Las 10 películas más perturbadoras de todos los tiempos. Figuran "El topo", de Alejandro Jodorowsky e "Irreversible", de Gaspar Noé.
Las 10 películas más perturbadoras de todos los tiempos. Figuran "El topo", de Alejandro Jodorowsky e "Irreversible", de Gaspar Noé.
Maxim propuso un listado de los 11 actores troncos que tienen muñequito. Entre otros figuran Kevin Costner en «Underworld», James Spader en «Stargate», Vince Vaughn en «Jurassic Park, el mundo perdido», Matt LeBlanc por «Perdidos en el espacio» y Jeff Goldblum, que a falta de uno tiene dos muñequitos, uno por «Día de la Independencia» y otro por «Jurassic Park».
Lamentando que ningún juguetero sin visión haya tenido la idea de sacar el muñequito de Rolo Puente en «La Peluquería de Don Mateo», brocha incluida, de Gerardo Romano como Drácula o el Che o de Baby Etchecopar en «Contrafuego», sumamos al listado al argentino Juan Perugia y su defectuoso muñequito de Paco, de «La vida es un juego». A esta altura, una rareza para coleccionistas.
Mi apellido se escribe con doble te, Rottman. Buscarme en Google con una sola te («Diego Rotman») lleva a una serie de páginas de un artista también argentino, casi de mi misma edad, pero que «trabaja y reside en Jerusalem». Una confusión como la de Harry Tuttle/Harry Buttle de la película «Brazil»:
También estoy acostumbrado a que me llamen Sergio, como al músico de los Cadillacs. Varias veces me dije «seguro que a él nadie le dice Diego». Hoy encontré las desmentidas:
Después del éxito de la revista de Susana Giménez, Marcelo Tinelli tendrá una revista con su nombre. La tendencia es afín al copamiento que vienen haciendo los famosos de la tele en la radio (Gino Renni, Federico D’Elía), la web (Rial, Mauro Viale) y los libros (Sebastián Wainraich, Eduardo de la Puente). Ahora es el turno de las revistas.
Casi nadie puede tener una revista con su nombre. Por tener desde hace años uno de los programas más vistos, Tinelli parece un buen candidato para esta misión. Pero no lo es.
Para empezar, el nombre de la publicación, «Marcelo». Susana Giménez es Susana, pero Tinelli no es Marcelo, es Tinelli. Además, «Susana» suena como nombre para una revista femenina, pero «Marcelo» suena a canción de Raffaella Carrá, de ningún modo evoca a una revista para hombres (heterosexuales).
Susana tiene fans y seguidoras que consumen todo lo que lleva su nombre. Pero nadie en su sano juicio puede definirse como «fanático de Tinelli». Puede gustar como conductor, divertir, pero fan, lo que se dice fan de Tinelli, no es nadie. No es Sandro.
La vida privada de Susana Giménez interesa: Monzón, Roviralta, Cacho Castaña, Corcho Rodríguez, Jazmín y siguen las firmas. La vida privada de Tinelli (la que se puede difundir en una revista con su nombre) no emociona a nadie: Soledad Aquino y Paula Robles, un padre de familia ejemplar.
La carrera de Susana excede la tv, con grandes éxitos en cine y teatro, no así Tinelli, que sólo tuvo notoriedad con Videomatch/Showmatch.
La imagen de Susana todavía se conserva dosificada. Trabaja seis meses al año y aparece en pantalla cinco horas por semana. El programa de Tinelli dura nueve meses y abarca el total de la programación de todos los canales, su cara está saturadísima como para que alguien decida pagar para seguir viéndola también en papel.
Sobre el producto en sí. No parece haber límite para las revistas femeninas, pero no pasa lo mismo con el mercado de revistas para hombres, «Tendencia» tuvo que venderlas en combo. Y eso es un fenómeno mundial. Tampoco esperemos ver minas totalmente en bolas en una revista de Tinelli porque atentaría contra su imagen familiar, el límite es el caño. Su único elemento diferencial podría ser convencer a famosas que hasta ahora no se habían sacado la ropa a que lo hagan, pero ya lo intentó Playboy y fracasó. ¿Va a ser otra revista más con el culo de Jessica Cirio en tapa?
«Susana» tiene un antecedente exitoso en el mercado norteamericano: «O», la revista de Oprah Winfrey. No hay ningún modelo equivalente a «Marcelo» en EE.UU.
Por último, el único intento similar al de «Marcelo» encarado por Tinelli fue la revista de «Bailando por un sueño». Y terminó cerrando.
José Pablo Feinmann ya había alzado su voz hace unos meses: «Detesto el bloc, te lo digo. Estoy en contra del bloc. No hay pelotudo que no tenga un bloc y ponelo en negrita. No entro en un blog así nomás».
Ahora se suma a su queja otro Escritor Famoso, que considera a los autores de blogs «peste de occidente que corroe todo lo bueno y bello de nuestra civilización como una marejada de nauseabundo pus intelectual, vómito ensangrentado de mierda en moto salido de las mentes menos preparadas de nuestra época y habría que mandarlos a todos a un centro clandestino de detención y dejarlos ahí para que se mueran de hambre».
Feinmann, que también odia a la tv, relató su negativa experiencia con los blogs: «Saqué una nota cuando murieron Bergman y Antonioni contra Bergman y Antonioni diciendo que eran tediosos y un tipo me mandó un foro donde todo el mundo… el deporte de putearme. Tan fácil, así, el insulto, tan fácil. Y después, como le contesté al tipo, se puso en la gloria: ‘¡qué honor que me contestó!’. ¿Cómo? ¿No era que yo era un tarado, un imbécil, un pelotudo?».
Al P. le pasó algo parecido:
¿Y cómo fue que descubrió ese mundo tan bajo y sórdido de los “blogs”?
P: Fue por completa casualidad, imaginate que a un hombre de mi trayectoria esos sucedáneos de las revistas pseudoliterarias para adolescentes con problemas de aprendizaje mucho interés, más que el antropológico, no le pueden despertar. Pero en cambio sí creo que hoy por hoy internet es una herramienta fundamental, y justamente estaba buscando en internet una cosa, no importa qué cosa, una cosa personal, algo de trabajo, no me acuerdo bien de qué era y aparte no importa, es completamente anecdótico lo que buscaba, a esta altura ya es secundario, cuando caigo accidentalmente en uno de estos “blogs”.
El “Blog de una colegiala con bragas sucias”.
P: Sí, ese. Caigo ahí, completamente de casualidad. Entonces me pongo a leer el “blog” -porque mencionaba un par de cosas que me parecían interesantes para la investigación que estoy haciendo- y pronto me doy cuenta que el texto nada que ver con el título, ni con las fotos. Eran como unas poesías de amor, en fin, nada que ver. Así que cuando vi que existía la posibilidad de dejar comentarios decidí hacerles una crítica constructiva y les aconsejé que no anden haciéndole perder el tiempo a la gente con falsas ilusiones.
¿Tuvo alguna repercusión su comentario?
P: Y, sí, imaginate que llega alguien de mi nivel, de mi trayectoria, para estos pibes que hacen “blogs” es casi como si los visitara Dios. Y hay mucho iconoclasta dando vueltas. Mucho pibe que para autoafirmar su personalidad necesita derribar un ídolo. Así que me empezaron a poner una serie de cosas feas. A mí. Un autor consagrado.
¡Qué espanto, Maestro! No diga más.
P: Y, no, prefiero no repetirlas, no vale la pena.
¿Qué tipo de cosas, Maestro?
P: Cosas, cosas feas. Me parece que no vale la pena y además es de público conocimiento.
Bueno, eso es cierto, acá tengo una impresión con los comentarios del “blog”, que a partir de sus declaraciones empezó a recibir 4.567.000 visitas diarias. Acá está todo.
P: Por eso, por eso. No le hagamos publicidad gratis a estos delincuentes.
Por ejemplo, “Viejo jeropa, qué te pasa, ya no te podés levantar pibas de la facultad que…”
P: (Se pone colorado) Por favor, por favor. Me parece que esos epítetos ya se han repetido y republicado infinidad de veces en los medios de comunicación, inclusive en diversos programas de televisión. En horario central.
Lean el resto de la entrevista-denuncia acá.
Imaginemos que en un foro de cine alguien quiere conseguir la película «El nombre del juego». Busca en los listados, pero la única que ve con Travolta y Danny de Vito es «Cómo conquistar Hollywood». ¿Cómo sabe si es el título que está buscando o una secuela?
El brete lo resuelve akas.imdb.com un subdominio especial de Internet Movie Database. Basta con ingresar el título que queremos consultar y en los resultados obtendremos cómo se llamó la película en todos los países en los que se estrenó, el título original y el título que tuvo antes de su estreno. En el caso del ejemplo, confirmaremos que los dos títulos son de la misma película, «Get Shorty», uno de Argentina y el otro de España.
Ah, y «Noivo Neurótico, Noiva Nervosa» es el título para Brasil de una película que mientras se producía iba a llamarse «A Roller Coaster Named Desire», «It Had to Be Jew» y «Anhedonia» y que en Argentina y Venezuela se llamó «Dos extraños amantes», pero que Woody Allen terminó bautizando «Annie Hall».
Un regalo para los lectores del blog
«Humor de miércoles» es un ciclo de humor donde cuatro elencos de comediantes proponen diferentes géneros: desde el standup comedy hasta el más tradicional humor a partir de la interpretación de personajes. Va todos los miércoles a las 20.30 horas en The Cavern Club, dentro del Complejo La Plaza, Av. Corrientes 1660.
Los primeros dos lectores que dejen su email a través del formulario de Contacto del blog, tendrán una entrada gratis para hoy.
Para seguir con el humor, bloopers y furcios de Super Agente 86:
Perfil.com empezó a lanzar blogs. Hay un contador de accidentes de tránsito y el del Dr. Lecter, que repite allí lo que hace en su blog. El 15 de marzo hizo un post sobre «Los Moyanos» que coincidió con la tapa de Crítica de ese mismo día, pero que ya habíamos hecho en este blog un año y medio antes.
El header del blog de Perfil remeda a «La última cena», de Leonardo da Vinci, pero en versión cristinista (Cristina x Cristo):
Otra interpretación argenta del cuadro es la ya clásica de Marcos López:
Y en el blog Last Suppers hay una recopilación de 200 versiones más. Algunos ejemplos:
¡Felices Pascuas!
Y a propósito de Los Simpson, el sitio Actualidad Simpson se tomó el trabajo de relevar las referencias cinematográficas en Los Simpson, comparando los fotogramas de la serie con los de las películas citadas. El trabajo es excelente. Como muestra, la comparación entre el capítulo «Cabo de miedo» y la película de Scorsese del mismo nombre:
Por último, otro «homenaje» más, en este caso de unos japoneses a «We are the world». Como el «Yo sé» de Feliz Domingo, pero mejor hecho:
Existe un modo legal de ver los programas de la televisión yanqui al momento que se emite. Se llama Hulu.
Hulu ofrece gratis decenas de programas actuales y viejos de NBC y Fox para ver desde el navegador de nuestra computadora. Tiene todos los episodios de House, Prision Break, 30 Rock o Los Simpson, pero también series viejas completas como Brigada A, Fama o Mamá y sus increíbles hijos. También hay realities, noticieros, programas periodísticos, deportes y algunas películas.
Tiene tres limitaciones:
1) La programación no está subtitulada.
2) Está en período de beta cerrada, lo que significa que solo es posible registrarse con invitación.
3) Se puede usar solo desde Estados Unidos.
A los que puedan superar el punto 1) les ofrezco una solución para los otros dos.
Para conseguir una invitación, TechCrunch ofrece algunas. Vayan acá y regístrense. Apúrense porque al momento de escribir esto solo quedaban 382.
Para saltarse la barrera del país, existe un programa gratuito muy fácil de usar, llamado AnchorFree Hotspot Shield. Hay que bajarlo, activarlo y listo. Acá hay un buen tutorial para instalarlo.
A nueve años del comienzo de «Los Soprano» y a casi una década del último capítulo de «Seinfeld», los grandes medios en español parecen descubrir el fenómeno de las series. Una nota en «El País» hace tres meses y otra en «La Nación» esta semana pintan como novedoso un sistema que funciona hace años. Esta bienvenida al mundo de la cultura no es menor: la televisión como medio todavía sigue afuera de las páginas culturales, salvo para ser vituperada.
¿Por qué ahora? Antes seguir una serie no era fácil. Mucho menos seguir varias. Las revista de cable no ayudan con los horarios; hay que tener alrededor de 22 horas disponibles para ver cada temporada y mucho más si se suman todas las temporadas; estar siempre a la misma hora para verla en vivo (y acordarse) o poder organizarse para grabarla…
Pero desde hace no tanto las series se bajan de Internet, se alquilan en un videoclub o se consiguen en el Parque Rivadavia. Y apareció otro televidente, cinéfilo o al menos espectador de cine, que se anima a confesar que ve una serie sin pruritos. No solo ya no es vergonzante, es casi una necesidad cultural. Si hasta aparecen libros como «La psicología de Los Simpson» o «Los Soprano y la filosofía».
Soy teleadicto desde niño, pero este año dejé de ver el último programa de televisión abierta que veía. Ahora solo veo series. Hay demasiadas buenas y los canales de aire ya no ofrecen nada que me atraiga. Pienso mucho si escribir o no este párrafo: odiaría que suene snob o despectivo. De adolescente podía pasar una hora viendo «Mundo Panaderil» por Canal 2 y en 2007 seguí a «Bendita tv», el primer Gran Hermano y cachos de «Showmatch», así que no me voy a hacer el exquisito. Pero los DVDs y VHSs se acumulan y entre las confesiones de Andrea Pietra en «La biblia y el calefón» y las de Nancy Botwin en «Weeds», no dudo.
Además de ser el reino de los guionistas y de las excelentes actuaciones, hay un elemento que me hace adorar a las series por sobre las películas, que es el mismo que hizo que abandonara los cuentos para ser devoto de las novelas: su estructura. En un cuento o en una película nunca llegamos a conocer en serio a los personajes. En las novelas y en las series sí. Las series se hicieron verdaderamente interesantes cuando abandonaron la idea de que cada capítulo es una unidad independiente en la que todo vuelve a cero al final del episodio, como si fuera un grupo de cuentos con los mismos personajes. Para la generación de series adultas, cada episodio es como el capítulo de una novela (en eso, las telenovelas latinoamericanas fueron pioneras). Por eso «Los Simpson» es una serie del viejo estilo, mientras que la legendaria «Twin Peaks» puede meterse entre las nuevas.
Las dos horas de una película no alcanzan. Hacen falta 54 horas para entender a Tony Soprano, solo, separado de su mujer, mirando un cuadro del Rat Pack. 73 horas para comprender por qué Gregory House pone un cuchillo en un enchufe. 68 horas para reírse cuando Elaine conoce a las versiones opuestas de Jerry, George y Kramer. 60 horas para que la muerte de Nate Fischer se parezca a la de un ser querido.
Un día como hoy, pero de 1889, debutaba el primer jukebox.
Como se ve en la foto de abajo, el primer modelo era más respetuoso del espacio social que los que lo sucedieron. Los que querían escuchar la música, se ponían los auriculares y el resto hacía sus cosas en silencio, sin tener que padecer el tema que le gusta al que puso la moneda en la máquina.
Claro que con el sistema original no se podía bailar ni tomar algo en la mesa, pero también tenía la ventaja de ser un elemento de socialización para acercarse a desconocidos que compartían nuestros gustos musicales.
La Real Academia Española traduce jukebox como gramola, pero no es una palabra que hayamos usado. Rockola (un tipo de jukebox) sí se conoció en español. Wikipedia ofrece también sinfonola, tragamonedas o el descriptivo «Máquina de discos».
¿Me equivoco o vimos más jukeboxes en la tele y el cine que en la vida real? ¿Me equivoco o empezamos a ver jukeboxes con su retorno vintage más que los modelos originales, lo que nos hizo nostálgicos de algo que no vivimos?
La miniaturización benefició a todos los dispositivos de reproducción de música, menos al jukebox. No puede ser mucho más pequeño porque su valor estético como artefacto es su sello a la par de su capacidad para reproducir música a pedido. Un hipotético ipod-jukebox duraría poco en un bar. Y el monitor de una computadora llena de mp3s acabaría con el aura de este aparato tan infame como querible, expendedor de golosinas auditivas programadas por prepotentes DJs de bricolaje.