¡Que flojos que somos los porteños con esto del humo! En lugar de ponernos contentos porque tenemos un nuevo tema de conversación con los vecinos en el ascensor, nos quejamos. ¡Es solo humo! ¡que se curtan los asmáticos!
Problema, lo que se dice problema, sería que cayera una bomba atómica en la ciudad. Al menos ahí quedarían menos quejosos vivos…
En 1984 Horacio Maratea escribió para la revista Acción un cuento de ciencia ficción llamado «El día antes», donde se analizan los efectos barrio por barrio de una explosión atómica en Buenos Aires. Aunque tiene algunos datos desactualizados (no existe Puerto Madero, habla de Obras Sanitarias de la Nación) el episodio del humo es una buena excusa para transcribir un fragmento de este texto, inconseguible hasta ahora en la web:
[…] El gobierno provisional de la Argentina constituido en la ciudad de Córdoba, ha podido difundir un primer informe a nivel internacional a través de la estación vía satélite de Bosque Alegre, único vínculo oficial de la Argentina con el exterior. Debido a la baja altura de la explosión, la estación de Bosque Alegre no fue afectada por la pulsación electromagnética. No ocurrió lo mismo con la de Balcarce que aún no ha podido recuperarse de los efectos de esa pulsación, encontrándose dañados el cuarenta por ciento de los circuitos electrónicos.
Se transcribe a continuación un resumen de dicho informe:
«El gobierno Provisional Argentino informa a la comunidad internacional que la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, ha sido destruida por una explosión nuclear provocada por un artefacto cuyo origen no se ha podido determinar con precisión La Argentina no tiene ni ha tenido bombas atómicas, por lo tanto la responsabilidad de este hecho recae sobre aquellos que cuentan con arsenales nucleares.
El Gobierno Provisional se reserva el derecho de presentar las reclamaciones pertinentes por las reparaciones a las cuales están obligados los responsables del hecho.»
En el presente informe se ha hecho una clasificación de las zonas afectadas siguiendo el criterio de los llamados «círculos de muerte», criterio éste que se aplicó para analizar las consecuencias de las explosiones sobre Hiroshima y Nagasaki. Se han tomado seis círculos concéntricos, el radio de los cuales se toma desde el epicentro de la explosión.
– Epicentro de la explosión: Este tuvo lugar sobre los barrios de Caballito y Villa Crespo, de la ciudad de Buenos Aires, a cincuenta metros de altura sobre la intersección de las avenidas Gaona y San Martín. En ese lugar, donde se alzaba el monumento al Cid Campeador, se puede apreciar actualmente un cráter de ciento veinte metros de profundidad y cuatrocientos metros de diámetro. Cincuenta manzanas fueron pulverizadas en forma instantánea. Todos los seres vivientesy todos los objetos se evaporaron en menos de una décima de segundo.
– Círculo 1. De cero a un kilómetro de distancia del epicentro: Esta zona abarca lo que fuera el cincuenta por ciento del barrio de Caballito y otro tanto del barrio de Villa Crespo. En una décima de segundo, miles de toneladas de edificios, vehículos, tierra y ciento treinta mil personas se transformaron en una bola de fuego de más de dos mil grados centígrados.
– Círculo 2. De uno a tres kilómetros de distancia del epicentro: Dentro de esta zona tuvieron lugar las llamadas «tormentas de fuego». Vientos abrasadores de quinientos a ochocientos kilómetros-hora mataron instantáneamente al noventa y ocho por ciento de la población comprendida en este sector. La mayoría de las estructuras fueron completamente destruidas por la sobrepresión y el calor. El dos por ciento restante murió a causa de la radiación y la onda expansiva que arrojó a las personas contra los edificios a seiscientos kilómetros-hora. Otra causa de muerte fueron los restos de metal, vidrio y mampostería que fueron proyectados a velocidades muy altas. En esta zona se ha calculado cuatro cientos setenta y cinco mil muertos. Comprende lo que eran los barrios de Almagro, Villa Mitre, Paternal y parte de los barrios de Caballito, Villa Crespo, Flores, Chacarita y Palermo.
– Círculo 3. De tres a cinco kilómetros de distancia del epicentro: Dentro de esta zona el cincuenta por ciento de la población murió en segundos a causa de la ignición espontánea de la ropa y el derrumbe de edificios. Otro cuarenta por ciento murió más lentamente por quemaduras de tercer grado, fracturas múltiples o heridas causadas por fragmentos de vidrio, metal o mampostería.
El diez por ciento restante fue muriendo en el transcurso de las cuarenta y ocho horas siguientes. Se ha calculado un millón de muertos en esta zona que comprendía los barrios de Agronomía, Santa Rita, Colegiales, Balvanera, Boedo, Floresta, Villa del Parque, Villa Ortúzar, Parque Chacabuco y parte de los barrios de Flores, Vélez Sarsfield, Belgrano, Pompeya, Parque Patricios, Parque Avellaneda, Palermo, Recoleta, San Cristóbal y Villa Urquiza.
– Círculo 4. De cinco a ocho kilómetros de distancia del epicentro: Esta zona abarca lo que fueran los siguientes barrios: Retiro, Núñez, Coghlan, Saavedra, Villa Pueyrredón, Devoto, Monte Castro, Villa Real, Versailles, Villa Luro, Villa Soldati, Barracas, Constitución, San Telmo, Monserrat, San Nicolás; parte de los barrios de Recoleta, Palermo, Belgrano, Villa Urquiza, Vélez Sarsfield, Liniers, Mataderos, Parque Avellaneda, Villa Lugano, Nueva Pompeya, Parque Patricios, La Boca y zonas de las localidades suburbanas de General San Martín y Lanús.
Se estima un millón trescientos mil muertos dentro de este anillo, la mayoría de ellos por calor y radiación, el resto por efectos de la onda expansiva u objetos lanzados a gran velocidad.
Prácticamente no han quedado edificios en pie dentro de esta zona. Los depósitos de nafta y gasoil de las estaciones de servicio se convirtieron en verdaderas bombas, agregando tremendas explosiones locales a la onda de choque principal. Los subsuelos se transformaron en hornos para aquellos que fueron sorprendidos allí por la explosión. Los incendios se propagaron a doscientos cincuenta kilómetros-hora.
– Círculo 5. De ocho a trece kilómetros de distancia del epicentro: En este círculo se ha estimado un millón quinientos mil muertos. Se cree que alrededor de mil personas pudieron sobrevivir por setenta y dos horas a la explosión. La causa fundamental de muerte fue el calor acompañado de radiación fuerte (quemaduras de tercer grado) en una superficie de quinientos kilómetros cuadrados. Las zonas afectadas fueron los barrios capitalinos de La Boca, Villa Lugano, Liniers, Riachuelo, la localidad suburbana de Vicente López y (en forma parcial) los partidos de General San Martín, Tres de Febrero, Avellaneda, Lanús, Morón y La Matanza.
– Círculo 6. De trece a veinticuatro kilómetros de distancia del epicentro: Comprende las localidades suburbanas de San Isidro, San Fernando y, parcialmente, las de Tigre, General Sarmiento, Morón, La Matanza, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora, Lanús, Avellaneda, Almirante Brown y Quilmes. Se estima en dos millones novecientos mil la cantidad de personas muertas en este círculo a causa de las quemaduras y la radiación. Los que pudieron sobrevivir a la muerte instantánea fueron condenados a la ceguera y a una muerte por radiación, o quemaduras con infecciones posteriores, en los cinco días subsiguientes.
– Consideraciones generales: Si bien se ha estimado en casi siete millones y medio la cantidad de muertos en los primeros días, no cabe duda que esta cifra deberá elevarse al tomar conocimiento de más decesos con el correr del tiempo. Las experiencias de Hiroshima y Nagasaki indican que las consecuencias fatales de la explosión se harán sentir durante los próximos treinta años.
A lo señalado se debe agregar que el viento arrastró una nube de polvo radiactivo contaminando una zona más amplia. Se deben considerar afectados cincuenta y dos mil kilómetros cuadrados por los efectos de la radiación (esto significa un círculo de ciento treinta kilómetros de radio).
Los servicios de agua potable han dejado de existir debido a la destrucción de las plantas potabilizadoras más importantes de OSN. La red de transformación y distribución de energía eléctrica ha quedado completamente destruida al ser derribadas las torres de alta tensión por la onda expansiva y al haberse fundido los circuitos más distantes por efectos de la pulsación electromagnética.
La red de distribución de gas natural ha quedado inutilizada debido a la explosión del artefacto nuclear y los cientos de explosiones secundarias.
En la zona radiactiva se sentirán los efectos nocivos por un tiempo prolongado. Los mismos se manifestarán en quemaduras, llagas, úlceras, nauseas, vómitos, hemorragias, convulsiones, pérdida de pelo y vello, infecciones, cáncer, leucemia y alteraciones genéticas. Estas consecuencias serán sufridas tanto por los sobrevivientes como por su descendencia. Es abrumadora la cantidad de personas que, habiéndose salvado de la explosión por estar lejos, ha quedado ciega a causa del resplandor. Se han informado casos de muerte por vidrios u otros objetos volantes a más de sesenta kilómetros del epicentro. [..]