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¿Se equivocó La Nación con Naomi Klein?

Para la Feria del Libro, el diario La Nación decidió auspiciar una charla de Naomi Klein, a propósito de su excelente libro «La doctrina del shock». El trabajo de Klein está en las antípodas ideológicas del diario fundado por Bartolomé Mitre. Pusieron el sello del diario que se jacta de ser una «tribuna de doctrina» para difundir un libro que se presenta como una historia crítica del neoliberalismo. ¿Fue un error?

Tanto el reportaje a Klein como la cobertura del evento fueron escritos con incomodidad por los periodistas de La Nación. Por ejemplo, no se menciona nunca a Milton Friedman, numen del neoliberalismo y omnipresente en «La doctrina del shock». Pero el reportaje tampoco puede atacar demasiado a Klein: sino, los lectores no entenderían el por qué del auspicio. Hasta el reportaje de Ñ es más agresivo con Klein que el de La Nación. Nota al Margen: desubicadas y poco felices las menciones de Ivana Costa a Pancho Ibañez y Susana Giménez.

Aunque no encontré ninguna carta en la edición impresa repudiando el auspicio a Klein, la primera de las notas tiene, en su versión online, 65 comentarios de lectores, en su mayoría indignados. Sí publicaron, después de eso, una nota manipulada y mentirosa titulada Rechazan los liberales los argumentos de Klein, donde los «intelectuales argentinos» (así, en bloque) le contestan a Klein. En realidad lo que responden es a la afirmación de que «el neoliberalismo no es democrático» que es el título de la nota que eligió La Nación cuando reporteó a Klein. Una simplificación que los entrevistados simplifican aún más cuando dicen desconocer al término neoliberalismo y pasan a equivaler al neoliberalismo con el liberalismo histórico. Por las opiniones es claro que las fuentes consultadas, como mucho, leyeron el reportaje y la solapa del libro. Por ejemplo, un tal Sofanor Novillo Corvalán se remite al sistema feudal para opinar. Rosendo Fraga centra su crítica en la Guerra de Malvinas, cuando en el libro se profundiza sobre los comienzos del Proceso y sobre el menemismo.

Pero aparte del error de La Nación, ¿no se equivocó también Naomi Klein? Ñ asegura que Avi Lewis, el marido de Klein, «revisa qué periodistas vendrán, cuál es su background personal, la orientación ideológica del medio para el cual trabajan, etc». ¿Se le pasó a Lewis que el diario que auspició la charla de su esposa es el principal vocero de aquello que el libro tan bien describe como el Mal?

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¿Qué tienen los periodistas deportivos en la cabeza? Humo

Después del humo que invadió Buenos Aires y antes de que Deep Purple reciba un para ellos inexplicable aumento en sus pagos por derecho de autor de «Smoke on the water» desde Argentina, los periodistas deportivos, todos a la vez, decidieron hacerse los originales y pensaron estos títulos graciosos:

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El regreso de Archi

Pablo Capanna augura en el recomendable perfil de J. G. Ballard que escribió para Ñ de esta semana que cuando los medios se harten de «dantesco» y «kafkiano», van a apropiarse de «ballardiano» como sinónimo, palabra que ya existe en el diccionario Collins.

Es así, las palabras se gastan rápido en los medios. Y ni que hablar si sirven para definir cosas magnificadas. La inflación del lenguaje se devalúa con la repetición. Muy, que significa mucho, hoy parece poco. Anteponerle «re» a una palabra ya no nos permite el énfasis de antes por la fuerza de la costumbre, ya todo es re. Para acentuar al deteriorado «super» hay que repetirlo muchas veces. Miren este ejemplo:

[MEDIA=24]

A super le sucede híper: hoy un supermercado parece estar más cerca de un almacén que del rotundo hipermercado.

Mega todavía no se gastó. Hasta que eso pase, los megaemprendimientos seguirán infundiendo respeto: emprender cualquier cosa ya es un esfuerzo, megaemprender suena como para unos pocos elegidos.

Quiero decir que estoy muy enojado, pero así no me alcanza para expresarle a mi interlocutor la medida de mi enojo. Tampoco re enojado, ni super enojado. Hiperenojado todavía funciona y por ahora no escuché a nadie decir que estaba megaenojado. ¿Qué sigue en la lista, cuando hiper y mega bajen su cotización en el mercado del lenguaje? ¿Cómo agrandar sin acudir a palabras disminuidas?

Propongo exhumar al viejo archi. Si decimos que la ruta está archicongestionada podremos provocar en quien nos escucha la idea cabal del grado de congestión de la ruta. Todavía. Así que, ya saben, compren acciones de archi, aprovechen, que todavía están archibaratas.

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El segundo trabajo más bizarro de la tele

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Newton tenía razón

El nivel de los entrevistados del programa de Chiche Gelblung en canal 26 no para de caer: arrancó con una excelente entrevista a Clara Rojas, ex-rehén de las FARC, contando sus meses de cautiverio. Anteayer estuvo Ximena Capristo revelando que tiene un labio hinchado por un golpe y ayer una tal Vanesa Carbone explicando por qué se hizo un test de embarazo en tv. ¿Todavía se puede ir más abajo?

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El primer mes de Crítica

Un recurso de muchos periodistas políticos, Lanata incluido, es comparar la plataforma electoral o la campaña publicitaria de un candidato con sus resultados luego de asumido. A un mes de la aparición del diario de Jorge Lanata, ¿por qué no contraponer la pieza publicitaria del lanzamiento con los resultados de los primeros 30 días de Crítica? ¿Cumplió el candidato Lanata con lo que prometía?

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El nombre: en todas las entrevistas previas al 2 de marzo, Lanata daba a este nuevo diario un aire fundacional dentro del periodismo. Pero tozudamente se aferró a un nombre que remitía a un proyecto creado hace casi un siglo (el mítico «Crítica» de Botana), que para peor, ya estaba registrado, con lo que consiguió la situación inédita de dos medios con el mismo nombre en los kioscos. ¿Por qué este capricho inicial en lugar de ponerle un nombre nuevo, acorde con un proyecto que hace de la originalidad una bandera?

Las letritas cortadas: el poco feliz aviso de más arriba opera a modo de declaración de principios, pero no se entiende si Crítica iba a ser la suma de lo mejor de cada diario o si, por el contrario, iba a tener lo que al resto le faltaba. En cualquiera de los dos casos, presentarse a sus lectores potenciales a partir de las fortalezas o debilidades del resto, habla mucho del resto pero poco de uno. Y, de nuevo, tampoco es un punto de partida ideal para un proyecto que se pretende renovador.

Los videos de la soberbia: además de este aviso, antes del lanzamiento, desde Lanata hasta el que limpiaba los baños se presentaron con un video. De nuevo este original recurso sirvió para inflar las expectativas sobre Crítica («nunca los inodoros estuvieron tan limpitos en una redacción»). Pero estas promesas electorales se pincharon en el discurso de asunción, cuando Lanata en la fiesta de lanzamiento en la Facultad de Derecho dijo que por ahora Crítica «será malo. Prometemos un buen diario dentro de dos años, mejor en cinco tal vez». OK, en cinco años lo compro.

La letra C: el acróstico empieza con la C del logo de Clarín y, al lado, la leyenda «llega un diario que no solo informa». Esto está implicando que Clarín solo informa, lo que de entrada no es cierto: sabemos que Clarín a veces informa, muchas veces omite informar y cada tanto desinforma. Y también nos dice que Crítica va a informar y algo más. Pero como no se dice cuál sería la otra función además de informar, no podemos reprocharle no haber cumplido.

Pero sí podemos analizar si informa o no, viendo si está a la par o se adelanta a sus competidores con la agenda informativa. Claro que alguien podría objetar que informar primero no necesariamente es la vara que mide informar bien (García Márquez dijo «La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor»). No es lo que piensa Crítica:

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Con este criterio, a un mes de su aparición, podemos decir que cumplió más que dignamente en política y defraudó en espectáculos, donde a veces las notas que salían en el resto de los diarios se leían en Crítica uno o dos días después. No sé si es una buena estrategia pelear en el mercado desde el lugar de los que llegan primero, sobre todo porque es gráfica, que frecuentemente llega después que la tele, la radio e Internet. Además, Clarín muchas veces le va a ganar en primicias por estructura y por interés de las fuentes.

La letra R: el palo a La Razón es «llega un diario que no se regala». Juegos de palabras aparte, es cierto que La Razón se distribuye sin costo, pero Crítica también. Todos los días ofrece sin cargo la edición completa para descargar en formato PDF, es decir tal y como se vende en los kioscos. Es decir: se vende y se regala.

La decisión de ofrecer estos PDFs fue muy elogiada en varios blogs. No estoy muy seguro de que sea un acierto: el formato de PDF para el archivo no indexa al diario en los buscadores, esconde las páginas en HTML de los números viejos (no pude encontrar varios artículos antiguos usando el buscador del sitio ni los buscadores convencionales), los blogs no pueden linkear a contenido anterior, hay que tener el plugin instalado para poder leerlo, y para leer sólo una nota hay que bajarse el PDF completo que pesa alrededor de 4 MB.

La letra I: en la letra correspondiente a Crónica se lee en el aviso «un diario que no fabula». Tomándome la libertad de equiparar fabular a narrar (la RAE dice en su segunda acepción que fabular es «inventar, imaginar tramas o argumentos»), sirva este punto para analizar otra de las grandes promesas de Crítica: el periodismo narrativo. El renunciado Caparrós había anunciado que intentarían hacer de la crónica una constante del diario. Salvo su presencia en la revista dominical y en algunas notas específicas (pero en las mismas proporciones que Clarín, Perfil o Página/12), el llamado «nuevo periodismo» sigue siendo una promesa de campaña.

La letra T: Usan la T del Cronista para decir que es un diario que «no segmenta». ¿Por qué está mal segmentar? Salvo Clarín, todos los otros diarios se dirigen a un público acotado. No estaría mal que con el tiempo Crítica fuera ajustando un poco mejor al lector al que se quiere dirigir. Todos es igual a ninguno.

La segunda I: es del logo de Perfil y comunica que con Crítica «llega un diario que no se hace esperar al fin de semana». Esta idea se refuerza con la campaña que vienen haciendo casi desde el primer día:

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¿Rarísimo? Tan raro no es: Perfil es el único diario que no sale todos los días, en todo caso lo raro es lo de Perfil. Pero esto sirve para preguntarse otra cosa: ¿tan equivocado está Perfil? ¿no sería una buena idea para un diario de este tipo salir sólo los fines de semana? La primera época de Perfil (con muchos paralelismos con el actual Crítica) era diaria y terminó cerrando. Ahora sale solo los fines de semana y se mantiene. No conozco las cifras de venta, pero descuento que Crítica vende mucho más durante sábado y domingo que el resto de los días. Imaginen las mejores notas de Crítica de toda la semana concentradas en dos días: ¿no sería un producto mucho más sólido?

La segunda C: dice «llega un diario que no le habla solo a la gente como uno». Esto es verdad, Crítica está en las antípodas del lector conservador de La Nación. Por ejemplo, en sus páginas se leen notas sobre sexo y drogas sin eufemismos, prejuicios ni tabúes. También es cierto que este tratamiento tal vez espante a la mayoría de los anunciantes y que un lector joven es más permeable a este tipo de contenido: justo el lector que no lee diarios y que, de hacerlo, los consulta gratis en Internet.

La A: al final le toca a Página/12 con «llega un diario que no cambia de opinión». Aunque la «opinión del diario» es difícil de fijar por carecer ambos de editoriales, es evaluar la coherencia de un mes contra los 20 años del otro diario fundado por Lanata. En todo caso, Página/12 ha sido bastante coherente en estos últimos cinco años…

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Las peores tapas de Time

Una revista tiene que tener un gran sentido de la autocrítica para elegir sus peores portadas. Time se animó y además somete la elección a votación de sus lectores. ¿Se imaginan a Noticias, Gente o Caras proponiendo algo semejante?

No es la primera vez que Time hace este tipo de encuestas online. En 1999 le propuso a la gente elegir a la Persona del Siglo y los resultados no fueron los esperados. En el primer lugar rápidamente se ubicó Jesucristo. Aquí, los editores borraron todos los votos y pusieron una nota aclaratoria explicando que la personalidad más importante debe haber vivido entre 1900 y 1999. Otro caso fallido fue cuando a fines de 2006 el más votado por el público como personaje del año había resultado Chávez, pero Time lo reemplazó por el demagógico «You» (tú, ustedes).

Tampoco es la primera vez que hacen estas autocríticas. Para festejar sus 75 años, en 1998 la revista Time decidió compartir algunos secretos con sus lectores. Bajo el título “Dear Idiots”, enumeraron las portadas que generaron más cartas de rechazo y, a la vez, el mayor número de suscripciones dadas de baja: la redacción recibió 12.191 cartas de lectores a partir de la tapa dedicada a “El último tango en París” (1973) seguidas por “Ayatollah Khomeini, hombre del año” (1980), “¿Ha muerto Dios?” (1966) y “Sexo en EE.UU.” (1964).

En la votación actual, entre las candidatas a peor portada se mezclan malos resultados de diseño:

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pronósticos pifiados:

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y elecciones periodísticas incomprensibles:

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Voten acá y vean acá las más votadas hasta ahora.

¿Qué tapas de medios argentinos propondrían ustedes como las peores?

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Jorge Guinzburg también «midió» en la web

Los picos de rating de la semana que pasó tuvieron que ver con los homenajes a Jorge Guinzburg. Los medios digitales encabezaron su lista de notas más leídas con la información sobre su fallecimiento. Una de las frases por las que más gente llegó a mi blog desde los buscadores en los últimos días fue biografía guinzburg. Google también da cuenta de ese interés a través de su sistema Google Trends, del que ya hablamos en varias oportunidades, y que grafica el número de búsquedas de una o más palabras clave por ubicación geográfica.

Estas son las búsquedas de todo el mundo de las palabras guinzburg y jorge guinzburg durante marzo:

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El pico se da el 12, el mismo día de su fallecimiento, lo que también sirve de obvia conclusión de que el consumidor de noticias ya no espera al día siguiente para informarse por los diarios.

Pero ahora hay otro modo más de medir este interés y es acceder a las estadísiticas de Wikipedia, un nuevo servicio que se ofrece desde hace unos días. Por alguna rara razón (el servicio está en beta, tal vez los números sean extremadamente bajos y no entren en el gráfico) no figuran los datos de los primeros once días de marzo de la página dedicada a Jorge Guinzburg en Wikipedia en español. Pero sí podemos medir el interés durante los 29 días de febrero:

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516 veces en todo el mes, un promedio de 18 páginas por día. En marzo fue distinto:

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21.400 veces se vio su biografía el 12 y 13.600 el 13. En cinco días su entrada acumuló 43.466 páginas vistas.

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Cuando conocí a Guinzburg

Tenía 16 años en 1986 y participaba de «La llave» la revista del Centro de Estudiantes de la Escuela Técnica ORT. Gracias a esa revista amateur pude entrevistar a Carlos Abrevaya y Jorge Guinzburg, dos de mis ídolos de entonces. La idea era imitar en esa entrevista a los reportajes que hacían ellos para «La noticia rebelde», por eso la pregunta para romper el cubito o las menciones a declaraciones de archivo. La transcribo acá porque puede decirse que es «casi» inédita (salvo para los alumnos de ORT de esos días):

Radio Belgrano. Diez y cuarto de la mañana. Un inexperto periodista ingresa en un estudio diciendo «¡Buenos días!», saludo que sale por el micrófono. Dos personas miran hacia la puerta. Son Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya.

Por las dudas, decimos que Abrevaya y Guizburg son los conocidos periodistas de «La noticia rebelde» (¡no los que pasan revista, eh!) y que además tienen un programa de radio llamado»En ayunas». Trabajaron también en muchísimas revistas humorísticas, creando, sin duda, un estilo.

Periodista: Las preguntas que voy a hacerles son al estilo de los reportajes que hacen ustedes…

Carlos Abrevaya: Ah no, entonces no.

Jorge Guinzburg: Yo no acepto ese tipo de reportajes tan agresivos (risas). Aunque podemos hacer una excepción.

Periodista: Vamos a empezar con una pregunta para romper el hielo, ¿son conscientes de que si cada uno hubiese trabajado por separado no habrían llegado a nada?

Carlos Abrevaya: No creo. Mirá, hay un ejemplo bastante simple: en una época, cuando cierran todas las revistas humorísticas en Argentina y a nosotros sólo nos quedaba como elemento de trabajo unido la tira «Diógenes y el linyera», los dos empezamos a trabajar en publicidad porque en periodismo había escasas posibilidades durante buena parte del Proceso. A partir de ahí, el señor Guinzburg se ha destacado como director creativo de varias agencias de publicidad de Argentina. Yo, bastante más humilde, he sido director creativo de una agencia y, como se ve, hubieramos tenido carreras de publicitarios, por ejemplo. Si hubieran existido las revistas habríamos trabajado también solos o juntos, nos complementamos sin duda bien y es más grato y efectivo trabajar en equipo, pero eso no le resta capacidad a él, por ejemplo, para trabajar solo.

Periodista: ¿Por qué siempre Abrevaya y Guinzburg y no Guinzburg y Abrevaya? ¿Nunca tuvieron problemas de cartel?

Jorge Guinzburg: No, no, generalmente es al revés. Cuando firmamos, solemos firmar, firmamos Guinzburg y Abrevaya, porque nos parece que es más fácil empezar con una consonante que con una vocal para pronunciar. Pero si la pregunta es si tenemos problemas de cartel, no, no tenemos.

Periodista: ¿Que sentiste, Jorge, cuando publicaste un libro como el de Diógenes y el linyera y apareció escrito tu apellido como «Guinsburg» en la tapa?

Jorge Guinzburg: Concretamente me molestó mucho, me pareció vergonzoso que la editorial hiciera eso. En realidad no sólo me molesté yo, también se molestó Daniel Divinsky, el director de la editorial, porque lo sintió como una torpeza, que lo fue y por eso me molesta, no porque diga «¡ay, no se me reconoce el esfuerzo!. Además, convegamos que no me llamo Pérez, es un apellido difícil el mío.

Carlos Abrevaya: Pero merece un cierto respeto, porque Pérez también se podría escribir con «s». Si alguien publica el libro de otra persona, por lo menos que sepa cómo se llama.

Periodista: Siguiendo con el tema de «Diógenes y el linyera», ¿por qué aparece como único autor Tabaré?

Jorge Guinzburg: Como cuando empezó a salir yo estaba afuera, Carlitos se enteró por el diario. Ahora es más difícil cambiarlo.

Carlos Abrevaya: Generaría una serie de complicaciones de diagramación y de liquidación, que así, en vez de liquidarle a tres personas, le liquidan a una sola, además de otras complicaciones que hicieron que saliera así.

Periodista: En un número de la revista Hum(r) de marzo de 1981, Gloria Guerrero, en la sección «Bajoneantes y plomazos» dice: «Guinzburg y Abrevaya, los guionistas de la tira ‘Diógenes y el linyera’ insisten en retratar a los jóvenes como imbéciles que se la pasan tirados en el piso fumando y cultivando malos modales, sólo por escuchar música en un cassette. Viendo el cuadro, a la dupla Guinzburg-Abrevaya…

Jorge Guinzburg: Ves, ahí dice Guinzburg y Abrevaya y no Abrevaya y Guinzburg (risas)

Periodista: … no se le ocurrió peor poludez que poner en boca del linyera ‘por un momento creí que habíamos entrado en un festival de rock» ¿les dan asco los jóvenes?

Jorge Guinzburg: No, para nada, ¿cómo nos vamos a dar asco? (risas) Ahora, no creo que se le pueda dar demasiada importancia a lo que dijo Gloria Guerrero en el año ’81, que tal vez no conocía cómo pensábamos, tal vez no seguía la tira, porque sino se hubiera dado cuenta de que no es reaccionaria, y creo que ese comentario de Gloria Guerrero es una pelotudez, que no significa que Gloria Guerrero sea una tonta.

Carlos Abrevaya: Claro… (silencio) Bueno, yo la conozco un poco más porque estoy en Hum(r).

Jorge Guinzburg: Y es tonta…

Carlos Abrevaya: Un poquito… tonta, lo que se dice tonta…

Jorge Guinzburg: Medio tonta.

Carlos Abrevaya: Carece de sentido del humor como para superar algunas cosas. Creo que no hay que generalizar, también hemos hecho bromas con publicitarios, con políticos, etc., lo que no significa abarcar a toda la especie en ese personaje.

Periodista: ¿Son machistas?

Jorge Guinzburg: Yo no… mi mujer es.

Periodista: ¿Y vos Carlos?

Carlos Abrevaya: No, yo no, para nada.

Periodista: ¿Y la frase que dijeron cierta vez en una revista humorística, «la mujer es igual al hombre, al hombre tarado»?

Jorge Guinzburg: No, no la dije yo.

Periodista: Firmado: Guinzburg y Abrevaya.

Jorge Guinzburg: Por eso, la dijimos nosotros (risas). En esa nota, que se llamaba «La mujer es inferior», lo cual de entrada demuestra que no somos machistas…

Carlos Abrevaya: (con tono ingenuo) Eso es una realidad… (risas)

Jorge Guinzburg: … allí planteábamos frases de otros autores, entre ellos San Agustín, San Pedro, frases misóginas. Entonces, para rematar, terminábamos con una frase misógina nuestra muy agresiva. Tenía que ser mucho más brutal que las demás… porque si San Pedro dice «si estás libre de mujer, no busques mujer», entonces tenía que ser una mucho más salvaje que esa, que sea ofensiva, y lo logró, porque las mujeres se ofendieron.

Carlos Abrevaya: Posteriormente hicimos una nota titulada «El hombre es inferior». Estaba todo en un contexto humorístico y la única intención era bromear, no expresar un pensamiento serio sobre la mujer y el hombre.

Periodista: ¿Por qué criticando como critican a Neustadt, en un reportaje en una revista donde Carlos era secretario de redacción le permitieron hacerse un autorreportaje, que fue nota de tapa, en el que trataba de héroes a Videla y Massera? ¿No implicaba eso un apoyo al régimen?

Jorge Guinzburg: El poder de un secretario de redacción, cuando hay gente arriba que intenta poner algo es prácticamente nulo.

Carlos Abrevaya: Por un lado, la revista dirigida por Oskar Blotta (N. del B.: se refiere al Ratón de Occidente) tenía un pensamiento que no era el mío. Por otro, yo modifiqué bastante mi manera de pensar. Ahora soy más consciente de algunos horrores periodísticos de lo que era antes. Además, ni pasó, por mis manos, ni fue sugerencia mía el hecho de que Neustadt escribiera en la revista.

Jorge Guinzburg: De todas maneras, alguna vez Dante Panzeri, con quien hablábamos bastante Carlos y yo, publicó artículos en la revista «Sí», cosa que yo le criticaba. Entonces él me dijo: «Mirá, lo importante no es la revista en la que publicás, sino las cosas que escribís en esa revista». Si vos escribís en un medio sin hacer concesiones, vale. Aunque yo no escribiría en Cabildo, por ejemplo.

Carlos Abrevaya: Por otra parte, para terminar con esto, yo he cometido, sin duda, errores. Si los argentinos llegamos al 24 de marzo del ’76, seguramente fue porque muchos no vimos cuál era la situación nacional real. Mucha gente, entre la que me incluyo, vieron en Isabel un gobierno insostenible, una torpeza de pensamiento total, también muchos creímos en una loca unidad imaginada con la vuelta de Perón «prenda de paz», cuando en realidad una visión detallada del peronismo de entonces nos iba a demostrar que esa unidad era falsa. Me faltaron maestros, en todo caso otras visiones. Hoy me parece que estoy viendo un poco más claro.

Jorge Guinzburg: Vas a ver dentro de diez años que hoy no veías claro.

Carlos Abrevaya: Posiblemente… es una de las cosas que se me sumaron en esta época. La pregunta es, si yo me creí tantos versos antes, ¿no me estaré creyendo un nuevo verso? Esto también tiene respuesta, pero si sigo, esta respuesta va a ser más larga que la revista.

Periodista: Cambiando de tema, Jorge, ¿podés contar detalladamente cómo te patoteó Silvio Soldán?

Jorge Guinzburg: No me patoteó Silvio Soldán, creo que no me patoteó. Por ahí no me dí cuenta. Bromas que hicimos sobre Silvio Soldán él las vio como una campaña y me dijo algo que me shockeó, que no pasaba por lo que pensaba él, sino por cómo lo jodían al hijo en la escuela. Entonces me pareció que uno puede evitar sobre determinadas cosas hacer bromas.

Carlos Abrevaya: Aparte, la broma sobre el bisoñé, el aplique o lo que tiene puesto Soldán en la cabeza era una broma fácil, que surgía de los comentarios que se hacían en los concursos de «La noticia rebelde» y donde las bromas se hacían sin preparación. Además, si uno quisiera hacer una campaña de desprestigio a Soldán, no la haría de esa forma.

Periodista: Como no podía faltar en un reportaje como éste, ¿pueden contar un chiste o una anécdota graciosa que les haya pasado?

Jorge Guinzburg: (piensa, toma aire y dice) … no.

Periodista: Ustedes cuando terminan una entrevista le regalan al entrevistado la mascota del programa. Como en nuestra revista «La llave» no tenemos mascota, les voy a dar una llave Trabex a cada uno.

Jorge Guinzburg: Muchas gracias, es muy linda.

Periodista: Tan linda no es…

Jorge Guinzburg: No, no, me encanta, porque vos sabés que no me abre la puerta de casa, así que me viene bien…

Abrevaya y Guinzburg en 1976
Abrevaya y Guinzburg en 1976

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Ni yanquis, ni marxistas, ni autores

«Crítica», ese diario que hace tanto hincapié en el periodismo de autor, omitió en su homenaje a Guinzburg de hoy, mencionar a los autores del fragmento que publicaron del libro «Ni yanquis, ni marxistas… humoristas».

Escriben al pie:

Este texto es un fragmento de Ni yanquis ni marxistas… humoristas, el libro sobre los comienzos de la revista Satiricón que publicó la editorial de la Universidad de Belgrano.

El libro no es sobre los comienzos de la revista Satiricón, sino que cuenta la historia argentina a través de las revistas de humor desde los ’70 hasta los ’90, Satiricón incluida.

Si no les quedaba espacio para poner «de Jorge Bernárdez y Diego Rottman» podrían haber reemplazado «que publicó la editorial de la Universidad de Belgrano» y puesto «publicado por Editorial de Belgrano».

Ah, y también se olvidaron una coma del título. Mal…

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Me borré de Facebook

ACTUALIZADO: Desde que se escribió este post, Facebook cambió sus reglas, por lo que el procedimiento que se detalla al final ya no es necesario. Ahora alcanza con ir a este link, hacer click en Aceptar, ingresar la contraseña y las palabras de seguridad. Luego no hay que volver a entrar durante 14 días para que el borrado se haga efectivo.

Nunca fui un gran usuario de Facebook. Me registré más que nada para ver cómo funcionaba. Pero ahora, después de leer la investigación de Tom Hodgkinson para The Guardian, decidí darme de baja.

Borrarse permanentemente de Facebook no es fácil. Pero antes de contarles como hacerlo, reproduzco la traducción que hizo la buena revista colombiana Arcadia de la nota de Hodgkinson. Las negritas, para los que quieran limitarse a lo sustancial, son mías:

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Facebook es un proyecto muy bien financiado, y los capitalistas detrás de esta exitosísima red social pertenecen a Silicon Valley, y conciben el mundo desde una clara postura ideológica. Facebook, al igual que su predecesor PayPal, es un experimento social de perfil neoconservador. En Facebook, uno es libre para ser quien quiera ser, siempre y cuando a uno no le importe ser bombardeado por la publicad de las grandes marcas del mundo.

Aunque el proyecto fue concebido por Mark Zuckerberg, la cara real detrás de Facebook es Peter Thiel, inversor de capital de riesgo y filósofo futurista. Solo hay tres miembros en la junta de Facebook: Thiel, Zuckerberg y un tercer inversionista llamado Jim Beyer. Thiel invirtió 500.000 dólares en Facebook cuando los tres creadores fueron a visitarlo en San Francsico en junio de 2004. Hoy es dueño del 7%, que equivale a más de un billón de dólares.

Thiel es visto en Silicon Valley como un genio. Es el cofundador y presidente del sistema de pago en línea PayPal. También dirige un fondo de cobertura llamado Clarium Capital Fund y uno de capital de riesgo llamado Founders Fund. La revista Bloomberg Markets lo llamó hace poco “uno de los más exitosos inversionistas de capital de riesgo en el país”. Es también un vigoroso activista del neoconservadurismo. Se graduó en Filosofía en Stanford y es coautor del libro El mito de la diversidad, un ataque minucioso al multiculturalismo y al liberalismo. Durante sus años en la universidad, fundó un periódico de derecha llamado The Stanford Review. Es también miembro de TheVanguard.org, un grupo de presión neoconvervador basado en internet y creado para atacar MoveOn.Org, un grupo de presión liberal. Su filosofía la resume el propio website: “Vanguard.org es una comunidad en línea de norteamericanos que creen en los valores conservadores, en el libre mercado y en limitar la interferencia del Estado”. Describe su política como reaganista-thatcherista. El mensaje del director dice: “Hoy les enseñaremos una lección que nunca olvidarán a MoveOn, a Hillary y a la prensa liberal”.

Su postura política es clara. Pero, ¿y su filosofía? Básicamente, es esta: Desde el siglo xvii, algunos pensadores iluminados están alejandose de la vieja noción de la vida ligada a la naturaleza (cita la famosa definición de Thomas Hobbes de la vida como “desagradable, brutal y corta”), para acercarse hacia un nuevo mundo virtual en el que habremos conquistado la naturaleza. El valor ahora solo existe en las cosas imaginarias. Thiel dice que PayPal fue motivado por esta creencia: que puedes encontrar valor no en objetos manufacturados, sino en las relaciones entre los seres humanos. PayPal fue un una manera de mover dinero alrededor del globo sin restricciones, saltándose todos los controles de divisas”.

Facebook es otro experimento ultracapitalista: ¿Se puede hacer dinero con las amistades? ¿Puedes crear comunidades libres de fronteras y venderles Coca-Cola? Facebook no fabrica absolutamente nada. Es un simple mediador de relaciones que ya existían.

El mentor filosófico de Thiel es René Girard, de Stanford, quien propone la teoría de que el comportamiento humano funciona por deseo mimético. Girard alega que la gente es esencialmente borrega y se copia una a otra sin mucha reflexión. La teoría parece ser correcta en los mundos virtuales de Thiel: el objeto de deseo es irrelevante. Todo lo que se necesita saber es que los seres humanos tienden a moverse en manadas. De ahí las burbujas financieras. Y de ahí la enorme popularidad de Facebook. Girard es un asiduo invitado a las tertulias intelectuales de Thiel. Pero en ellas nunca se habla de conceptos como el arte, la belleza, el amor, el placer o la verdad.

Internet es muy seductor para neocons como Thiel porque promete un tipo de libertad en las relaciones humanas y en los negocios, libertad de las leyes de los países. Internet abre un mundo de expansión del libre mercado y laissez faire. A Thiel también le encantan los paraísos fiscales y dice que 40% del dinero del mundo está entre Vanuatu, las Islas Caimán, Mónaco y Barbados.

Si en el pasado la vida era desagradable, bruta y corta, en el futuro, Thiel quiere alargarla. Por eso ha invertido en una compañía que explora teconologías para extender la vida. Ha donado 3.5 millones de libras al gerontólogo británico Aubrey de Grey, quien busca la clave de la inmortaldiad. También está en el consejo del Singularity Institute for Artificial Intelligence. En su fantástico website se lee: “Singularity busca la creación tecnológica de una inteligencia superior a la humana”.

Thiel admite que quiere reemplazar el mundo real, que llama “naturaleza” por un mundo virtual. Es en este contexto que debemos ver Facebook. Facebook es un experimento deliberado de manipulación global. Y Thiel es un brillante genio en el panteón neoconservador, con una curiosa inclinación hacia las fantasías tecno-utópicas.

El tercer miembro de la junta de Facebook es Jim Breyer. Socio de Accel Partners, invirtió 12,7 millones de dólares en Facebook en abril de 2005 y está en la junta de gigantes como Walmart y Marvel. Fue presidente del National Venture Capital Association (nvca).

La más reciente inyección de capital a Facebook –27,5 millones de dólares– fue liderada por Greylock Venture Capital. Uno de los socios de Greylock es Howard Cox, también ex presidente de nvca), y miembro de junta de In-Q-Tel. ¿Y qué es In-Q-Tel? Pues nada menos que el ala de inversión en capital de riesgo de la CIA. Creada en 1999, su misión es la de “identificar y asociarse con compañías que estén desarrollando nuevas teconologías para ayudar a proveer soluciones a la Agencia Central de Inteligencia”.

Aún si no compran la idea de que Facebook es un híbrido, extensión de un programa imperialista cruzado con una herramienta masiva de recolección de información, no se puede negar que, como negocio, es absolutamente genial.

A sus dueños, les basta con sentarse a ver cómo millones de adictos a Facebook ofrecen de forma voluntaria información sobre su identidad, fotografías y listas de sus objetos de consumo favoritos. Esta gigantesca base de datos es vendida a los anunciantes, como dice Zuckerberg, “para tratar de ayudar a la gente a compartir información con sus amigos sobre las cosas que hacen en la red”. El pasado 6 de noviembre Facebook anunció que 12 marcas globales –Coca-Cola, Blockbuster, Verizon, Sony Pictures y Conde Nast, entre ellas– se habían unido a Facebook.

“Compartir” es la palabra de Facebook para “publicitar”. Admita en Facebook que le gustó una película y apenas salga una película similar, puede estar seguro de que le enviarán un aviso.

Lea la política de privacidad de Facebook y se dará cuenta de que prácticamente no existe. Facebook parece más un regimen totalitario virtual, ideológicamente motivado, con una población que crece unos dos millones de personas por semana y que ya ha superado los 60 millones. Thiel y sus socios han creado su propio país. Un país de consumidores.

Puede que Facebook sea un experimento genial, pero tal vez usted no quiera formar parte de un proyecto cuyo fin es crear una república virtual global, donde usted y sus relaciones con sus amigos son convertidos en bienes que se venden a las grandes marcas globales.

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Si ya están tan escandalizados como yo y quieren darse de baja de Facebook, no intenten buscar en Google. A lo sumo van a encontrar el modo de «desactivarse», que los deja invisibles ante el resto, pero los datos siguen activos en la base de datos, así que en el fondo es más o menos lo mismo. El Help de Facebook insinúa algo, pero de modo deliberadamente confuso.

Encontré cómo borrarme definitivamente en el grupo de Facebook llamado «How to permanently delete your facebook account» (Cómo borrar permanentemente su cuenta de Facebook).

El link mágico es este formulario sin leyendas que aludan al tema. Ahí hay que escribir lo que aparece en la ilustración de acá arriba. En el subject, poner «Delete my account» y en your message, «permanently delete my account». Esto envía un mensaje al soporte de Facebook que, en teoría, borra manualmente los datos. Aunque hasta ahora puedo entrar como siempre, parece que este sistema funciona…