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Las mejores tapas de revistas

La Sociedad Americana de Editores de Revistas anunció los premios a la mejor tapa de revista de EE.UU. 2006. La ganadora fue «Inundaciones en el Salón Oval», de The New Yorker. La portada que conmemora el 40º aniversario de Rolling Stone salió segunda. Y el tercer puesto fue para The Economist cuando presentó al líder norcoreano Kim Jong-Il como «El hombre del cohete», parafraseando la canción «Rocket man».

Este show de diapositivas presenta a las tres ganadoras y al resto de las finalistas.

Las miniaturas se amplían haciéndoles click. O también se pueden navegar haciendo click en las tapas ampliadas. Para ampliar todavía más una tapa, hay que hacer click con la tecla derecha y seleccionar la opción «Open Image in New Window».

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Medio año de combate

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Se cumplen seis meses del post «Periodistas argentinos en combate», un juego que puse online en http://periodistas.ning.com/ para votar a los mejores y peores representantes del Cuarto Poder local a partir de «batallas» entre pares. Miles de peleas más tarde los perdedores siguen siendo, más o menos los mismos. Pero los ganadores son muy diferentes. Aquí analizaba las primeras conclusiones, a dos días de lanzado el desafío.

Por esos días encabezaban la lista de perdedores:

  • Oscar González Oro
  • Bernardo Neustadt
  • Mauro Viale
  • Rolando Graña
  • Luis Pedro Toni

Y ahora la encabezan:

  • Oscar González Oro
  • Mauro Viale
  • Bernardo Neustadt
  • Daniel Hadad
  • Mariano Grondona

Los que desaparecieron del primer Top 5 siguen, sin embargo, entre los primeros lugares.

Pero con los ganadores los cambios son más notorios. Este era el listado de los primeros días:

  • Jorge Lanata
  • Jorge Guinzburg
  • Marcelo Zlotogwiazda
  • Ernesto Tenembaum
  • Santo Biasatti

Y este es el que aparece al momento de escribir este post:

  • Rogelio García Lupo
  • Victor Hugo Morales
  • Roberto Pettinato
  • Fanny Mandelbaum
  • Gonzalo Bonadeo

Ninguno de los ganadores de entonces figura ahora. Biasatti incluso desapareció del Top 10. La fuerte presencia de Lanata y sus discípulos se esfumó de las primeras cinco posiciones. Y la encabeza García Lupo, alguien con méritos para ese puesto, pero desconocido para la mayoría de la gente.

Cuando seleccioné el listado mezclé periodistas tradicionales con algunos personajes que fueron impugnados en los comentarios, como Karina Mazzoco o Mirtha Legrand. Pero ninguna de las dos está entre los diez más perdedores (donde, salvo Sofovich, los que sí figuran son todos supuestos periodistas) y Mazzoco está en el puesto 17, por encima de Magdalena, Monica Cahen D’Anvers y Marcelo Bonelli (tal vez haya influido la bikini que luce en su foto).

Igual, a no tomárselo demasiado en serio. En solo un juego ;).

El juego: http://periodistas.ning.com/
Ganadores: http://periodistas.ning.com/list.php?sort=winner
Perdedores: http://periodistas.ning.com/list.php?sort=loser

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Muy interesante

A los 16 años escribí una carta a la revista «Muy interesante». Acababa de aparecer la versión argentina y algo torpemente me ofrecía para colaborar. Yo ya venía comprando la original española así que la conocía bien. Si hasta propuse una nota donde escribiría sobre el Barón de Münchhausen como precursor de Tomás Alva Edison en la invención del fonógrafo. Nunca me respondieron.

Unos años más tarde colaboré regularmente en «Enciclopedia Popular Magazine», el experimento de Oskar Blotta (h) para competir en ese segmento. Estaba a cargo de la publicación Jorge Novoa y nos decía que pensáramos en lectores de menos de 15 años y de más de 50: «en el medio la gente está demasiado ocupada con su vida para leer estas boludeces», razonaba.

Hace rato que no compro estas revistas (soy mayor de 15 y menor de 50) pero miro las tapas en los kioscos. Enciclopedia Popular Magazine hace rato que dejó de existir, acaba de cerrar Neo y Muy Interesante atraviesa los años inmutable. Aunque, en realidad, nada puede atravesar los años inmutable. Estas son las últimas dos tapas de Muy interesante:

saludfemenina.gif
Setiembre de 2006

erotismo.gif
Octubre de 2006

Aquel que encuentre que una tapa dedicada a la salud femenina (pero ilustrada con una mina en pelotas) y una dedicada al erotismo con una señorita (¿o un travesti?) introduciéndose una banana en la boca tienen algo en común, definitivamente tiene la mente podrida.

Manuel García Ferré, el editor de la revista en Argentina, y creador de los blanquísimos (pese a lo que insinuaron Los Vergara) Anteojito, Hijitus, Petete y Calculín debería pedir consejos a Luis Ventura para esta «Paparazzi» para menores de 12 que compran una revista «de divulgación científica» para ojear en el baño. Desde aquí, algunas sugerencias:

  • Tapa de noviembre: un stripper de Golden ilustra la nota «La vida íntima del Hombre de Neanderthal».
  • Tapa de diciembre: Nazarena Vélez desnuda para denunciar «Los peligros de la anorexia».
  • Tapa de enero: comparten la portada (en bolas, por supuesto) Belén Francese y Karina Jelinek. ¿La nota? «Cuando fallan los Tests de Inteligencia».

¡A ver si ahora sí me aprueban el sumario!

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El hilo se corta por lo más delgado

Está inhallable en la web la primicia de Infobofe que aseguraba que «Douglas Tompkins se va de Argentina». Ni usando el buscador del sitio o en la versión digital del diario, ni en Google o en Google News puede encontrarse esa noticia que salió en primera plana.

Sí se puede acceder en el portal Infobae a la noticia titulada «Tompkins aseguró que se quedará en la Argentina», donde se lee que «el empresario desmintió en Radio 10 que esté pensando en irse de la Argentina y advirtió que esas versiones son ‘un mito'».

Resulta que el «mito» lo inventó Infobofe y provocó llamados airados a Daniel Hadad de la gente de Tompkins y del Gobierno. ¿El resultado? Despidieron a Victoria Álvarez Benuzzi, la autora de la nota.

Ahora, cuando sale una nota como esa en tapa, ¿la única responsable es la periodista que la escribió?

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9 años de Periodismo.com: un balance personal

a Carol

La relación de dependencia está en vías de extinción: el «empleado» con vacaciones, aguinaldo y extras por presentismo en poco tiempo dejará de existir. [..] Tenés que transformarte en una empresa, dejar de buscar un empleo convencional. La idea es dejar de ser un «buscador de empleo» para convertirte en un «oferente de soluciones».

La frase es de «Manual Chiche», el libro de Chiche Gelblung.

Un día de noviembre de 1994, en el café Tortoni, cerca de las once de la mañana, le dije a Chiche Gelblung que dejaba de trabajar para él. Desde entonces siempre generé mis propios proyectos.

Uno de esos proyectos es Periodismo.com, que hoy cumple 9 años. El balance que imponen los aniversarios siempre es tramposo: depende de las variables que se elijan, será positivo o negativo.

En el ranking del autocuestionamiento, los periodistas estamos en los primeros puestos de la lista. Los publicitarios seguro no viven todo el tiempo cuestionándose lo que hacen. Los periodistas sí. Uno quiere dejar el diario para escribir esa novela que viene postergando desde hace tanto tiempo. Otro se frustra porque soñaba con cambiar el mundo y ahora es jefe del área de prensa de una multinacional. El tercero tiene fama y dinero, pero se deprime cada vez que no aparece en las listas de los periodistas más creíbles. Y así.

Pero también son pocos los periodistas que deciden enfrentar a sus fantasmas. Siempre habrá un buen motivo para no hacerlo. Intuyo que Liniers dibujó esta tira para «La Nación» después de una visita a la redacción:

conformismo.jpg
¿Seguir con el proyecto propio o volver a ser empleado? Esa es la pregunta que me hago cada vez que la frustración es más fuerte que la satisfacción o con el balance, como éste, que impone cada cumpleaños.

Por ahora siempre la respuesta fue seguir con mi proyecto. Los motivos más personales me los reservo. Los otros: uno es el dueño de sus aciertos, se dedica a lo que le gusta y no a las internas y el chismerío barato, es independiente en todos los sentidos y no tiene que cumplir un horario.

Pero las variables negativas también son poderosas: uno padece más sus errores, tiene que dedicarse a tareas no periodísticas, la independencia se paga caro y no tiene que cumplir un horario.

Entonces no puedo recomendarle a nadie que renuncie a su trabajo y genere un proyecto propio. A mí, por ahora, me gusta y me sirve (¿me conforma?). Pero no es para todos. Como lo muestra este fragmento del brillante «Historia íntima de la humanidad», de Theodore Zeldin, contracara del párrafo de Chiche:

[Entre los siglos XV y XVIII], la esclavitud era en Rusia una especie de casa de empeños para personas que no tenían otra cosa que vender que a sí mismos. Una tercera parte de los esclavos solía vivir en situación de fuga, pero habitualmente regresaban, exhaustos de libertad, incapaces de desprederse de su mentalidad de prisioneros [..] La vida al margen de la protección de alguien más poderoso que uno mismo era una aventura demasiado estremecedora [..] La solución a la esclavitud no fue su abolición, o, por lo menos, no fue una solución completa, pues se inventaron formas nuevas de esclavitud bajo otros nombres.[..] Y, hoy en día, quienes prefieren hacer lo que se les dice en vez de pensar por sí mismos y asumir sus responsabilidades -una tercera parte de los británicos dicen preferirlo así, según una encuesta- son los herederos espirituales de los esclavos voluntarios de Rusia. Es importante recordar que ser libre resulta fatigoso y hasta agotador. Y, en epocas de extenuación, el amor a la libertad ha declinado siempre.

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GNA: noticias viejas, gratuitas, en español

Una atajo para buscar en Google News Archive noticias históricas en español sin costo. Hay que ingresar la/s palabra/s a buscar y pulsar el botón «Buscar noticias»:

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Clarín, ¿y el archivo?

Algunos medios online tienen archivo y otros no. De los que tienen archivo, algunos cobran para su acceso y otros lo ofrecen gratis. De los que cobran para su accceso, algunos muestran un pequeño fragmento previo pago y otros se limitan al título. Pero lo de Clarín.com es único: el archivo es gratuito, pero no hay manera de acceder al contenido online, ni gratis ni pagando.

Cuando editaba los textos del Boletín de Periodismo.com para republicar, buscaba links relevantes para complementar algunos artículos. Por ejemplo, éste está centrado en un artículo de The New York Times publicado por Clarín en 2001. No fue fácil localizarlo, pero cuando lo encontré, apareció esto:

archiclarin.gif

¿Alguien puede explicar cuál es la utilidad de un archivo como este?

Así que, ahora que otros nabos vuelven a protestar por el Premio Don Segundo Sombra, tampoco voy a poder chequear en esta nota de Clarín si era el el Concejo Deliberante de Coronda o el de San Antonio de Areco el promotor del proyecto que nos declaró por unanimidad «personas non gratas» por haber creado el galardón a lo peor de la tv argentina…

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Conclusión

Aquí termina el repaso por lo mejor del Boletín de Periodismo.com. Republiqué 25 de los 100 artículos principales y a continuación sumo otros dos. Como este es un blog personal, se omitieron los textos escritos por otros autores. Con una excepción: el texto de Pablo Marchetti, director de la revista Barcelona sobre «Qué es el periodismo». Al final de su texto cuento el por qué de la decisión:

«PERIODISMO ES MENTIR»

(por Pablo Marchetti) El periodismo es una grandísima mentira. Tal vez la más grande de todas. Seguro, la más certera y la más convincente. El periodismo es la mentira perfecta, fundamentalmente porque se autopromociona como la verdad, aún a sabiendas de que la verdad no existe.

Como la ficción, el objetivo excluyente del periodismo es atrapar la atención del lector/oyente/televidente/espectador. Y para semejante y tan difícil tarea, como sucede con la ficción, el periodismo intenta construir un buen relato. Ese relato se nutre de elementos de la realidad. Y si el relato está bien construído (si se trata de buen periodismo) sucede el milagro y todos terminan creyendo que ese relato es la verdad.

Pero, a diferencia de la ficción (el cine, el teatro la literatura; como decía Oscar Wilde: «Aguante la ficción, carajo»), el periodismo insiste en que ese relato es la verdad. A pesar de las célebres palabras de Roberto Arlt («el show debe continuar») cualquier espectador o lector sabe que el relato de una película, un libro o una obra de teatro termina en cuanto se encienden las luces de la sala o se termina la última palabra de la última página. Es cierto, existen muchas obras basadas en hechos reales; pero justamente, el hecho de que estén «basadas en» pone de manifiesto la existencia de la subjetividad del autor. La situación, en esos casos, queda perfectamente «blanqueada» desde el momento que se las encuadra en el rubro «ficción».

El periodismo, en cambio, pretende hacernos creer que por trabajar con la realidad como materia prima para construir su relato el resultado de esa construcción es siempre «la verdad». Esta superstición está tan difundida que cuando un relato periodístico no es bueno, uno de los argumentos más comunes para denostarlo es afirmar: «Eso no es verdad».
Pero la única verdad, decía Winston Churchill, es la realidad. Y la realidad es que nada es verdad: por más certeza que exista en algunas anécdotas o datos de algunos relatos, el relato periodístico es de por sí tan arbitrario como el haber elegido contar una anécdota determinada y no otra, tan divertida como esa. Cuando un trabajo periodístico posee muchos elementos de la realidad, no estamos ante la presencia de más verdad, sino de una mayor calidad de relato. Y lograr un buen relato, un relato entretenido, divertido, que atrape la atención de quien lo sigue, es la razón de ser del periodismo.

Como sucede con todo buen relato, el relato periodístico implica tener algo para decir pero también un buen modo para decirlo. Es qué y cómo. En el periodismo suele decirse que existen seis preguntas fundamentales. Pero el asunto es relativo: lo del cuándo, el dónde, el quién y el por qué forman parte de la lógica del periodismo, son sus herramientas con las que se construye la noticia, que es el relato más básico y elemental. Pero la esencia del periodismo es qué y cómo. Forma y contenido. Se puede hacer buen periodismo con buenos contenidos y mala forma, y viceversa: se pueden hacer grandes cosas simplemente relacionando de manera inteligente un par de datos que todo el mundo conoce.

Cuanto más efectivo sea un relato periodístico, será más sencillo acaparar la atención de la gente. De todos modos, existen muchos modos de lograr este objetivo (muchas formas de hacer periodismo) y también existe una amplia variedad de géneros. El público, como suele suceder con todo en esta vida, es de lo más variado y, afortunadamente para todos nosotros, existen gustos para todo el mundo. Como decía Descartes, «el público siempre tiene la razón».

Pero así y todo, el secreto está en construir el mejor relato posible con elementos de la realidad y tratar de que ese relato se confunda no con una verdad, sino con la verdad. Es la única manera de destacarse del resto. Porque el periodismo es también la necesidad de gritar más fuerte que el otro. O, como dijo Mariano Grondona, «El periodismo será revolucionario o no será».

Se publicó en el Boletín de Periodismo.com Nº 84 de marzo de 2005. Tuvo muchas repercusiones, la mayoría que no pueden contarse. Pero que generaron una respuesta mía en el siguiente Boletín:

«PERIODISMO ES NO MENTIR»

(por Diego Rottman) El email de un ahora ex suscriptor de este boletín: «Es una verdadera pena, pensé mientras avanzaba en la lectura del Boletín de este mes. (..) Un boletín respetado, el resumen diario de noticias tan útil, que estén de acuerdo con que les llamen mentirosos y no se les mueva un pelo. (..) ¿Es verdad que la verdad no existe? Porque si la verdad no existe, tampoco existe la mentira, que es la anti-verdad deliberada y, por lo tanto, tampoco existe el engaño, ni la corrupción, que está basada en el engaño. ¿Acaso Periodismo.com me quiere convencer de que la corrupción no existe? ¿O es que me quieren convencer de que la verdad no existe para venderme cualquier mentira sin penalidad? Es una pena, y sé que lo voy a lamentar. La pelotudez postmo se encuentra en cualquier lado, es fácil de conseguir porque los pensadores light abundan. Así que ¿para qué seguir recibiendo el boletín? No quiero volver a recibir ni su boletín, porque ya no lo respeto, ni el resumen diario».

Estos comentarios destemplados hacen referencia al artículo de Pablo Marchetti, «Periodismo es mentir» del boletín de marzo. Marchetti dirige Barcelona, una revista humorística que se nutre de la actualidad, pero inventa sus propias noticias para satirizar a los medios. El mecanismo es eficaz: Mirtha Legrand y Mario Pergolini dieron por verdaderas informaciones falsas de Barcelona.

La idea de la serie de artículos «¿Qué es el periodismo?» que estamos publicando este año en nuestro boletín quiere reflejar las distintas visiones que puede haber sobre el periodismo, coincidamos o no con ellas. Barcelona es un fenómeno interesante, la contracara del periodismo. O su exageración. No pienso discutir el silogismo del email. Podría refutar a Marchetti desde la paradoja de que, si según él el periodismo miente, y su artículo dice que el periodismo miente, su artículo miente (por lo tanto el periodismo dice la verdad). Pero prefiero disentir desde otro lugar.

Si hay algo que hermana al periodismo sensacionalista con el respetable, a los noticieros televisivos con los diarios, al nuevo periodismo con el tradicional, a la crónica de un estudiante con la columna del periodista consagrado es que no mienten. En el periodismo no está permitido mentir. Y esto lo diferencia del arte y la política.

Cuando en su razonamiento Marchetti habla de las mentiras del periodismo («se promociona como la verdad», «construye un buen relato», «busca atrapar la atención del receptor») en realidad está criticando las estrategias de enunciación del periodismo, más que negar la existencia del tsunami del sudeste asiático o de Terri Schiavo. Pero, al contrario de los que sostiene Marchetti, el chiste está en que el periodismo puede promocionarse como la verdad, construir un buen relato, atrapar la atención del receptor y, a la vez, no mentir.

No mentir no necesariamente significa buscar el bien común, ni dar a conocer todas las voces sobre un tema ni divulgar todo lo que se sabe. Y, sobre todo, no mentir no necesariamente significa decir la verdad. Escribir en potencial no es mentir. Cerrar un artículo cuando aún faltan datos importantes no es mentir. Decir que alguien dijo algo, aunque no podamos verificar que ese algo sea verdad, no es mentir.

Al contrario de lo que dice Marchetti, lo UNICO prohibido en el periodismo es mentir. Y esto lo saben muy bien Jayson Blair, Stephen Glass y nuestros Nahuel Maciel y Jorge Zicolillo. Barcelona miente, pero nadie se informa con Barcelona. De hecho, quien no haya leído previamente los diarios, no entenderá el humor de Barcelona.

En el periodismo puede decirse la verdad, pero no es obligatorio. Alcanza con no mentir. El día que al pie de un artículo se lea «esta noticia es una operación del Gobierno, pero sirve a los negocios del diario» o al terminar una nota el conductor del noticiero anuncie «hay noticias más importantes que ésta, pero dan menos rating», el periodismo habrá empezado a decir la verdad.

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Topología de la noticia

Escrito en noviembre de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 45

Para festejar sus 75 años, en 1998 la revista Time decidió compartir algunos secretos con sus lectores. Entre los datos jugosos de ese número especial, contaron que, hasta ese entonces, las tapas más vendidas de la revista habían sido la conmemorativa de la Princesa Diana, la de su muerte, la de la renuncia de Nixon, la de la muerte de John Lennon y la dedicada a Michael Jackson. Además, revelaron los números menos vendedores y, bajo el título «Dear Idiots», enumeraron las portadas que generaron más cartas de rechazo y, a la vez, el mayor número de suscripciones dadas de baja: la redacción recibió 12.191 cartas de lectores a partir de la tapa dedicada a «El último tango en París» (1973). Le siguen «Ayatollah Khomeini, hombre del año» (1980), «¿Ha muerto Dios?» (1966) y «Sexo en EE.UU.» (1964).

Los medios de gráfica impresa son los que más intuitivamente deben decidir el contenido de su sumario: que el número de una revista venda más o menos puede depender de su nota principal, de la tapa de la competencia, de las noticias socialmente más instaladas y hasta de los factores climáticos de esa semana.

La TV y la radio pueden consultar el rating (¡medido por minuto!) y los medios de gráfica electrónica tienen estadísticas detalladísimas de cada artículo publicado. Cuando un diario o una revista tiene sitio web, puede acudir a estos datos para medir el impacto de una pieza periodística. Las versiones online de El País, Clarín o CNN, entre otros, también hacen públicas las estadísticas de los artículos más visitados, lo que sirve como un interesante entrenamiento para futuros editores.

Lo cierto es que a partir del 11 de setiembre parecería haberse revertido una tendencia: ahora habría una creciente avidez por las llamadas noticias «duras». La cobertura de los atentados disparó el interés por la sección de internacionales, pero el tema va mas allá: los programas de investigación periodística encarados con profesionalismo son líderes de audiencia, superando muchas veces a los reality shows.

Ademas del prestigio, las ventajas de las noticias duras para los medios tienen que ver con que los estudios demuestran que los consumidores de este tipo de material periodístico también son un segmento consumidor de otros bienes. Es un publico informado, formado y con alto poder adquisitivo. También es cierto que mandar corresponsales a la guerra o producir programas de investigación sin salir al aire durante meses puede ser muy costoso.

Pero en realidad la distinción entre noticias duras y blandas debería descartarse, para analizar otras variables del contenido periodístico a la hora de medir su interés: el bagaje (background) y el magnetismo. Porque el interés por las llamadas noticias duras irá desapareciendo en la medida en que el conflicto de la guerra vaya haciéndose más complejo. Y una noticia como las que se suele publicar en los tabloides nunca dejará de llamar la atención. El éxito de una noticia entonces, no está en su dureza o su blandura, sino en su baja apelación al bagaje cultural y en su alto magnetismo.

En ese sentido, para consumir la «noticia dura» de dos aviones estrellándose contra dos edificios no hace falta demasiado bagaje cultural, pero para entender políticamente el conflicto detras de la guerra sí. Que se hayan saturado los servidores el 11 de setiembre, pero que los diarios vendan menos en la medida en que el conflicto es cada vez más complejo es la demostración.

Las «noticias blandas» son para todos, no piden un lector con formación. Pero una noticia de la sección política podría ser tildada de «blanda»: que un juez o un diputado protagonicen un escándalo privado, muchas veces es lo mismo que si el protagonista fuera un carnicero o un actor. Posiblemente la única diferencia es que si el protagonista es un político, la noticia sea consumida tanto por el lector de la sección Política como por el lector de la sección Policiales.

En cuanto al magnetismo, debería atravesar a todas las secciones del medio para cautivar al lector. La idea de que las noticias políticas o económicas no pueden ser entretenidas desconoce la expresión inventada por el periodista Harry Rosenthal, el «Hey, Martha», que define al hombre en la mesa del desayuno que levanta la vista de la lectura de su periódico para llamar a su esposa «¿Hey, Martha, has visto esta noticia?».

Así, comprar «el fenómeno de las noticias duras» puede llegar a decepcionar dentro de un tiempo, cuando las infografías sobre el campo de batalla no alcancen y los medios descubran que el costo de la cobertura empieza a dar pérdidas y retiren a sus corresponsales. En ese sentido, la noticia de que «renace el interés por las noticias duras» es un muy buen ejemplo de una noticia blanda…

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Sentidos

Escrito en octubre de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 44

Uno de los mayores malentendidos de la cultura visual es la frase «una imagen vale más que mil palabras». La muletilla dio lugar a debates, a tesis y a clichés de conductores sin imaginación.

Si se rastrea su origen, se verá que se trata de un falso debate. En realidad la traducción adecuada de este proverbio chino debería ser «el significado de una imagen puede expresar diez mil palabras», que no superpone lo gráfico a lo textual, sino que los hace convivir en armonía.

El nacimiento de la confusión es por demás bizarro. Un publicista norteamericano lo introdujo en el mundo occidental en un aviso de polvo para hornear Royal. Allí, el dibujo de un «sabio chino» sentenciaba que una imagen vale más que mil palabras y exhibía con orgullo un bizcochuelo de incuestionable altura. Desde entonces, la puerta estuvo abierta para refutadores y apologistas.

Aunque todavía no hay una imagen excluyente que represente el atentado a las Torres Gemelas, millones de ojos se intoxicaron contemplando la escena. Antes de buscar un sentido, los espectadores, sentidos, pierden el sentido. Los sentidos se saturan y a la vez piden más.

Sentido común. Un avión estrellándose contra un edificio=accidente extraordinario. Dos aviones estrellándose contra dos edificios=atentado.

Sentido vectorial. Dos cuerpos en movimiento horizontal atraviesan dos cuerpos estáticos. Los cuerpos estáticos se transforman en cuerpos en movimiento vertical descendente.

Sentido del olfato. Falló en muchos periodistas apresurados por ganarle a la cadena competidora o ingenuos al reproducir la información «del cuartel». Hubo terroristas que no eran tales o que habían muerto un año antes. Hubo coches bomba que aparecían y desaparecían y, fundamentalmente, mucha información con doble sentido.

Sentido del humor. Los únicos periodistas que no pudieron ejercer su profesión fueron los humoristas. ¿Quién pone la cara para bromear con algo así? Mientras Clarín levantaba la contratapa con las tiras cómicas y Página/12 anunciaba en su tapa «Hoy no hay chiste», las cadenas de correo electrónico se mofaban del atentado desde el anonimato. En este caso, el sentido del tacto es, a la vez, el sentido del gusto.

Sentido del oído. La ventana televisiva por la que todo pasa está cerrada. No hay gritos de auxilio o de dolor, sirenas o llantos. La asepsia selectiva de la CNN nos obtura la capacidad de escuchar lo que está pasando.

Sentido de la vista. Pocos repararon en un grupo de espectadores que no pudo sufrir del mismo modo que el resto del mundo: los ciegos. «Carentes de una descripción de los atentados, muchos ciudadanos de Estados Unidos y del mundo entero se ven impedidos de comprender exactamente lo que ocurrio y cómo ocurrió. Por consiguiente, su posibilidad de ‘digerir’ el horror y compartir la experiencia con el resto de la población se ve muy reducida porque lo visual predominó en esa experiencia para la mayoría», reflexiona Kynn Bartlett, principal técnico de Idyll Mountain Internet que da cursos sobre diseño de sitios web accesibles para todos. Algunos sitios web han sentido el problema y desarrollaron páginas sobre los atentados accesibles a los no videntes. A cada instancia del episodio equivale una descripción con palabras de lo que se ve. Sin embargo decir «neoyorquinos, uno con corbata, el otro con remera negra y pantalones oscuros, corren aterrorizados por las oleadas de humo de los escombros detrás de ellos» nunca va a equivaler a ver esas caras y ese humo.

En ese sentido, una imagen vale más que mil palabras.