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Cuando conocí a Guinzburg

Tenía 16 años en 1986 y participaba de «La llave» la revista del Centro de Estudiantes de la Escuela Técnica ORT. Gracias a esa revista amateur pude entrevistar a Carlos Abrevaya y Jorge Guinzburg, dos de mis ídolos de entonces. La idea era imitar en esa entrevista a los reportajes que hacían ellos para «La noticia rebelde», por eso la pregunta para romper el cubito o las menciones a declaraciones de archivo. La transcribo acá porque puede decirse que es «casi» inédita (salvo para los alumnos de ORT de esos días):

Radio Belgrano. Diez y cuarto de la mañana. Un inexperto periodista ingresa en un estudio diciendo «¡Buenos días!», saludo que sale por el micrófono. Dos personas miran hacia la puerta. Son Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya.

Por las dudas, decimos que Abrevaya y Guizburg son los conocidos periodistas de «La noticia rebelde» (¡no los que pasan revista, eh!) y que además tienen un programa de radio llamado»En ayunas». Trabajaron también en muchísimas revistas humorísticas, creando, sin duda, un estilo.

Periodista: Las preguntas que voy a hacerles son al estilo de los reportajes que hacen ustedes…

Carlos Abrevaya: Ah no, entonces no.

Jorge Guinzburg: Yo no acepto ese tipo de reportajes tan agresivos (risas). Aunque podemos hacer una excepción.

Periodista: Vamos a empezar con una pregunta para romper el hielo, ¿son conscientes de que si cada uno hubiese trabajado por separado no habrían llegado a nada?

Carlos Abrevaya: No creo. Mirá, hay un ejemplo bastante simple: en una época, cuando cierran todas las revistas humorísticas en Argentina y a nosotros sólo nos quedaba como elemento de trabajo unido la tira «Diógenes y el linyera», los dos empezamos a trabajar en publicidad porque en periodismo había escasas posibilidades durante buena parte del Proceso. A partir de ahí, el señor Guinzburg se ha destacado como director creativo de varias agencias de publicidad de Argentina. Yo, bastante más humilde, he sido director creativo de una agencia y, como se ve, hubieramos tenido carreras de publicitarios, por ejemplo. Si hubieran existido las revistas habríamos trabajado también solos o juntos, nos complementamos sin duda bien y es más grato y efectivo trabajar en equipo, pero eso no le resta capacidad a él, por ejemplo, para trabajar solo.

Periodista: ¿Por qué siempre Abrevaya y Guinzburg y no Guinzburg y Abrevaya? ¿Nunca tuvieron problemas de cartel?

Jorge Guinzburg: No, no, generalmente es al revés. Cuando firmamos, solemos firmar, firmamos Guinzburg y Abrevaya, porque nos parece que es más fácil empezar con una consonante que con una vocal para pronunciar. Pero si la pregunta es si tenemos problemas de cartel, no, no tenemos.

Periodista: ¿Que sentiste, Jorge, cuando publicaste un libro como el de Diógenes y el linyera y apareció escrito tu apellido como «Guinsburg» en la tapa?

Jorge Guinzburg: Concretamente me molestó mucho, me pareció vergonzoso que la editorial hiciera eso. En realidad no sólo me molesté yo, también se molestó Daniel Divinsky, el director de la editorial, porque lo sintió como una torpeza, que lo fue y por eso me molesta, no porque diga «¡ay, no se me reconoce el esfuerzo!. Además, convegamos que no me llamo Pérez, es un apellido difícil el mío.

Carlos Abrevaya: Pero merece un cierto respeto, porque Pérez también se podría escribir con «s». Si alguien publica el libro de otra persona, por lo menos que sepa cómo se llama.

Periodista: Siguiendo con el tema de «Diógenes y el linyera», ¿por qué aparece como único autor Tabaré?

Jorge Guinzburg: Como cuando empezó a salir yo estaba afuera, Carlitos se enteró por el diario. Ahora es más difícil cambiarlo.

Carlos Abrevaya: Generaría una serie de complicaciones de diagramación y de liquidación, que así, en vez de liquidarle a tres personas, le liquidan a una sola, además de otras complicaciones que hicieron que saliera así.

Periodista: En un número de la revista Hum(r) de marzo de 1981, Gloria Guerrero, en la sección «Bajoneantes y plomazos» dice: «Guinzburg y Abrevaya, los guionistas de la tira ‘Diógenes y el linyera’ insisten en retratar a los jóvenes como imbéciles que se la pasan tirados en el piso fumando y cultivando malos modales, sólo por escuchar música en un cassette. Viendo el cuadro, a la dupla Guinzburg-Abrevaya…

Jorge Guinzburg: Ves, ahí dice Guinzburg y Abrevaya y no Abrevaya y Guinzburg (risas)

Periodista: … no se le ocurrió peor poludez que poner en boca del linyera ‘por un momento creí que habíamos entrado en un festival de rock» ¿les dan asco los jóvenes?

Jorge Guinzburg: No, para nada, ¿cómo nos vamos a dar asco? (risas) Ahora, no creo que se le pueda dar demasiada importancia a lo que dijo Gloria Guerrero en el año ’81, que tal vez no conocía cómo pensábamos, tal vez no seguía la tira, porque sino se hubiera dado cuenta de que no es reaccionaria, y creo que ese comentario de Gloria Guerrero es una pelotudez, que no significa que Gloria Guerrero sea una tonta.

Carlos Abrevaya: Claro… (silencio) Bueno, yo la conozco un poco más porque estoy en Hum(r).

Jorge Guinzburg: Y es tonta…

Carlos Abrevaya: Un poquito… tonta, lo que se dice tonta…

Jorge Guinzburg: Medio tonta.

Carlos Abrevaya: Carece de sentido del humor como para superar algunas cosas. Creo que no hay que generalizar, también hemos hecho bromas con publicitarios, con políticos, etc., lo que no significa abarcar a toda la especie en ese personaje.

Periodista: ¿Son machistas?

Jorge Guinzburg: Yo no… mi mujer es.

Periodista: ¿Y vos Carlos?

Carlos Abrevaya: No, yo no, para nada.

Periodista: ¿Y la frase que dijeron cierta vez en una revista humorística, «la mujer es igual al hombre, al hombre tarado»?

Jorge Guinzburg: No, no la dije yo.

Periodista: Firmado: Guinzburg y Abrevaya.

Jorge Guinzburg: Por eso, la dijimos nosotros (risas). En esa nota, que se llamaba «La mujer es inferior», lo cual de entrada demuestra que no somos machistas…

Carlos Abrevaya: (con tono ingenuo) Eso es una realidad… (risas)

Jorge Guinzburg: … allí planteábamos frases de otros autores, entre ellos San Agustín, San Pedro, frases misóginas. Entonces, para rematar, terminábamos con una frase misógina nuestra muy agresiva. Tenía que ser mucho más brutal que las demás… porque si San Pedro dice «si estás libre de mujer, no busques mujer», entonces tenía que ser una mucho más salvaje que esa, que sea ofensiva, y lo logró, porque las mujeres se ofendieron.

Carlos Abrevaya: Posteriormente hicimos una nota titulada «El hombre es inferior». Estaba todo en un contexto humorístico y la única intención era bromear, no expresar un pensamiento serio sobre la mujer y el hombre.

Periodista: ¿Por qué criticando como critican a Neustadt, en un reportaje en una revista donde Carlos era secretario de redacción le permitieron hacerse un autorreportaje, que fue nota de tapa, en el que trataba de héroes a Videla y Massera? ¿No implicaba eso un apoyo al régimen?

Jorge Guinzburg: El poder de un secretario de redacción, cuando hay gente arriba que intenta poner algo es prácticamente nulo.

Carlos Abrevaya: Por un lado, la revista dirigida por Oskar Blotta (N. del B.: se refiere al Ratón de Occidente) tenía un pensamiento que no era el mío. Por otro, yo modifiqué bastante mi manera de pensar. Ahora soy más consciente de algunos horrores periodísticos de lo que era antes. Además, ni pasó, por mis manos, ni fue sugerencia mía el hecho de que Neustadt escribiera en la revista.

Jorge Guinzburg: De todas maneras, alguna vez Dante Panzeri, con quien hablábamos bastante Carlos y yo, publicó artículos en la revista «Sí», cosa que yo le criticaba. Entonces él me dijo: «Mirá, lo importante no es la revista en la que publicás, sino las cosas que escribís en esa revista». Si vos escribís en un medio sin hacer concesiones, vale. Aunque yo no escribiría en Cabildo, por ejemplo.

Carlos Abrevaya: Por otra parte, para terminar con esto, yo he cometido, sin duda, errores. Si los argentinos llegamos al 24 de marzo del ’76, seguramente fue porque muchos no vimos cuál era la situación nacional real. Mucha gente, entre la que me incluyo, vieron en Isabel un gobierno insostenible, una torpeza de pensamiento total, también muchos creímos en una loca unidad imaginada con la vuelta de Perón «prenda de paz», cuando en realidad una visión detallada del peronismo de entonces nos iba a demostrar que esa unidad era falsa. Me faltaron maestros, en todo caso otras visiones. Hoy me parece que estoy viendo un poco más claro.

Jorge Guinzburg: Vas a ver dentro de diez años que hoy no veías claro.

Carlos Abrevaya: Posiblemente… es una de las cosas que se me sumaron en esta época. La pregunta es, si yo me creí tantos versos antes, ¿no me estaré creyendo un nuevo verso? Esto también tiene respuesta, pero si sigo, esta respuesta va a ser más larga que la revista.

Periodista: Cambiando de tema, Jorge, ¿podés contar detalladamente cómo te patoteó Silvio Soldán?

Jorge Guinzburg: No me patoteó Silvio Soldán, creo que no me patoteó. Por ahí no me dí cuenta. Bromas que hicimos sobre Silvio Soldán él las vio como una campaña y me dijo algo que me shockeó, que no pasaba por lo que pensaba él, sino por cómo lo jodían al hijo en la escuela. Entonces me pareció que uno puede evitar sobre determinadas cosas hacer bromas.

Carlos Abrevaya: Aparte, la broma sobre el bisoñé, el aplique o lo que tiene puesto Soldán en la cabeza era una broma fácil, que surgía de los comentarios que se hacían en los concursos de «La noticia rebelde» y donde las bromas se hacían sin preparación. Además, si uno quisiera hacer una campaña de desprestigio a Soldán, no la haría de esa forma.

Periodista: Como no podía faltar en un reportaje como éste, ¿pueden contar un chiste o una anécdota graciosa que les haya pasado?

Jorge Guinzburg: (piensa, toma aire y dice) … no.

Periodista: Ustedes cuando terminan una entrevista le regalan al entrevistado la mascota del programa. Como en nuestra revista «La llave» no tenemos mascota, les voy a dar una llave Trabex a cada uno.

Jorge Guinzburg: Muchas gracias, es muy linda.

Periodista: Tan linda no es…

Jorge Guinzburg: No, no, me encanta, porque vos sabés que no me abre la puerta de casa, así que me viene bien…

Abrevaya y Guinzburg en 1976
Abrevaya y Guinzburg en 1976

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Ni yanquis, ni marxistas, ni autores

«Crítica», ese diario que hace tanto hincapié en el periodismo de autor, omitió en su homenaje a Guinzburg de hoy, mencionar a los autores del fragmento que publicaron del libro «Ni yanquis, ni marxistas… humoristas».

Escriben al pie:

Este texto es un fragmento de Ni yanquis ni marxistas… humoristas, el libro sobre los comienzos de la revista Satiricón que publicó la editorial de la Universidad de Belgrano.

El libro no es sobre los comienzos de la revista Satiricón, sino que cuenta la historia argentina a través de las revistas de humor desde los ’70 hasta los ’90, Satiricón incluida.

Si no les quedaba espacio para poner «de Jorge Bernárdez y Diego Rottman» podrían haber reemplazado «que publicó la editorial de la Universidad de Belgrano» y puesto «publicado por Editorial de Belgrano».

Ah, y también se olvidaron una coma del título. Mal…

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Blogversaciones: Crítica

Dijo La Otra: «Después de varios meses de ediciones internas y de las arengas intimidatorias de su director, Crítica da en su primer número la idea de algo a mitad de camino. Digamos: entre un Página 12 mal terminado, un Diario Popular pretencioso y una Barcelona sin gracia. La constante aparición de Lanata es cansadora. ¿Tiene que figurar el director de un diario todo el tiempo? Ok, Lanata declara su orgullo por pasar a la historia como aquel que fundó dos diarios, pero también se puede crear un estilo periodístico sin un culto constante a su personalidad. ¿Cuántas veces apareció García en las páginas de Crónica? ¿Se veían fotos de Timmerman en La opinión? Ellos crearon medios personalísimos e inimitables, sin necesidad de ponerse por delante de su producto».

Dijo Blog de Contenidos: «No sé si fue la excitación o qué, pero tengo la impresión de que se repite mucho. Y creo que Lanata me respondería: «Es imposible no ser yo en los medios que dirigo». Cierto. Porque está el famoso test que apareció en los primeros números de Veintiuno, los puteríos que me recuerdan a la sección Detalles y alguna distribución medio despareja, más el parecido evidente con Página y Público. Cierto. Es el primer número, qué le vamos a hacer. Hay que esperar. Ya lo dijo Lanata: «Será malo». Y algo más: Es flaco. Demasiado. Y va contra lo que dijo Caparrós sobre la escritura y los textos amplios».

Dijo Periodistas 21: «Lanata dice que el periódico es malo, como todos cuando empiezan, y que luego será mejor. A veces también pasa lo contrario. Los temas de arranque funcionan porque están bien preparados y el día a día se convierte en un desafío insoportable».

Dijo Salvo Excepciones: «Más allá de todos los sentimientos encontrados que me provoca Lanata, debo reconocerle una lucidez por entender y captar el clima de época.»

Dijo Diseño Gráfico y Periodismo: «El formato es tabloid, con un diseño sobrio, limpio, sin alardes en cuanto al uso de elementos gráficos o fotografías y que seguramente se irá puliendo con el paso de los números. Utiliza el tándem tradicional en las tipografías: palo seco para los títulos y con serif para textos. Las pocas infografías que publica quizás son la cuenta pendiente más notoria que tiene Crítica ya que son de una factura gráfica muy elemental y pobre para un diario actual.»

Dijo La espada vengadora: «La diferencia entre Crítica y y Clarin es de una hora y media mas lectura a favor de Crítica, para empezar».

Dijo Cine & Medios: «Lo malo: Las páginas 2 y 3 con info intrascendente, pavota. Un ruido innecesario y cortamambo. Uno quiere zambullirse en la información y se encuentra con una miscelánea de la nada.
La sección Cultura/espectáculos. Entrevista a Facu Arana, a Calamaro, un par de opiniones que no agregan demasiado y poca info. La sección de menor sustento.
La nota principal escrita por Lanata. Esperábamos mayor poder de fuego. En Perfil supo tener momentos notables, esperemos que repita.
Lo bueno: Es un diario para leer. Eso no es poco teniendo en cuenta que hay diarios que se usan para envolver huevos, no mañana sino en el día.
Son buenas las secciones sociedad, política e internacional.
La decisión de implementar el derecho a réplica.
La revista dominical es generosa en páginas para cada nota. La entrevista de Sietecase a Moyano es destacable».

Dijo Periodismo-Rugby: «Es una lástima que Lanata -porque este también es su sello- no traslade estos conceptos al deporte. Ya colocar a la sección atrás de todo, detrás de espectáculos y de la cartelera, es una señal. Y hoy, por ejemplo, Crítica salió sin los resultados de los partidos de fútbol que se jugaron anoche. El enterarse, aquí no existe. Y si bien Lanata abre el juego al reconocer que lanzar un diario significa una inversión superior a los cuatro millones de dólares ‘para, con suerte, empezar a recuperar algo en el segundo año’ y al publicar en una nota quiénes son los dueños de Crítica, debería, por ejemplo, alertar al léctor que es muy probable que todo lo que suceda después de las 21.30 no estará en las páginas de su diario, y también que el deporte se incluye casi porque no queda otra.»

Dijo Cátedra A: «Pero para darle plenamente la bienvenida a este blog, no podíamos dejar de señalar un incómodo error de la primera edición del nuevo diario. Para la sección destinada a entrevistar en profundidad a la clase política se eligió la denominación ‘Políticos en calzoncillos’. Pero resultó que la primera entrevistada, la Lic. Ocaña, no parece (o al menos no confiesa) usar esa prenda íntima».

Dijo anónimo: «Hoy ponen en la web la foto del actual marido de ingrid betancurt y la noticia son declaraciones del ex!!!»

Dijo Segundo Plano: «Algunos aspectos interesantes del sitio

* Podés descargar en .PDF la edición completa del diario
* Ocho Blogs conformar por ahora el staff permamente del sitio: La Peleadora, 4 Pendejos, argentinos en, Asuntos Pendientes, Tarantertulia, Levante, Viajé como el orto, y Generación Y
* Clara y organizada arquitectura informativa
* Comentarios abiertos en todas las notas
* Ránking de videos realizado por los lectores
* Seguimiento de la realización de las notas
* La Revista C también puede ser descargada

En contraposición:

* Poco flujo informativo: las secciones en el sitio tienen pocas noticias, habiendo trabajado durante tanto tiempo antes de su salida, podrían haber confeccionado «especiales» para cada sección.
* Escasos hipervículos en las notas
* «Ver mas» en algunas noticias haciendo referencia a la versión en papel o .PDF, a mi parecer innecesario».

Dijo Sicrono: «Me llamó la atención que la mayoría de las notas de la portada de hoy estén cortadas y diga “más información en la edición impresa”. Evidentemente si ofrecen la descarga gratis del diario, no se trata de contenido restringido».

Dijo En una dirección: «Me pareció excelente la propuesta de seguir on line cómo se elabora el diario y cómo se pintan las páginas a medida que se van cargando. Ese es el recurso más creativo, y si bien no es una herramienta por la que los usuarios se lanzarán en masa, es un detalle de originalidad que ningún otro ofrece.»

Dijo JPM: «Sobre el sitio, hay que bajar de un «hondazo» a esos blogs que colgaron, empezando por el de Bárbara Lanata. Yo no quiero leer que una pendeja me cuente qué mierda hace con sus amigas en Nueva York o cuánta guita despilfarra. Para eso me prendo al flog de Florencia Kirchner».

Dijo Reporter: «Lanata anunció que se iba a poder bajar el pdf del diario completo, pero esa promesa duró apenas un día. El lunes ya era imposible bajarlo: apenas permitían ver la tapa. Por otra parte, en una parte del diario dicen que agotaron los 70.000 ejemplares de la tirada inicial, y en otra parte llevan la tirada agotada a 100.000 copias. Ah, y la sección donde el diario se va armando online para ir viendo las notas, nunca funcionó. Como de costumbre, Lanata demostró que sabe más de marketing y autopromoción que de periodismo».


Video: 2 Papiros

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Consejos para bulímicos culturales: internet

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Para cerrar esta serie, nos queda sólo Internet. Dejo al cine y al teatro afuera porque la oferta no es tan abrumadora como en los otros casos. Y a la radio, porque son pocos los que hacen zapping como en la tele, el oyente es más fiel a su emisora.

Digámoslo de una vez: lograr una selección eficaz de lo mejor de internet es imposible. Medios digitales, versiones digitales de medios de papel y blogs; pero también radios online, podcasts y videítos; y además chats, emails, foros, grupos y listas de discusión. ¿Quién puede lidiar con todo?

Paso conectado muchas horas al día y después de varios años tengo algunos trucos y herramientas para filtrar contenido. Por eso cada vez proceso más material en menos tiempo, pero aún así paso cada vez más tiempo revisando cosas que valen la pena.

Habiendo aclarado que se trata de un problema sin solución, sugiero diez ideas que me sirven para no caer en la infoxicación:

1- Desenchufarse: la primera regla sería reducir al máximo posible el Coeficiente de Vida Virtual. Cuanto menos tiempo tengamos para estar conectados, lo administraremos de modo más inteligente. En mi caso no tengo notebook, handheld (ni siquiera una miserable calculadora científica) para navegar «en tránsito», pero tampoco una PC en mi casa.

2- Organizar los emails: en mi caso los emails comen un tiempo enorme. Un buen filtro antispam y desuscribirse de todas las listas que jamas leeremos son dos medidas sanitarias indispensables. Otro truco es setear la bajada de emails cada 30 minutos: así no estaremos cortando lo que estamos haciendo a cada rato para ver qué email nuevo recibimos. Por último, armar reglas de mensajes para que los emails se vayan almacenando en distintas carpetas según su urgencia de lectura, de modo que queden solo en la Bandeja de Entrada aquellos que exigen una atención inmediata.

3- Buscadores: no solo recibimos contenido, también a menudo tenemos que ir a buscarlo. Aprovechar los buscadores al máximo puede ahorrar mucho tiempo de navegación inútil.

4- Alertas: un modo de recibir exclusivamente información sobre un tema específico es setear alertas. Google, Yahoo, sitios como GoogleAlert y medios como La Nación ofrecen este servicio gratuito que envía a nuestra casilla de email todo el contenido que responda a una palabra clave.

5- Bookmarks de rutina: hay unos veinte sitios que sí o sí tengo que visitar cada día. Forman parte de una carpeta de favoritos que tengo en la barra de marcadores de Firefox. Los días que tengo poco tiempo, despliego esa carpeta y selecciono la opción «abrir en pestañas». Así, gracias al Tab Mix Plus, puedo limitarme a recorrer sólo esa veintena de páginas en apenas unos minutos.

6- Patear la pelota: postergar la lectura de ese post tan largo como interesante (como éste por ejemplo) es un clásico del bulímico cultural. Instapaper y Furl son dos herramientas para archivar estas lecturas para «cuando tengamos tiempo» (es decir, nunca).

7- Gatekeepers: encontrar un filtro humano que coincida con nuestros gustos de consumo cultural puede ser una bendición para ahorrar tiempo. Consultar blogs que nos indiquen lecturas interesantes o videos que valgan la pena es un atajo para la navegación cotidiana. Si no fuera yo el que las selecciona (junto con mi hermano Esteban), visitaría a diario las Notas al Margen de Periodismo.com. Los bookmarks sociales como Digg, Meneame o copada, el flamante clon argentino, en mi caso terminan significando más una pérdida que un ahorro de tiempo.

8- Lector de blogs: hace un tiempo deje de usar Netvibes como lector de blogs y me pasé a FeedDemon, un programa gratuito para Windows. Es muy útil y tiene muchas prestaciones que no tienen los lectores online, como marcarnos los blogs que leemos más y los que leemos menos, los temas más populares de los blogs a los que estamos suscriptos, los blogs que no se actualizan por un período determinado, creación de alertas y archivado de recortes. Además tiene un buen buscador interno.

9- Perder tiempo para ganar tiempo: a veces leer artículos sobre como administrar mejor el tiempo puede ser una inversión más que un gasto de tiempo. Acá hay un buen ejemplo (en inglés).

10- Resetear: finalmente, cuando estemos demasiado abrumados por lo que nos queda por leer, podemos acudir a otra función útil de FeedDemon, el «Panic button»:

panicbutton.png

Dice: «Usted tiene 749 ítem sin leer – Esto no es el email – Usted no tiene que leer todo. A lo mejor es tiempo de apretar el botón de pánico y dejar que FeedDemon marque por usted los ítem como leídos». Porque a veces tener mucho para leer es igual a no poder leer nada, presiono este botón más veces de las que quisiera. Pero es útil para empezar de cero.

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Consejos para bulímicos culturales: tv

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«Demasiado para consumir en tan poco tiempo». Aunque el diagnóstico ya es un lugar común de nuestros días, pocos se ocupan del tratamiento de la bulimia cultural. ¿Cómo hacer para acceder a todo lo que nos gusta de la tele, los libros, la web, la música y el cine en el lapso que dura una vida?

Como un servicio de autoayuda para bulímicos culturales, propongo explorar soluciones a este acuciante mal de nuestros días. Hoy empiezo con la televisión.

La sobreoferta televisiva es anterior a la de la música o las lecturas, hijas de la accesibilidad y gratuidad que se consigue en la web. Mucha tele hay desde los últimos ochentas y los primeros noventas, con la consagración del cable. Así que es algo con más antecedentes académicos y periodísticos. Si se revisan esos primeros trabajos, la por entonces novedosa palabra zapping es recurrente.

Las nuevas generaciones nacieron con el control remoto incorporado, pero los que pasamos los 30 y pico teníamos que pararnos y caminar hasta el televisor para girar entre los 4 o 5 canales que había.

En agosto de 1993 Oscar Landi escribía en Clarín:

En un principio parecía que todo consistía en hacer zapping para no tener que ver los avisos entre los bloques de un programa, era una especie de actitud negativa basada en evitar algo. Con el tiempo se fueron descubriendo otros tipos de zappings cuyo denominador común no era evitar algo sino agregar sensaciones e imágenes.

El zapping entonces comienza a desprenderse de su función inicial, digamos defensiva, y se muestra como algo que produce cierto placer en sí mismo, como un ejercicio que es parte de la cultura audiovisual de una persona. El ejemplo más claro de este tipo de zapping es el de las personas que siguen al mismo tiempo varios programas.

La posibilidad de estar asistiendo simultáneamente a un noticioso, un partido de fútbol, un concierto y una telenovela, se funda comunicativamente en que la persona conoce ciertas reglas de estos espectáculos y géneros de programas y entonces puede entrar y salir de los mismos manteniendo razonablemente el hilo de los sucesos y relatos de cada uno de ellos. Esta práctica supone cierta formación en cuanto a las reglas de los distintos programas, pero es activada por un goce de difícil definición y que a veces hace imposible ver junto con ciertas personas la televisión, obliga a comprar otro televisor o incluso provoca divorcios.

Las actuales pantallas que permiten ver al mismo tiempo varios canales en su superficie serían el colmo del zapping, pero me animaría a decir que por el contrario producen una especie de antizapping pues desencantan esta actividad: le quitan su placer más propio, basado en el desplazamiento y el suspenso, su componente de falso apagar, la entrada y la salida de la pantalla a cargo del propio televidente.

Además de su función obvia, Landi destaca dos aspectos marginales del zapping: el placer, no solo de ver lo deseado, sino de dejar de ver; y la construcción de un camino propio desde el receptor del mensaje. O sea: selección y personalización, dos funciones activas que operan sobre el contenido.

¡Cuántas veces escuchamos o leímos la queja del que se bajó la discografía completa de un grupo o, peor, de varios grupos! Sin criterios de selección y personalización todo es igual a nada.

En otro artículo de Clarín, pero de octubre del ’91, Eliseo Verón aporta otras conductas paralelas al zapping para depurar contenidos televisivos.

Hoy sabemos que el término genérico de zapping recubre varios fenómenos diferentes. Los investigadores norteamericanos han identificado cuatro tipos de comportamiento. El zapping propiamente dicho, acto de cambiar de canal cuando llega la tanda publicitaria que corta un programa. El zipping, que consiste en acelerar el pasaje de un programa que el individuo ha grabado en videocassette, con el fin de saltar los spots publicitarios. El flipping, que cambia de programa durante una emisión, sin que ese cambio tenga ninguna relación con la tanda publicitaria. Y por último el grazing, que es una ida y vuelta permanentemente entre dos o más programas y que traduce la voluntad de seguir emisiones simultáneamente.

Salvo en ese artículo, nunca volví a escuchar hablar del zipping, flipping y grazing, pero propongo agregar una categoría más a la lista, llamémosla pipling (por «people-ing» y «peeping»), que alterna entre lo que se ve en tv y una conversación fuera del televisor, conducta cada vez más frecuente en las mesas de los bares.

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Las tres vidas de los actores de tv

Si pretenden sobrevivir en la televisión, los actores argentinos tienen que manejar con talento tres vidas independientes:

1) Su vida privada: madrugar, grabar dieciocho horas, irse a dormir.

2) La vida de sus personajes: morcillear, saber llorar y no apartarse demasiado de lo que marca el libreto.

3) La vida para los medios: independiente de las otras dos pero con algo de cada una. El personaje es el mismo de 1) pero su vida es tan inventada como en 2).

La vida para los medios es, cada vez más, la más importante de las tres. Antes, Palito tenía un hijo con Evangelina y era tapa de Gente. Ahora ya no alcanza con anunciar un embarazo o un casamiento. Sin una foto robada por un paparazzo, sin un rumor que circule por la web, sin un video porno ya no se progresa en la caja boba.

A tal punto la vida que cuentan los medios es la más importante que Araceli no necesita actuar o conducir ningún programa para salir todas las semanas en las principales revistas. ¿Qué importa si es verdadero o no su romance con Mazzei? Vende revistas. Y vende aguas Ser, depiladoras Philips, Citroëns C4, libros infantiles y no sé cuántos productos más.

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Inventar romances no es nada nuevo. Que lo digan sino Ricky Martin y Gabriela Sabatini, una bizarra pareja que hoy no resistiría la impiedad de los blogs, pero que en su momento cosechó varias notas.

Ahora la cadena está más aceitada: programas de la tarde, Paparazzi, blogs, portales de espectáculos, secciones de espectáculos de los diarios, programas de radio, canal 26… antes solo estaba Indiscreciones. Hay un espacio vacante sin precedentes para hablar del que tenga una buena historia, no importa su estatura dentro del show business. Si dice algo atractivo chismosamente hablando o logra un rumor poderoso sobre su vida para los medios, tiene garantizado su plato en la mesa de Mirtha. Como le reconoció Celina Rucci a Telones y Pantallas:

[..] Pero como Celina es multifacética, este verano también tuvo tiempo para una peleíta mediática con Moria Casán en la que se dijeron de todo. «Yo me divierto. En todas las temporadas hay que echar un poco de sal y pimienta, y divertir a la gente también debajo del escenario. Y eso es lo que pasó, nada más. De hecho, todos los programas de televisión se la pasaron hablando del tema», dice, risueña, Celina.

¿Cómo? ¿No se estaban peleando de verdad?

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Hace unos días, Andrea del Boca quiso hacerse la viva y potenciar su vida para los medios con elementos de su vida privada. En su programa «La mamá del año» anunció que habían «secuestrado» a su hija, cuando en realidad estaba de vacaciones con su padre tal como estaba estipulado. Ahora puede ir a juicio (real, no para los medios) por el exabrupto. Se pasó de la raya. Que le pida consejos a Araceli, a Moria, la decana, o a Nazarena Vélez, la líder en estas lides, una guionista de su vida con más olfato periodístico que muchos periodistas.

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Otro que debería pedirles consejos es Miguel Ángel Rodríguez, pero por lo contrario que Andrea del Boca. Consiguió una tapa de Semanario y la frase más interesante sobre su vida mediática que encontró fue: «No puedo ni cambiar un cuerito». ¿Se imaginan a alguien en el kiosco de revistas pidiendo Semanario para enterarse de la inhabilidad para la plomería de Miguel Angel Rodríguez? Yo tampoco.

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Vol. 9: Lo mejor de lo mejor

Como un modo de sintetizar en una sola lista las decenas de balances musicales, el suplemento Radar eligió a los diez mejores discos del año que pasó basándose en las selecciones de los diarios The New York Times, The Guardian y The Observer, y las revistas The Wire, Inrockuptibles, Blender, Mojo, NME, Q, Uncut, Magnet, Rolling Stone y Spin.

Este «promedio» de lo mejor, realizado por Martín Pérez, trató de privilegiar a artistas poco conocidos. Así, el listado incluyó los trabajos editados en 2007 de Burial, Beirut, Panda Bear, Against Me!, Bettye Lavette, Jamie T, Alela Diane, Les Savy Fav, Tinariwen y Spoon.

Como seguramente estos nombres no significan nada para la mayoría y las descripciones de la nota solo alcanzan como un punto de partida para decidirse a conseguir algunos de estos discos, desde Malas Palabras elegimos un tema de cada uno y los juntamos en este post con lo mejor de lo mejor.

Solo hay que hacer click en el reproductor de acá abajo para escucharlo.

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¿Cuál es el colmo de un editor?

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El sitio de ADEPA, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas, está vacío, sin contenido, salvo la frase «Actualizando títulos» (¿?).

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Por qué amo a las series

A nueve años del comienzo de «Los Soprano» y a casi una década del último capítulo de «Seinfeld», los grandes medios en español parecen descubrir el fenómeno de las series. Una nota en «El País» hace tres meses y otra en «La Nación» esta semana pintan como novedoso un sistema que funciona hace años. Esta bienvenida al mundo de la cultura no es menor: la televisión como medio todavía sigue afuera de las páginas culturales, salvo para ser vituperada.

Seinfeld

¿Por qué ahora? Antes seguir una serie no era fácil. Mucho menos seguir varias. Las revista de cable no ayudan con los horarios; hay que tener alrededor de 22 horas disponibles para ver cada temporada y mucho más si se suman todas las temporadas; estar siempre a la misma hora para verla en vivo (y acordarse) o poder organizarse para grabarla…

House MD

Pero desde hace no tanto las series se bajan de Internet, se alquilan en un videoclub o se consiguen en el Parque Rivadavia. Y apareció otro televidente, cinéfilo o al menos espectador de cine, que se anima a confesar que ve una serie sin pruritos. No solo ya no es vergonzante, es casi una necesidad cultural. Si hasta aparecen libros como «La psicología de Los Simpson» o «Los Soprano y la filosofía».

Tony Soprano

Soy teleadicto desde niño, pero este año dejé de ver el último programa de televisión abierta que veía. Ahora solo veo series. Hay demasiadas buenas y los canales de aire ya no ofrecen nada que me atraiga. Pienso mucho si escribir o no este párrafo: odiaría que suene snob o despectivo. De adolescente podía pasar una hora viendo «Mundo Panaderil» por Canal 2 y en 2007 seguí a «Bendita tv», el primer Gran Hermano y cachos de «Showmatch», así que no me voy a hacer el exquisito. Pero los DVDs y VHSs se acumulan y entre las confesiones de Andrea Pietra en «La biblia y el calefón» y las de Nancy Botwin en «Weeds», no dudo.

Nancy Botwin

Además de ser el reino de los guionistas y de las excelentes actuaciones, hay un elemento que me hace adorar a las series por sobre las películas, que es el mismo que hizo que abandonara los cuentos para ser devoto de las novelas: su estructura. En un cuento o en una película nunca llegamos a conocer en serio a los personajes. En las novelas y en las series sí. Las series se hicieron verdaderamente interesantes cuando abandonaron la idea de que cada capítulo es una unidad independiente en la que todo vuelve a cero al final del episodio, como si fuera un grupo de cuentos con los mismos personajes. Para la generación de series adultas, cada episodio es como el capítulo de una novela (en eso, las telenovelas latinoamericanas fueron pioneras). Por eso «Los Simpson» es una serie del viejo estilo, mientras que la legendaria «Twin Peaks» puede meterse entre las nuevas.

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Las dos horas de una película no alcanzan. Hacen falta 54 horas para entender a Tony Soprano, solo, separado de su mujer, mirando un cuadro del Rat Pack. 73 horas para comprender por qué Gregory House pone un cuchillo en un enchufe. 68 horas para reírse cuando Elaine conoce a las versiones opuestas de Jerry, George y Kramer. 60 horas para que la muerte de Nate Fischer se parezca a la de un ser querido.

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Crítica de Crítica

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Mientras Lanata prepara el lanzamiento de Crítica para el 2 de marzo, apareció Crítica en los quioscos. Un diario que, superando a Fontevecchia y su bisemanal Perfil, por ahora saldrá una vez por mes.

Los datos indican que este diario es el verdadero dueño de la marca y no el de Lanata, que ya modificó el nombre del suyo por un confuso «Crítica de la Argentina» (¿van a criticar a la Argentina?). ¿Qué necesidad tenía Lanata de emperrarse en mantener el nombre, si es un medio nuevo?

Por lo que se ve en el verdadero Crítica y se intuye en el lanatesco, ambos tienen un punto en común: el tábano. Y acá acaban todas las semejanzas.

La nota principal es un balance del primer mes de Cristina Kirchner en el poder. «Un gobierno K, pero con vuelo propio», «Cristina se mostró cómoda en su rol de presidenta y se posicionó más allá de la imagen de su marido» son las frases que se destacan en la tapa. La página 2 sigue en la misma línea: «La Presidenta mostró que no es una ‘portadora de apellido'», «El estilo de la presidenta se parece mucho al de su esposo: nada de pausas, sólo velocidad. Trabajo hasta tarde y aún en días de poca actividad», «Mientras desde la Justica de los Estados Unidos deslizaban que el dinero que traía el prófugo [Antonini Wilson] era para la campaña presidencial de Cristina Fernández, el Gobierno no dudó en armar una estrategia y salir a acusar a ese poder del gran país del norte de establecer una ‘operación basura'». Y así sigue toda la nota.

En «Moyano y un enfrentamiento que no fue» nos preocupamos al comenzar a leer que «el lider de la CGT había amenazado ‘cruzar de vereda'». Por suerte, «la intervención de Kirchner lo evitó».

Pero acá no se acaban los talentos del ex presidente: «cuando olfatenado quizá que Uribe no colaboraba y se venía el fracaso con la misión de la que participaban enviados de otros países, Kirchner, fiel a su estilo, amenazó con irse» (¿su estilo es amenazar con irse?).

Otros títulos de las páginas 2-3: «Bergoglio asumió el rol de pacificador-opositor», «La oposición desarticulada», «Lousteau y Moreno, dos a quererse», «El modelo económico sigue casi sin cambios».

Pero a no tildar tan rápido de kirchnerista (en versiones nestorista y cristinista) a Crítica. En la página 4, después de elogiar a Scioli y a Albistur (publicidad oficial en puerta) hay un reportaje, una de las pocas notas firmadas, a Alberto Rodríguez Saá titulado «Me presentaré otra vez y vamos a ganar en 2011». Para terminar de quedar bien con todos, hay una nota sobre Macri: «en el mes de gobierno que se cumple hoy (¿hoy?¿no es mensual?) Macri tiene para poner en el saldo a favor».

Las otras secciones tienen notas que podrían leerse en cualquier edición del gratuito La Razón.

En la contratapa, al terminar de leer las últimas tres notas, un elogio a un canillita, un apoyo a la nueva etapa de Crítica y un suelto, «el hábito de la lectura sigue siendo poderoso» una pregunta permanece sin responder: ¿a quién critica Crítica?

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