso efecto:

[audio:http://uploadingit.com/files/177360_nzo29/pegadiza.mp3]

Alguna vez leí que la ciencia compara a las canciones pegadizas con las picaduras de mosquito, «producen una pequeña roncha cognitiva que exige ser rascada. La forma de rascarse el cerebro y aliviar la picazón de un estribillo es reproducirlo. Y, al igual que la picadura del mosquito, cuánto más te rascás, más te pica». Pero, que yo sepa, todavía no hay un Raid para el pop.

Mi intento de tapar esta canción con otra no pegadiza, tipo «Adios Nonino» no funcionó, mi cerebro seguía repitiendo «kaching». Busqué también combatirla con otra igualmente pegajosa, la de «Patito Feo» (no me miren con esa cara, ¡estoy desesperado!), pero cuando ví que este tema era peor que el anterior en todos los sentidos, volví a Mika.

¿Qué solución me recomiendan para que mi vida vuelva a ser como antes? Desde ya, muy agradecido.

¡Kachingggg!

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El segundo trabajo más bizarro de la tele

Este empleo no logra desbancar del primer puesto al tipo que se encarga de las dramatizaciones con playmobils en Bendita tv. Pero se gana un merecido segundo lugar.

¿De qué se trata la tarea? Hay alguien que se ocupa todas las madrugadas, de lunes a viernes, de pensar un «consejito» para Mauricio Saldívar, el encargado del pronóstico del tiempo en el noticiero «Arriba Argentinos».

Esta es la mecánica: tipo 8:11, una vez que Saldívar terminó de anunciar el clima para la jornada, Marcelo Bonelli le pregunta, «¿Y cuál es el consejito para hoy?». Y Saldívar, sonriente pero solemne a la vez, anuncia una indumentaria óptima para salir ese día a la calle. Acto seguido, entre el meteorólogo, Bonelli y Pérez Volpin hacen chanzas alusivas, antes de pasar a la agenda deportiva.

El noticiero trata a este consejito como a una información más, con videograph incluido. Vean un ejemplo en acción:

[MEDIA=10]

Parece un trabajo sencillo, pero no lo es. Al principio es fácil: remera, jean, campera. Pero después se empiezan a acabar las prendas y, para no repetir, hay que agregarle características complementarias: remera de manga larga, jean roto, campera de cuero. Pero el programa se emite unas 320 veces por año, así que eso tampoco alcanza. Es entonces donde nuestro héroe se ve impulsado al consumo de alguna sustancia psicotrópica y a proponerle a Saldívar cosas como «Ojotas de Sara Kay», «Pijama de Bersuit» o «Chanel Nº 5».

¿Alguien se vestirá usando los consejitos del productor de Saldívar?

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¡Casciari, danos un respiro!

Hernán Casciari, el talentoso humorista, periodista, bloguer, guionista y novelista tiene un nuevo blog, Espoiler, que publica para el diario español «El País».

Desde junio reseña allí series de tv norteamericanas (y alguna que otra española o inglesa). Como ya hiciera en orsai, Casciari es hábil a la hora de persuadir y cuesta no terminar viendo todas sus sugerencias. ¡El problema es que cada día agrega nuevas y los programas son semanales!

Ahora se despacha con «40 series interesantes para ver por tele». Las divide entre las consagradas (The Simpsons, House M.D., C.S.I. Las Vegas, Smallville, Numb3rs, Grey’s Anatomy y Boston Legal), las revelaciones (Ugly Betty, Heroes y Shark), tres grandísimas comedias (How I Met Your Mother, The Office yanqui y My Name is Earl), las nuevas apuestas (Journeyman, Reaper, Life y Dirty Sexy Money) y «las que arrastramos del verano (boreal)» (Damages, Californication, The IT Crowd, Weeds y Curb Your Enthusiasm).

¿Conocen a alguien con tiempo para verlas todas?

Al menos de esa lista yo ya descarté a Los Simpson, My Name is Earl y CSI, porque me aburrieron y Smallville, Grey’s Anatomy y Boston Legal, porque nunca me atrajeron.

Pero sumo por otro lado: no concuerdo con su apología de Studio 60, una dramedia pretenciosa disfrazada de sagaz, pero la sigo aunque no me guste. Todavía no terminé Six feet under, que veo doblada por Warner, ni The Sopranos, por DVD.

¡Y eso que en Argentina todavía no empezó la temporada!

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El primer éxito de 2008: «Estudiando por un sueño»

Este martes, en Showmatch se vio esto:

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Ocho minutos cuarenta segundos de Tinelli «tomándole examen» a Rocío Marengo. El momento fue divertido y con rating, ¿por qué no pensar en convertirlo en concurso para el año próximo?

El formato de «Estudiando por un sueño» sería así: veddettes, modelos, gatos y travestis deben estudiar durante toda la semana para rendir examen con traje de colegiala o con cualquier otra indumentaria con poca tela frente a Tinelli. Cada semana toca una materia diferente: matemática, lengua, geografía, historia y, si el rating baja, educación física. En caso de que la participante no sepa la respuesta, puede contestar su soñador. Las que obtienen menor puntaje, van a placa. El duelo se definiría con un ping pong de preguntas y respuestas. La ganadora del certamen puede cumplir el sueño de su compañero.

El jurado estaría integrado por Felipe Pigna, Marcelo Polino, el profesor Candeal y Gerardo Sofovich como presidente. Los coachs serían docentes, intelectuales o periodistas (yo me ofrezco para entrenar a Carla Conte).

Filmus podría declararlo de interés educativo y las maestras podrían pasarle los videos a sus alumnos, como hicieron con «Algo habrán hecho». De paso, Pergolini no podría chicanear más a Tinelli con que él hace productos prestigiosos y el cabezón no.

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El trabajo más bizarro de la tele

Durante los últimos años la tele ha engendrado nuevos empleos. Panelista, participante de reality, ex participante de reality, mediático, Gran Hermano (¡hay alguien que trabaja de Gran Hermano!), visualizador (cobran por mirar la tele). Otros ya existían pero fueron reformulados: jurado (aunque ya estaba en «Domingos para la juventud» ahora pasó al prime time) o secretaria (cuando Süller era secretaria de Soldán no hablaba, pero ahora todas se creen con derecho a emitir su parecer hasta sobre el conflicto de Córdoba).

Pero el modo de ganarse la vida más extraño de la televisión se lo lleva la persona que se encarga de armar los playmobils para «Bendita tv». Este abnegado productor (o productora) se ocupa a diario de buscar, recortar y pegar caritas de famosos en las cabezas de los muñequitos, armar escenarios acordes (da ternura imaginar a la persona construyendo las escenografías) y escribir carteles y globitos con un marcador seco (¡cómprenle uno nuevo!) en una ocupación más cercana al bricolage que al periodismo.

En su tierna infancia, mientras jugaba con sus playmobils, este señor o señorita soñaba con trabajar en la tele, conocer famosos, firmar autógrafos y denunciar verdades. Por ahora trabaja en la tele.

playmobil

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El otro también

canal7

Ayer Canal 7 pasó Buscando a Reynols que cuenta la historia del atípico grupo liderado por Miguel Tomasín. El problema es que este buen documental quedó triturado por tandas insalubres. Al mismo tiempo, en Canal 13, Showmatch se emitía sin cortes (pasa lo mismo con Gran Hermano). Llegamos a la paradoja de que los canales privados no tienen cortes comerciales en prime time y el canal estatal (público) sí.

filmaffinity

Es frecuente que cuando los bloguers citan a una película, enlacen a Internet Movie Database. Es verdad que este sitio es completísimo, pero también es cierto que hay al menos un par de buenos recursos en español que cumplen la misma función. Filmaffinity es un sitio de España que también tiene una gran base de datos pero en castellano, con el plus de un sistema de «almas gemelas» que sive para recomendarnos películas basándose en las preferencias de otros usuarios con gustos similares a los nuestros. Y para linkear a una película argentina, nada mejor que Cine nacional.com. Es, por lejos, más fiable y completo que IMDB si se desea encontrar información de referencia sobre la actividad cinematográfica local.

scioli

Los medios se divirtieron bastante con los falsos títulos de Telerman y Blumberg. Al falso licenciado le tuvieron más piedad, pero con el falso ingeniero fueron implacables. Lo que me llama la atención es por qué, en plena campaña, quedaron impunes las piruetas de Scioli para insinuar títulos que nunca tuvo