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Desprolijo minibalance 2016

Proeza: las dos series producidas por Louie CK (Horace & Pete y Better Things)

Decepción: Black Mirror

Peor serie: 11.22.63

Episodio: S01E07 de Vinyl

Foto:

Serie subvalorada: Braindead

Actor: Tony Shalhoub (Red Wheatus en Braindead)

Hallazgo: el «Previously» de Braindead por Jonathan Coulton

Disco: Bust Free

Canción: Kill the lights

Podcast: La casa del transformador

App: Showbox

Sitio: Magnet

Transgresión:
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Nota: The Playlist Professionals At Apple, Spotify, And Google

Libro: Irrupciones, de Levrero

Logo:
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Cuentas de Twitter: @cl_diff y @ln_diff

Programa periodístico: «Last Week Tonight»

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Un hombre rabioso muerde a un perro

AÑOS_DE_RABIA_BLAUSTEINSobre el libro «Años de rabia», de Eduardo Blaustein

De la década kirchnerista transcurrida, apenas menos de la última mitad estuvo dedicada a debatir sobre comunicación. La Ley de Medios, 678, «Clarín Miente»… todo no va más atrás de 2008/2009.

Y aunque parezca que la discusión haya estado desde siempre, es tan nueva como intensa. Argentinos que sumaron a los tópicos de sus asados a personajes como Orlando Barone o Magnetto. Semiótica de sobremesa para pelearse por las noticias de costumbre, pero ahora con una nota al pie agregada, sobre la intencionalidad, origen, veracidad  y antecedentes de cada información, temas hasta entonces reservados a las aulas universitarias o las redacciones.

El panorama se completó cuando, hace apenas dos años (sí, dos), llegó Jorge Lanata al grupo Clarín. El esquema de entonces era, por un lado, un gobierno fuerte en votos, que a su vez tenía cada vez más medios adictos, pero con mínima o nula llegada. Y, del otro, una oposición política fragmentada y sin claros liderazgos, apoyada por la enorme audiencia del multimedios Clarín y el prestigio de periodista de denuncia de Lanata acuñado en los años de menemismo.

Dos programas periodísticos, Lanata para el antikirchnerismo y 678 para el kirchnerismo se convirtieron en la usina discursiva de los militantes. Lanata centrado en los escándalos de corrupción del gobierno. Y 678 dedicado a desarmar la mirada de los medios críticos sobre el oficialismo. Que Lanata haya pecado muchas veces de superficialidad o inexactitud, que 678 haya perseguido o amado alternativamente visiones y personas según estuvieran cerca o lejos de la Casa Rosada son considerados daños colaterales por cada bando.

De todos estos temas se ocupa Eduardo Blaustein en su libro «Años de rabia». Y también de otros, como la Ley de Medios, la publicidad oficial, cómo fue la relación con Clarín en este y otros gobiernos, los medios públicos, los medios oficialistas y las diferencias de las políticas de comunicación durante el kirchnerismo comparadas con los gobiernos de Menem y Alfonsín.

El libro va alternando tres registros: fragmentos de textos académicos, la historia de la comunicación en Argentina desde 1983 hasta mayo de este año y un «diario de navegación», que cuenta en primera persona lo que iba pasando en los medios mientras el autor escribía el libro.

En esta guerra con dos bandos bien delimitados, donde no parece haber lugar para espacios intermedios, el libro se pretende equilibrado. Aunque Blaustein no es precisamente antikirchnerista, hay un muy jugoso capítulo dedicado a enumerar todos los aciertos del Grupo Clarín a lo largo de su historia. La lógica es irrebatible: si sobrevivió tantos años con el favor del público, habrá que ver adónde está su atractivo, al margen del papel subsidiado o las connivencias políticas.

A la vez, es bastante crítico del modelo de 678 «hablándole a los convencidos» y de otras medidas comunicacionales del gobierno. No lo es tanto de la distribución de la publicidad oficial, aunque se exponen todas las posturas sobre el tema.

El libro empieza mesurado, relajado y académico y concluye indignado, con rabia, con los avatares de los primeros programas de este año de Lanata (Fariña, Elaskar y cia.), al que termina llamando «Billy the Kid». Sin embargo, Blaustein dedica uno de los mejores momentos del trabajo a contar en primera persona su relación con Lanata, al que supo acompañar en tres medios, El Porteño, Página/12 y Crítica. Es especialmente fascinante ver, a través de sus anécdotas, como nunca hubo «varios Lanatas» sino que siempre fue el mismo, solo que se fue potenciando a medida que tuvo más poder para hacerlo. Ese capítulo vale más que toda la biografía de Majul.

Y otro capítulo recomendable es el dedicado al «populismo mediático», una lúcida comparación con el populismo político, para analizar el giro demagógico de los medios hacia las audiencias en cuanto a contenidos y tratamientos de la información. Fenómeno global, pero que sirve para volver a entender a los periodistas y medios exitosos, no siempre fanáticos de la ética periodística y la responsabilidad civil al momento de ejercer el oficio.

2015 está cerca y nadie sabe que nos deparará. ¿Que pasará con 678 y Diego Gvirtz bajo otro presidente? ¿Clarín mantendrá a Lanata en caso de acordar con un nuevo gobierno? ¿Qué suerte correrá la Ley de Medios? ¿Página/12 seguirá kirchnerista? Lo que se puede aventurar es que, por acción u omisión, los medios van a seguir siendo noticia. Porque, en el fondo, que un medio hable de un político es lo esperable, el perro que muerde al hombre. Pero que un político hable (y se enfrente, y tome decisiones políticas) sobre los medios es lo novedoso, el hombre que muerde al perro.

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Los riesgos del periodismo de marca: entrevista con Enrique Dans

Ilustración: Metzger.com

Una nueva tendencia ha comenzado a cobrar fuerza en Europa y Estados Unidos. Se trata del periodismo de marca (brand journalism), donde grandes compañías deciden crear sus propios medios de noticias en internet.

Algunos de los casos más representativos en la actualidad son Coca-Cola Journey,Free Press (de Intel), The Financialist(propiedad del banco Credit Suisse), The Network (Cisco), Business Without Borders(banco HSBC) y CMO (Adobe).

No son portales que publiquen exclusivamente comunicados de prensa de las marcas a las cuales pertenecen, sino que se dedican a desarrollar noticias relacionadas con el campo de acción de sus empresas propietarias, para atraer a una audiencia interesada en tales tópicos. Tecnología en el caso de CMO y The Network, o negocios en el caso de Business Without Borders y The Financialist.

Sin embargo, esta nueva forma de periodismo implica una serie de riesgos desde los puntos de vista de la audiencia, los periodistas y los medios tradicionales. ¿Se le está ofreciendo a la audiencia publicidad disfrazada de información? ¿Terminarán las marcas contratando a los mejores periodistas? ¿Amenaza el periodismo de marca a los medios tradicionales?

Con el fin de debatir respecto a estas inquietudes generadas por el auge del periodismo de marca, la Red Ética Segura de la FNPI contactó a Enrique Dans, profesor de tecnologías de la información en el IE Business School de Madrid.

El profesor Dans fue recientemente citado en un artículo de El País dedicado a abordar el “boom” del periodismo de marca, donde declaró que destacó el caso de muchos CEO quienes ya venían utilizando sus blogs para comunicarse con el público y compensar informaciones desfavorables. “Fue así como Bob Lutz, presidente de GM, logró contrarrestar artículos contra él aparecidos en The New York Times”, dijo al diario español.

En entrevista concedida a Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética de la FNPI, el profesor Dans ofreció su punto de vista sobre la forma en que el periodismo de marca se puede ejercer de manera profesional y objetiva.

Escuche la entrevista completa aquí

De acuerdo al profesor Dans, autor del libro “Todo va a cambiar. Tecnología y evolución: adaptarse o desaparecer”, el apogeo que está teniendo el periodismo de marca se debe no tanto a que puede presentarse como una nueva alternativa de trabajo para los periodistas desempleados, sino más bien a lo que llama “la web social”, la cual permite que cualquier portal de internet tenga un alto número de visitas si el tema del cual trata su contenido logra tener relevancia para motores de búsqueda como Google.

“Las barreras de entrada para la producción de contenido han bajado muchísimo. Antes, para crear un periódico debías ser una empresa especializada en prensa y tener una redacción enorme. Ahora en cambio, organizar una redacción es mucho más sencillo y cualquiera desde su casa puede tener una buena publicación”, explica Dans como otro de los factores que han permitido el crecimiento del periodismo de marca.

De acuerdo al catedrático, en el futuro veremos buenos y malos ejemplos de la implementación del periodismo de marca. Por un lado, los malos ejemplos serán los de aquellas corporaciones que disfrazarán su estrategia de marketing unidireccional tratando de hacer ver sus notas de prensa como noticias, y que en consecuencia terminarán teniendo portales de periodismo de marca que no tendrán relevancia alguna. De otra parte, las marcas que lo entiendan correctamente, permitirán un desarrollo profesional financiando proyectos periodísticos de calidad que a largo plazo beneficien la reputación de la empresa.

“La propia selección natural nos llevará a que las marcas tengan un genuino interés por informar en una serie de temáticas que tengan una proximidad a su audiencia. Si eso se hace razonablemente bien, estas marcas terminarán teniendo éxito y se convertirán en un referente para temas específicos”, concluyó Dans.

Los riesgos del periodismo de marca: entrevista con Enrique Dans.

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21 WTF Newspaper Headlines – BuzzFeed

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21 WTF Newspaper Headlines.

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Three lists about BuzzFeed’s serious journalism | Poynter.

A little more than a year ago, BuzzFeed made the leap into the realm of serious journalism. It hired some known journalists and a lot more hungry young writers, expanded its verticals, and announced a plan to create serious content to go alongside the site’s trademark clever lists.

Now, with BuzzFeed creating a home for its long reads, building a business vertical and trying to figure out how to expand into breaking and international news, it’s a good time to assess.

BuzzFeed Editor-in-Chief Ben Smith interviews U.S. Sen. Marco Rubio in February (Screengrab from BuzzFeed video)

BuzzFeed Editor-in-Chief Ben Smith told me in a phone interview that he’s mostly pleased. “I’m psyched about the amount that we’ve been able to punch through,” Smith said. “We are advancing stories. I think that’s what we want to do.”

He emailed me a list of what he considers BuzzFeed’s greatest hits, including Rosie Gray’s story on the GI Bill not working, McKay Coppins’ coverage of Mitt Romney’s Mormon faith and Reyhan Harmanci’s profile of an anonymous Google contractor who had to look at porn and violence all day.

  • On hiring: Smith says he looks for people who are fearless, have raw talent and aggression and take themselves “seriously in a good way.” Also, he doesn’t hire big names for the sake of their star power. “I hired Michael Hastings because he’s a workaholic, not for his name or his good looks.”
  • Current size of the staff: 225 people with roughly 80 working for Smith on the editorial side, making it larger than most mid-size newspapers.
  • The 2012 presidential election was BuzzFeed’s year. “Presidential elections are unique. Every cycle there is a news organization that breaks through. That was our cycle.”
  • You may not be in the target audience. “Most of our stories are written for someone who cares about the Twitter front page. Not all of them, but many of them.”
  • Good stories succeed wherever they are, but entertainment stories rule: “Good stories get a lot of readers. That’s true across journalism and history. But more people care about entertainment. A greatBeyonce story will get more attention than anything else.”

I interviewed two staffers who work for Smith, reporter Rosie Gray and political editor McKay Coppins. They described a creative, exciting environment where they have a lot of freedom to select their own stories and ignore the competition, two workplace benefits that would make lots of other journalists jealous.

  • They’re still a little sensitive about their serious efforts not being seen as a novelty. “A year ago we started doing serious journalism,” Gray, who is 23, told me. “We have to combat the idea that we are just about fun lists.”
  • Three days is a long time to spend on a story. Gray and I first talked about her piece on foreign governments using NGOs to disperse propagandawithin in the United States. “It took like two days to report. I spent Monday, Tuesday and Wednesday focused on it. We published it on Thursday. That’s a long time. I don’t usually take that long.”
  • They get it that their target audience is not Mom and Dad. Coppins, who is 26, told me: “It’s clear that we are having some success in producing serious, in-depth journalism in a way that is digestible for people who spend all day on the internet.”
  • Why BuzzFeed is like a Parisian café. Quoting BuzzFeed founder Jonah Peretti, Coppins explained the site’s philosophy this way: “You have people sitting at a table reading philosophical text, a religious text, or a newspaper and sometimes they stop to pet a dog that walks by.” On the day we talked, the Top 5 stories on the site illustrated that outlook.
    1. A story about how “The Bible”‘s Satan character looked like President Obama.
    2. A piece about how folks discussed gay marriage at CPAC.
    3. 13 ways Republicans Can Win The Internet.”
    4. A classic: “23 Kitties Of Congress.”
    5. And rounding out that list was a scoop about Democratic activists who sneaked into CPAC hoping to catch attendees jeering Ashley Judd.

Yet BuzzFeed isn’t quite the major player it wants to be. The site has yet to prompt a major investigation, resignation, firing or any of the other measures of watchdog impact. Some of that’s because it just hasn’t been in the game long enough. Eventually that will happen. BuzzFeed will have the equivalent of Deadspin’s Manti Te’o moment. Here are three things I’m looking for in the evolution of BuzzFeed during its second year of grownup journalism.

  • Stronger editing. With with the exception of BuzzReads, the long pieces especially need more structure and precision. Some stories run 6,000, even 7,000, or 10,000 words. That’s New Yorker length. If you want to write that long, you have to make it that good. So pieces like this one on a staffer’s sleep disorder, which Smith named one of the highlights of 2012, need to be rethought. It’s not a bad piece. But a rigorous editing process ensures that the story has a tight-enough architecture to move it along and keep the reader engaged. BuzzFeed’s long reads have to be even better than that, because they might compete with a banner teasing absurd items of clothingor a story predicting which character will die next on “The Walking Dead.”
  • Mentoring and growing expert journalists. The benchmark of a journalism staff is not how great they are today but how much each individual can continue to grow. Some of this comes through the editing process described above. Writers get better by writing a lot, which BuzzFeed writers do, and by working with transformational editors. Writers also grow through developing expertise, critical thinking skills, and doing increasingly sophisticated analysis that works. Writers also have to be allowed to occasionally fail, or start working on pieces that never make it through the publication process.
  • Getting the attention of people who make things happen. When Anne Hull and Dana Priest wrote their Washington Post series on thefailures at Walter Reed Medical Center, people in Congress introduced legislation to shake things up even before their constituents started writing. Even though some of the issues BuzzFeed takes on have that potential, the stories aren’t delivered with the authority and heft and that compels people in charge to respond. BuzzFeed Brews has the potential to become a placeserious politicians go to have serious and cool conversations.

BuzzFeed’s journalism model is a bit like ESPN’s, an organization I’m familiar with. They both produce a large volume of highly entertaining information, sprinkled with some regular journalism and some high-end stuff. BuzzReads reminds me of ESPN’s 30 for 30 film documentary series, not least because both are produced mostly by outsiders. BuzzFeed should occassionally free its writers to do that level of work.

I was asking Smith to describe the difference in traffic between the serious journalism and the silly stuff. That’s an artificial distinction, he told me. There’s a way to make a serious or poignant statement that people want to share. In an email exchange after our phone conversation, he pointed out that a political piece will reach hundreds of thousands, while animals reach millions, but perhaps the greatest hit ever on BuzzFeed was an aggregation of the most powerful photos of 2011. “Do you think it’s unserious?” he asked.

And that may be the point. It’s emotionally powerful. It took a skilled editor to assemble it. But it doesn’t change anything. The sheer size and growth of BuzzFeed gives it the opportunity to be a major player in American journalism for years to come. To fully step into that role, BuzzFeed will need to harness its existing genius of poignant aggregation, and apply it to the creation of new information. BuzzFeed has the potential to invent a new form of journalism.

Steve Kandell, who edits BuzzFeed’s longreads, disagreed with my assessment that there is too much distance between BuzzFeed staffers and what he is producing with the help of outside writers. He pointed to BuzzFeed’s work last week covering the Supreme Court’s consideration of the Defense of Marriage Act.

“From where I’m sitting, there’s a lot of editing, a lot of mentoring, and I just watched our entire DC bureau work on nothing but the DOMA case all last week, which seems pretty deep to me, as an observer,” he wrote in an email.

Later this year when the Supreme Court announces its rulings in the gay marriage cases will be a good test for BuzzFeed. Can it create and aggregate in a way that furthers understanding, advances the conversation and influences those in power?

BuzzFeed doesn’t really need to make great journalism to be successful. But journalism sure could use the boost a fully formed BuzzFeed would give it.

Three lists about BuzzFeed’s serious journalism | Poynter..

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El Diario K y el Diario Q

«El péndulo» es un programa de Juan Pablo Varsky adonde distintos periodistas opinan sobre su oficio. Abrió el ciclo, a modo de tesis, Jorge Lanata:

Le siguió Sandra Russo, como su antítesis:

Y en el tercer programa estuvo la síntesis, a cargo de Beatriz Sarlo:

Quedan todavía siete programas pero vale la pena ver estos tres para hacerse un buen resumen del debate que recorre el periodismo desde hace tres o cuatro años, cuando el Grupo Clarín deja de ser un aliado del gobierno para enfrentarlo explícitamente y surge 678 como el proyecto oficialista más exitoso para responder a ese enfrentamiento. La polémica «periodismo militante» o «periodismo independiente» como eufemismos de la propaganda oficialista u opositora, encarnados en las voces de Sandra Russo y Lanata, excluye a una tercera voz, la más numerosa, la del periodista profesional, insinuado por Sarlo.

En otra interesante producción, la revista Sudestada da cuenta de estos tres grupos. Dice Hugo Montero:

En un extremo, el Grupo Clarín y su complejo entramado de negocios que va más allá de lo periodístico, que precisa del disciplinamiento del poder de turno para resguardar sus ganancias y que se ve amenazado, intepelado y expuesto por primera vez en mucho tiempo. [..] En el otro rincón, un conglomerado de nuevos medios, con respetados profesionales del oficio y nuevos administradores de la oportunidad financiera, que intenta poner en cuestión el discurso hegemónico del adversario, pero que incurre en reproducir sus mañas y vicios y en justificar su rol de propagandistas. [..] Unos y otros desprecian a quienes no se posicionan. Los llaman «neutrales».

Ante las certezas de los polos, en ese mismo informe Hernán López Echagüe, les contrapone las dudas del periodista profesional:

Para un periodista todo debe ser relativo, por eso se dedica al periodismo; para un político, en cambio, todo es absoluto, y por eso se dedica a la política. El absolutismo es fenomenal y cómodo. La falta de certezas es incómoda y causa dolor de barriga, pero es más saludable.

Tanto para los llamados periodistas independientes como para los periodistas militantes, hechos y opiniones están atados a quien los enuncia. Los dos grupos, igualados por una deontología ad-hominem. Se pasa del «lo dijo el diario, así que debe ser verdad» de hace menos de una década a «cómo va a ser verdad si salió en Clarín (o Página/12)».

Por eso, resulta casi revolucionario que Sarlo vuelva a introducir, para sorpresa de Varsky, la idea de objetividad, una mala palabra entre los que ejercen la profesión por estos días:

VARSKY: ¿Cuál es la ética periodística Beatriz?

SARLO: Yo creo que la objetividad y la crítica de aquello que se descubre son los dos rasgos principales de la ética periodística.

VARSKY: ¿Existe la objetividad?

SARLO: Sería ofender a los periodistas decir que no existe. Hay periodistas de investigación, tanto histórica como de investigación sobre hechos más próximos, que hacen todos los esfuerzos para que aquello que escriben sea la versión más cercana a aquello sucedido. Que esa es toda la objetividad que se puede pedir. Es la misma objetividad que se le exige a un historiador.

VARSKY: Es curioso, porque casi todos los periodistas dicen, o decimos, que la objetividad no existe. Y vos, que no sos periodista pura, la reivindicás como un valor…

SARLO: Ningún historiador de la cultura te diría que no se puede ser objetivo. A lo que no se puede aspirar es a decir «lo que sale de mi boca es la verdad».

En otro momento de la charla Sarlo habla de un tercer momento de la prensa, que llega con los medios en la web: «ahí los kirchneristas también leen Clarín y los antikirchneristas leen Página/12, es un público que se va desplazando por pantallas, por sitios web y se va haciendo su propio Huffington Post» [medio online fundado en 2005 que recopila lo más destacado de la prensa]

En realidad, el modelo Huffington Post comenzamos a hacerlo en Periodismo.com ocho años antes que el Huffington Post. Y la idea de un Huffington Post personal tiene poco de novedosa: fue teorizada como «Daily Me» por Nicholas Negroponte en 1995 y es una realidad desde al menos una década.

Pero es interesante la idea del antikirchnerista leyendo medios oficialistas y del kirchnerista leyendo medios opositores. Se los lee para criticar, pero también para adherir («hasta La Nación reconoce que esta medida del gobierno estuvo bien»). Y algo que Sarlo deja afuera es la presencia creciente de blogs y redes sociales en la dieta informativa. Por eso, podrá haber medios K y medios anti K, pero no necesariamente se corresponden con los lectores K o lectores anti K.

A modo de ejemplo, presentamos el oficialista «Diario K» y el opositor «Diario Q» (en homenaje a Quintín, uno de los antikirchneristas más fanáticos). A partir de dos listas que armamos, el servicio The Tweeted Times analiza los links de tuiteros simpatizantes con el gobierno y de aquellos opositores a la gestión kirchnerista y arma cada 24 horas un diario con las noticias más relevantes para ambos grupos. (por supuesto, cualquiera que prefiera no figurar en estas listas o desee ser agregado, no tiene más que solicitarlo en los comentarios).

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El sorpresivo final del chequeo de datos

Las revistas Pronto y Semanario de esta semana eligieron el mismo tema para la nota principal de tapa. Y hasta el título es exactamente igual: «El sorpresivo final de Alicia Zanca»:

Lástima que no coinciden en lo que sí deberían: cada revista le asigna una edad distinta. Para Pronto murió a los 60. Semanario dice que fue a los 63. Ambos datos, encima, están mal: Alicia Zanca es del 55, murió a los 57 años.

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Los nuevos ídolos usan corbata

Esta es una vieja tapa de Brando:

Y este es el número de este mes:

Puestos a soñar, ¿quién de los dos les gustaría ser? ¿el canchero con el brazo tatuado andando en un descapotable que «hace todo lo que soñó de chico»? ¿O el nerd con corbata y clips en la cara que, acosado por los juicios, ahora «se pone serio»?

Lo interesante es que, Twitter mediante, las críticas ya no son más mensajes en una botella flotando en el mar. Nicolas Cassese, director de Brando, y Seba Zirpolo, autor de la nota, recogieron el guante y dieron a conocer su mirada sobre el asunto. Este fue el diálogo tuitero:

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Paradoja: leer más noticias no te hace más informado

Como venimos reseñando en este blog, la BBC año tras año difunde una misma noticia como si fuera nueva: la relación que existe entre limpieza dental y prevención de infartos.

Miren el resumen 2008 a 2011. El link en cada año lleva al artículo, vendido cada vez como novedoso.

2008 2009 2010

2011

En el post del último año arriesgué que en este 2012 volveríamos a ver la noticia. Me equivoqué. Miren lo que publicó la BBC hoy:

Que podría ser lo mismo que decir «no hay relación entre la procreación de pingüinos y la escasez de yerba», una no-ticia… si no hubieran existido cuatro notas durante cuatro años seguidos afirmando lo contrario. Lo que nos lleva a la paradoja de que el que leyó las cinco noticias está igual de informado que el que no leyó ninguna. Y el que leyó solo las cuatro primeras es el menos informado de los tres.

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Las 5 Ws del regreso de Lanata

¿Quién?

Cada vez que se hace una encuesta seria sobre quién es el periodista más conocido o creíble en Argentina, invariablemente Jorge Lanata encabeza los listados. Aparte, su figura interesa: cuando le hacen un reportaje, los medios online logran que esas notas figuren entre las más leídas y su regreso a la radio y a la tele, demuestran que también tiene rating.

En medio de la polarización política argentina, que se traslada en el periodismo a la dialéctica periodismo militante-periodismo independiente (en términos acuñados por cada uno de los bandos), Lanata decidió ubicarse en la vereda del periodismo independiente, lo que se traduce en una implacable crítica al kirchnerismo, similar a la que hacía en los ’90 con el menemismo. A diferencia de sus discípulos Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwiazda, que eligen ser menos tajantes. Esta postura le valió el repudio de muchos de sus otrora seguidores, ahora simpatizantes del gobierno o militantes oficialistas.

¿Dónde?

Entre sus declaraciones recurrentes está la que afirma que, pese a que lo echaron y se fue de varios lados, él nunca se va a morir de hambre. Dice «siempre puedo generar un programa en una radio trucha y tener audiencia». Sus últimos años en el cable parece confirmar esta teoría. Entonces, ¿por qué tenía que volver a la tv abierta? y ¿por qué en Canal 13?

Esta es la explicación que le dio a Clarín, parte del grupo que ahora lo contrata:

El otro día, un pibe me dice ‘¿Por qué laburás en el Grupo Clarín? Yo te seguí toda la vida, vos lo criticaste mucho y ahora estás acá’ . Y yo le dije ‘Depende de cómo uno lo vea. Te voy a decir cómo lo veo yo. Competí muchos años con Clarín . Es más, tuve grandes quilombos con Clarín.

No nos vendían papel… Yo critiqué lo de Papel Prensa y lo sigo criticando hoy. Pero en el caso de Papel Prensa es mucho mejor que sea privado a que sea estatal. Porque si el Estado reparte el papel como reparte la publicidad estamos perdidos… Le van a dar 10 páginas a La Nación y 4 mil a Tiempo argentino . Y con respecto al tema del monopolio, no estoy de acuerdo con que existan los monopolios. Ahora vos miralo desde mi lado: me pasé la vida tratando de que la prensa tradicional levantara nuestras notas. Antes tirábamos a la mitad del gabinete de (Carlos) Menem y nadie ponía una puta línea. Ahora yo estornudo y salgo en La Nación y tengo 40 mil clickeos (en Internet) . ¿Quién ganó? No sé, pero, por distintos motivos, en este momento tenemos coincidencia de intereses. Lo que me parece que tenés que preguntar es si hago un programa distinto hoy al que hubiera hecho hace 10 años. Y la respuesta es no.

Yo no lo vivo como que gané, ni como que perdí. Creo que la situación cambió y sé que voy a hacer acá el mismo programa que haría hoy en América. En realidad, mejor, porque tengo más producción. ¿Qué voy a decir? ¿Que no? Ni en pedo. ¿Por qué no voy a querer laburar en el segundo o primer canal del país? Sería un idiota.

Más llamativo es el caso del Grupo Clarín. Mientras dirigía Telefé, Gustavo Yankelevich se quejaba de que los únicos espacios sobre los que no tenía poder eran el noticiero y «Tiempo Nuevo», de Neustadt. Ahora su hijo acaba de deshacerse de CQC, lo único más o menos político que quedaba en la emisora. Distinto es el Canal 13 del Grupo Clarín que siempre derivó a TN sus envíos políticos, primero solo con «A dos voces», con Majul-Bonelli y luego sumando otras propuestas.

Hasta hace poco Lanata era invisible para las propiedades de Clarín. Desde hace unos meses tiene programa propio en tv abierta y radio y hace apariciones estelares en Clarín, TN, Telenoche y hasta Soñando por Bailar.

Por eso, la pregunta no es solo «¿Por qué Jorge Lanata estuvo nueve años sin presencia en la tv abierta?» sino, sobre todo, «¿Por qué Lanata vuelve justo ahora a la tv abierta y de la mano del grupo Clarín?»

¿Por qué?

Lo que ahora aparece como diferencias sutiles o, en términos que usó en otra oportunidad, «estar del lado del más débil» fue, a fines de los ’90, la causa de su salida de Página/12, diario que fundó y que abandonó cuando Clarín lo terminó comprando. Eso no es un rumor o me lo contaron, nos lo dijo él a Jorge Bernárdez y a mí cuando preparábamos su biografía para el libro «La rebeldía pop».

Mientras dirigió Crítica, Lanata siguió denunciando las distintas políticas de Clarín, especialmente en relación con Papel Prensa. ¿Por qué, entonces, el cambio, dejar los canales de Turner y transferir su credibilidad a las propiedades del grupo de medios que criticó toda su vida? ¿Solo por dinero? No cierra.

«En este momento tenemos coincidencia de intereses», dice Lanata en la nota de Clarín, sin que el periodista le repregunte en qué consistirían esas coicidencias. Pero igual, un 1% del sic de Lanata citando antes hubiera sido impensable que apareciera en Clarín hace apenas un par de años. Clarín y sus medios tuvieron que cambiar, a la fuerza de la guerra con el gobierno y, en mucha menor medida, del embate de los medios oficialistas de mayor llegada, como 678.

¿Cuándo?

Es que las verdaderas consecuencias de esta guerra se empezaron a ver recién en el último trimestre de 2011 cuando las acciones del Grupo Clarín SA, de buen rendimiento, se derrumbaron. Las ventas de su buque insignia, el diario, vienen cayendo desde hace seis años. El 13, sin Tinelli, perdió ante Telefé su breve liderazgo. Y Cablevisión, el corazón de su facturación, sigue en batalla judicial. Es decir, peleas con el Gobierno, pueden soportarse, pero no me toquen el bolsillo.

Me queda la sensación de que el Grupo Clarín necesita más de Lanata que Lanata del Grupo Clarín.

¿Qué?

Estos antecedentes no pueden obviarse para un análisis completo de lo que se vio en el primer programa de «Periodismo Para Todos» (PPT). Pero falta un elemento más. ¿Qué es hoy un programa político para la tv abierta? No es un programa como los que se ven en cable seguro, no puede ocuparse solamente de la política, tiene que apelar al impacto y al show a costa de simplificar algunos datos, tiene que tener ritmo, no puede ser solemne o formal, debe ser visual. Pero por sobre todo, debe tener rating y facturación.

¿Cómo?

Cuando analizamos el primer mes de Crítica, partimos de su afiche promocional. Vale la pena recordarlo:

El diario de Lanata se presentaba como la síntesis del resto de los diarios. Tal vez abrumado por la responsabilidad y con poca confianza en el género de periodismo político en tv abierta que lo hizo famoso, decidió que su programa sea la síntesis de todos sus programas previos. Y, de paso, sumó algunos más.

PPT (una sigla ya de por sí reciclada) es un collage de: Dia D, La Luna, sus monólogos del Maipo, sus documentales, CQC, La Cornisa, 678, Tato Bores, Michael Moore y, con el estúpido sketch con el imitador de Boudou, del viejo Showmatch.

En una nota algo envidiosa, ya Majul se ve venir esta falta de confianza y detecta elementos de su factoría, como las entrevistas a estrellas del espectáculo o los temas sociales.

Lanata parece decir: «sé que la política es aburrida y difícil de entender, yo se las voy a simplificar los máximo posible, por favor, no me cambien de canal que yo les hago el zapping acá adentro, les doy todos los programas en uno para que pasen una amena noche de domingo».

Si no es por esta falta de confianza en el género, no se entiende cómo es posible que esperara media hora para una introducción al Boudugate (introducción más radiofónica que televisiva, un pecado impensable en Lanata) y ¡42 minutos! tardó antes de dar a conocer la interesante nota con Piluso Schneider, el supuesto titular de The Old Fund.

Es lícito el planteo de «voy a ser Tato Bores, pero con información». Página/12 era información con titulares divertidos. En PPT la información fue por un lado y el humor por el otro. Y si algo siempre supo Tato Bores es saber que los guionistas son fundamentales para hacer humor político. Acá el humor fue entre fallido y patético.

Tampoco fue feliz la entrevista con Pergolini, que buscó condensar a la fuerza en pocos minutos un clima que Lanata lograba generar en una hora de charla, tanto en La Luna como en La Hora 25.

¿Y que decir del espacio de archivo, donde se mostró a un Víctor Hugo crítico del gobierno? ¿Que Lanata se la pasó criticando a 678 para terminar haciendo lo mismo y peor? ¿O que también se lo puede mostrar a Lanata en segmentos de archivo criticando al grupo Clarín?

No. Aunque busque rodearse de recetas exitosas, el éxito de Lanata está en su propuesta de siempre, el periodismo político de show: las denuncias de corrupción. Es lo que sus seguidores esperan de él. Y el Boudugate le cae como anillo al dedo. Muchos dicen que «el denuncismo» está pasado de moda. El rating que tuvo Lanata en su primer programa lo desmiente. Pero encontrar un Watergate por semana tiene dos riesgos:

1) hay que encontrarlo y
2) que la gente se termine aburriendo y haga zapping con Francella que, al menos por ahora, sigue siendo más gracioso que Lanata.