Categoría: politica
Time, el newsmagazine más vendido de EE.UU. y Noticias, el más vendido de Argentina eligieron, como personajes del año a «Vos» y a «Tinelli» respectivamente.
La movida de Time de desplazar al más votado Chávez por una reelaboración de YouTube (que sólo sacó 11%) es cuestionable, pero a la vez más comercial: la comunidad que se santifica en esa tapa se autocelebró con posts y links, debates y opiniones, generando un efecto viral que el líder venezolano no hubiera conseguido. Y además apuntan así a un lector más joven.
La revista Noticias también salteó a los Kirchner de la lista de los más influyentes y seleccionó al tercero. También se dijo que el Obispo Piña o Jorge Julio López hubieran sido elecciones más justas.
Pero en la entrevista que le hace Noticias a Tinelli se encuentra la clave de estas consagraciones: «el humor político me torra», confiesa el conductor. Ayer Nik reconoció en RSM que este fue un año políticamente chato. Por conveniencia, pero también por bajo rating, la televisión comenzó a ningunear a la política. Y la siguieron primero las radios, después los portales chatarra de noticas y ahora es el turno de la gráfica. Seguramente todos los responsables de esos medios tiene buenos números en la mano que les dan la pauta de que «la gente» quiere eso.
¿Y cómo se cubre el vacío que deja la falta de interés en los asuntos comunes que hacen a la construcción de una sociedad, del Nosotros?. Con un universo alternativo: Ellos (los que bailan y los que cantan, en la versión argentina/Noticias/Tinelli) o Vos (en realidad «yo», en la versión yanqui/Time). Esta atomización que separa la realidad con una pantalla de computadora, tv o celular borra a la vez la idea del bien común, esa eterna promesa incumplida de la política tal como la conocemos.
En ese mundo paralelo que ocupa las conversaciones sobre Iliana Calabro de los asados y el tiempo de ocio los oficinistas frente a los videos de YouTube, tiene perfecto sentido que el filósofo Tomás Abraham lucubre sobre Carla Conte o que Gerardo Sofovich compare al jurado de Bailando por un sueño con la Justicia argentina.
«Los estadounidenses pasan más tiempo consumiendo medios de comunicación que haciendo cualquier otra cosa, excepto respirar», dice hoy «El País». Ni Noticias ni Time se equivocaron: la pantalla es el personaje del año. Y la política, su contracara.
Dónde está Jorge López
Una de las muchas buenas ideas de «Lunar Park» es la de los chicos desaparecidos: Bret Easton Ellis, el personaje que protagoniza la novela del escritor del mismo nombre, descubre que su hijo y sus amigos les mandan emails a sus compañeros supuestamente secuestrados, inhallables por la Policía.
Ayer, seteando una cuenta en el Outlook Express, me encontré con esto:
Avancé una pantalla en el tutorial y decía esto:
Ante la duda, escribí un email a esa dirección.
Si me llegan a responder, les cuento.
El impacto que nos causa una muerte depende de muchos factores. El ranking lo encabeza, por supuesto, la cercanía con el difunto. La lista seguiría con «el factor sorpresa» de la muerte. Casi todas las muertes son sorpresivas, pero si la causa viene de afuera del cuerpo del que se murió (una bala, una caja fuerte que se le cae en la cabeza), sorprende más. Y en tercer lugar pondría la fama del finado, potenciada si estaba en un buen momento de su carrera.
Para los lectores del sitio Los Trabajos Prácticos, su cierre anunciado para fines de este mes, cumple con los tres factores. Los códigos comunes establecían la cercanía (aunque ni siquiera muchos de sus colaboradores se conocían entre sí) y, para cierta nanoaudiencia, su fama crecía en nombre y visitantes.
¿Y los motivos del deceso? Poco se escribió por ahora en el sitio. Dice el email de despedida:
los logs de TP crecen (cada vez más gente lee) aunque cada vez menos gente escribe. ¿Motivos? Ni la más puta idea.
A mí me recuerda al cierre de «La Urraca», la revista más opositora al gobierno de Menem. Esta publicación, editada por Cascioli y dirigida por Ricardo Parrotta, se dedicaba a poner en tapa los días que faltaban para que terminara el gobierno del Turco. No sólo se equivocó con el número (el riojano tuvo una reelección que no estaba contemplada en el conteo), sino que «La Urraca» terminó antes que la década menemista.
Kirchner lo hizo con TP. Aunque no se ventilan demasiado las internas del sitio, se deduce que el equipo se fue vaciando de oficialistas primero. Pero después los no-kirchneristas que quedaban se fueron vaciando de ideas.
Para mí hay dos textos clave en TP: Uno de Esteban Schmidt sobre Cromañon y Callejeros, que sacó al sitio de la oscuridad y otro, donde Hernán Iglesias Illa intuye el inminente final. Dice hernanii:
Lo que parece es que hemos decidido dejarle la pelota al gobierno y sus escribas, y que los que teníamos algo para decir que no sea gritar “¡inseguridad!” o hinchar las pelotas con la sumisión a Hugo Chávez hemos dulcemente aceptado la derrota discursiva: en los primeros años de la aplanadora K, los progresistas revoloteaban hacia miles de direcciones distintas, algunos enfervorizados por los ataques del gobierno contra los enemigos reales y también los imaginarios; y otros, por ejemplo en TP, nos cagábamos de risa de algunas cosas, intentando, casi siempre sin éxito, que no nos compararan con los programas mañaneros de Radio 10. Ahora, los reacomodamientos parecen haber terminado: todo el mundo parece haberle puesto al paquete K el moño que más le gusta y haberse lanzado al disfrute de su vida privada, que en el Corredor Norte es intensa, salpicada de Benjamín Nieto, con los olores a árboles y caca de las terrazas de Palermo, y trabajos medianamente creativos que se hacen menos alienantes gracias a HBO o, dos semanas por año, al Festival de Cine Independiente.
Lejos de abrir el debate, este texto lo clausuró, confirmando la exactitud del diagnóstico. Después de eso, sólo queda el silencio, sumarse al discurso oficial o comentar las series de HBO. TP desembocó en la primera opción y hoy se despide.
Para aquellos que nunca visitaron el sitio, les recomiendo: aprender (si es eso posible) de la escritura de Esteban Schmidt; escuchar los magníficos podcasts; la lección de cómo se cubren las elecciones desde un medio digital independiente y casi sin dinero; agobiarse gratamente con todo lo que escribe Quintín, pero especialmente con la serie 20 x 35, modelo para desarmar, sobre los nuevos narradores argentinos; a Tomás Abraham cuando duda, más que cuando la tiene clara; no olvidarse del Nudlergate; y, sobre todo, los textos, audios y dibujos de Huili Raffo, verdadero sostén de TP durante el tiempo que duró.
Dice Pablo Plotkin en su despedida:
Creo que hay varios puntos sobresalientes en el legado que deja TP, y uno de ellos es el ánimo constante de bajar los niveles generales de autoindulgencia. Tenemos mucha facilidad para acomodarnos en el lado aceptable, no impugnable del mundo. Este medio fue primero una masiva descarga de trompadas contra esa postura y ahora es una víctima más.
Antes de apurarnos a llenar la pala con tierra, esperemos. TP va a volver con otro nombre o atomizada, la próxima semana o en varios años. Cuando este silencio perplejo se rinda ante nuevas palabras que nos representen.
[audio:http://www.simplenet.com.ar/mp/mpaniversario/20.mp3]
Ayer, mientras 200.000 personas llamaban para elegir entre el sueño de Manuel Rodríguez o el de Lucas Tortorici, Julio López seguía desaparecido.
A raíz del quinto aniversario de los atentados a las Torres Gemelas, Google difundió estadísticas sobre sus búsquedas aquel 11 de septiembre de 2001.
El modo en que la gente buscó información puede servir como modelo para otros acontecimientos informativos globales.
La palabra «cnn» encabezó las búsquedas inmediatamente después del antentado, «world trade center» unas horas más tarde y, al final del día, «nostradamus» y «osama bin laden» lideraron las palabras más introducidas en el buscador.
«¿Dónde encuentro la información?», «¿Qué pasó?» y «¿Cómo/Por qué pasó?» podría ser la secuencia de preguntas que conceptualiza esas búsquedas. Pero, además, estas demandas informativas que van variando con el correr de las horas se corresponden con el rol que está asumiendo cada soporte: la web para encontrar la información, la tv para mostrar la información más caliente (no es casual que se buscara el sitio de un canal y no el de un diario) y, finalmente, la prensa gráfica para analizar y explicar lo sucedido.
¿Y si Kirchner ganó con la marcha?
Todos los analistas políticos concluyeron en que la marcha de Blumberg tuvo un saldo negativo para Néstor Kirchner. ¿Y si no fuera así?
Para empezar, esta fue una marcha que se jugó para Capital y la provincia de Buenos Aires, entonces habría que centrarse en los razonamientos de estos distritos.
En Capital es mayoría el votante independiente, racional, informado. A esta gente Kirchner le gusta en muchas cosas, pero también le disgusta en otras. Y no olvidemos que no vota al peronismo. «¿Por qué votar a Kirchner?» o, mejor, «¿Para qué?», podría ser su pregunta. Si con el 22% Kirchner logró tal concentración de poder, ¿qué esperar de un Kirchner triunfante en primera vuelta? ¿para qué darle los votos a un candidato al que los sondeos muestran siempre superando el 50%? ¿por qué no fortalecer a la oposición para que le ponga límites?
La oposición, en tanto, todavía no se sabe como se presentará, pero seguramente irá dividida. Macri, Lavagna o Carrió permiten un voto testimonial que «le moje la oreja a Kirchner», que no haga peligrar su reelección, pero que tampoco le dé mayores cuotas de poder de las que ya tiene.
Este escenario cambió el 31: los medios mostraron a un Kirchner «preocupado», a una Plaza de Mayo «movilizada espontáneamente» y a un Blumberg «lanzado a la arena política». «Fue un claro traspié para el Gobierno», dijo Clarín. «El país no volverá a ser un jardín de infantes», afirmó Morales Solá. «Blumberg está rodeado de gente que sacamos de la bonaerense por irregularidades tremendas», declara Arslanian en la tapa de Página/12 de hoy. Todo esto ya no le gusta al filokirchnerista crítico porteño. Lo que iba a ser una reprimenda a Kirchner en el 2007 puede terminar siendo una paliza, supone, y quizás se plantee repensar su voto y apoyar al oficialismo.
Blumberg, en tanto, deja de ser el intocable padre de Axel para pasar a ser un político más. Ahora Kirchner ya podrá dejar la pose respetuosa y compungida para pasar a basurearlo como al resto de sus críticos.
En la provincia de Buenos Aires la jugada es otra: se dirime la interna matrimonial por la candidatura a presidente para el 2007. Kirchner, «asustado» por un Blumberg candidato a gobernador, fleta a su mujer del otro lado de la General Paz y decide que «se acabaron los ensayos originales, el candidato [a Presidente] soy yo y ninguno más, Cristina tendrá que esperar».
En los próximos días seguiremos viendo reacomodamientos pero, así como consagrarse como político es un triunfo pírrico para Blumberg, subrayar una supuesta debilidad en lugar de sobreactuar omnipotencia, puede, por primera vez, beneficiar a Kirchner.
Escrito en octubre de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 44
Uno de los mayores malentendidos de la cultura visual es la frase «una imagen vale más que mil palabras». La muletilla dio lugar a debates, a tesis y a clichés de conductores sin imaginación.
Si se rastrea su origen, se verá que se trata de un falso debate. En realidad la traducción adecuada de este proverbio chino debería ser «el significado de una imagen puede expresar diez mil palabras», que no superpone lo gráfico a lo textual, sino que los hace convivir en armonía.
El nacimiento de la confusión es por demás bizarro. Un publicista norteamericano lo introdujo en el mundo occidental en un aviso de polvo para hornear Royal. Allí, el dibujo de un «sabio chino» sentenciaba que una imagen vale más que mil palabras y exhibía con orgullo un bizcochuelo de incuestionable altura. Desde entonces, la puerta estuvo abierta para refutadores y apologistas.
Aunque todavía no hay una imagen excluyente que represente el atentado a las Torres Gemelas, millones de ojos se intoxicaron contemplando la escena. Antes de buscar un sentido, los espectadores, sentidos, pierden el sentido. Los sentidos se saturan y a la vez piden más.
Sentido común. Un avión estrellándose contra un edificio=accidente extraordinario. Dos aviones estrellándose contra dos edificios=atentado.
Sentido vectorial. Dos cuerpos en movimiento horizontal atraviesan dos cuerpos estáticos. Los cuerpos estáticos se transforman en cuerpos en movimiento vertical descendente.
Sentido del olfato. Falló en muchos periodistas apresurados por ganarle a la cadena competidora o ingenuos al reproducir la información «del cuartel». Hubo terroristas que no eran tales o que habían muerto un año antes. Hubo coches bomba que aparecían y desaparecían y, fundamentalmente, mucha información con doble sentido.
Sentido del humor. Los únicos periodistas que no pudieron ejercer su profesión fueron los humoristas. ¿Quién pone la cara para bromear con algo así? Mientras Clarín levantaba la contratapa con las tiras cómicas y Página/12 anunciaba en su tapa «Hoy no hay chiste», las cadenas de correo electrónico se mofaban del atentado desde el anonimato. En este caso, el sentido del tacto es, a la vez, el sentido del gusto.
Sentido del oído. La ventana televisiva por la que todo pasa está cerrada. No hay gritos de auxilio o de dolor, sirenas o llantos. La asepsia selectiva de la CNN nos obtura la capacidad de escuchar lo que está pasando.
Sentido de la vista. Pocos repararon en un grupo de espectadores que no pudo sufrir del mismo modo que el resto del mundo: los ciegos. «Carentes de una descripción de los atentados, muchos ciudadanos de Estados Unidos y del mundo entero se ven impedidos de comprender exactamente lo que ocurrio y cómo ocurrió. Por consiguiente, su posibilidad de ‘digerir’ el horror y compartir la experiencia con el resto de la población se ve muy reducida porque lo visual predominó en esa experiencia para la mayoría», reflexiona Kynn Bartlett, principal técnico de Idyll Mountain Internet que da cursos sobre diseño de sitios web accesibles para todos. Algunos sitios web han sentido el problema y desarrollaron páginas sobre los atentados accesibles a los no videntes. A cada instancia del episodio equivale una descripción con palabras de lo que se ve. Sin embargo decir «neoyorquinos, uno con corbata, el otro con remera negra y pantalones oscuros, corren aterrorizados por las oleadas de humo de los escombros detrás de ellos» nunca va a equivaler a ver esas caras y ese humo.
En ese sentido, una imagen vale más que mil palabras.
Dice la Ley de Godwin:
A medida que una discusión en Internet se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los Nazis tiende a uno.
Desde aquí proponemos su adaptación a los foros de discusión argentinos:
A medida que una discusión argentina o sobre Argentina en Internet se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Videla o al Proceso tiende a uno.
No contento con los favores de diarios, revistas, radios y tv, el oficialismo podrían lanzarse a nuevos modos de comunicar sus mensajes.
Guías telefónicas, menúes de restaurants, señales viales y libros, podrían ser las próximas prioridades para transmitir el mensaje K.
En este documento exclusivo, vemos cómo el gobierno podría infiltrar sus mensajes subliminalmente en la colección de libros «El ojo mágico».
Aquí están las pruebas:
Sólo hay que mirar la imagen como en los clásicos estereogramas (ver «How I view this»). Para los que no logren identificar el mensaje oculto, pueden hacer click en la leyenda «View original».