Todos los analistas políticos concluyeron en que la marcha de Blumberg tuvo un saldo negativo para Néstor Kirchner. ¿Y si no fuera así?
Para empezar, esta fue una marcha que se jugó para Capital y la provincia de Buenos Aires, entonces habría que centrarse en los razonamientos de estos distritos.
En Capital es mayoría el votante independiente, racional, informado. A esta gente Kirchner le gusta en muchas cosas, pero también le disgusta en otras. Y no olvidemos que no vota al peronismo. «¿Por qué votar a Kirchner?» o, mejor, «¿Para qué?», podría ser su pregunta. Si con el 22% Kirchner logró tal concentración de poder, ¿qué esperar de un Kirchner triunfante en primera vuelta? ¿para qué darle los votos a un candidato al que los sondeos muestran siempre superando el 50%? ¿por qué no fortalecer a la oposición para que le ponga límites?
La oposición, en tanto, todavía no se sabe como se presentará, pero seguramente irá dividida. Macri, Lavagna o Carrió permiten un voto testimonial que «le moje la oreja a Kirchner», que no haga peligrar su reelección, pero que tampoco le dé mayores cuotas de poder de las que ya tiene.
Este escenario cambió el 31: los medios mostraron a un Kirchner «preocupado», a una Plaza de Mayo «movilizada espontáneamente» y a un Blumberg «lanzado a la arena política». «Fue un claro traspié para el Gobierno», dijo Clarín. «El país no volverá a ser un jardín de infantes», afirmó Morales Solá. «Blumberg está rodeado de gente que sacamos de la bonaerense por irregularidades tremendas», declara Arslanian en la tapa de Página/12 de hoy. Todo esto ya no le gusta al filokirchnerista crítico porteño. Lo que iba a ser una reprimenda a Kirchner en el 2007 puede terminar siendo una paliza, supone, y quizás se plantee repensar su voto y apoyar al oficialismo.
Blumberg, en tanto, deja de ser el intocable padre de Axel para pasar a ser un político más. Ahora Kirchner ya podrá dejar la pose respetuosa y compungida para pasar a basurearlo como al resto de sus críticos.
En la provincia de Buenos Aires la jugada es otra: se dirime la interna matrimonial por la candidatura a presidente para el 2007. Kirchner, «asustado» por un Blumberg candidato a gobernador, fleta a su mujer del otro lado de la General Paz y decide que «se acabaron los ensayos originales, el candidato [a Presidente] soy yo y ninguno más, Cristina tendrá que esperar».
En los próximos días seguiremos viendo reacomodamientos pero, así como consagrarse como político es un triunfo pírrico para Blumberg, subrayar una supuesta debilidad en lugar de sobreactuar omnipotencia, puede, por primera vez, beneficiar a Kirchner.